Hernán Pueyo es un reconocido impulsor del agro argentino. En su cuenta de X, él mismo se presenta como “maestro rural, ingeniero agrónomo y extensionista preocupado por el desarrollo de la lechería”. Fue desde ese rol, que desarrolló en los años de oro de la cooperativa SanCor, que Pueyo protagonizó un hecho histórico del que esta semana se cumplirán 25 años: el día qyue la vieja cosechadora Rotania volvió a andar y se decidió el desembarco de la alemana Claas en la Argentina.
“El 15 de enero de 2000 se ponía en marcha Claas en Sunchales. Un pequeño grupo de ‘valientes’ logró convencer a la empresa alemana sobre la importancia de crear una filial en la Argentina”, rememoró Pueyo. Unos días antes de eso, en Tandil y por impulso anda menos que del creador de esa firma alemana líder en cosechadoras y picadoras, había vuelto a trillar en Tandil la primera cosechadora autopropulsada que existió en el mundo.
La máquina -que durante décadas estuvo instalada como monumento en el acceso de Sunchales, donde tenía su sede central al cooperativa láctea- fue un invento de Alfredo Rotania, un inmigrante italiano que la construyó en 1929 en esa ciudad. En ese momento, los trigos rendían 1.200 kg/ha y el ritmo de la cosecha lo marcaba el equipo que cosía las bolsas donde se almacenaba el trigo cosechado al mismo tiempo. El equipo cortaba y a la vez funcionaba como trilladora con el mismo motor. Se montó sobre un motor Hércules y un diferencial Chevrolet. Poseía un frente de corte de 4,5 metros que le ofrecía una capacidad de trabajo de 15 hectáreas por día.
La birome, el dulce de leche y… ¡la cosechadora! Después de 90 años volvió a funcionar la Rotania
Claas volvió a hacerla funcionar en 2019, pero Pueyo recordó que la primera vez que volvió a ponerla en marcha había sucedido justamente dos décadas atrás, cuando la firma alemana decidía su desembarco en la Argentina. Por eso entonces, recordó Pueyo que “yo era gerente de Integral Insumos, la empresa de Sancor ocupada de la provisión de insumos, semillas, etcétera. El tema de Claas surge por inquietud de las cooperativas. En un momento dado ven esas máquinas picadoras que les podían hacer silo en un rato, algo tan moderno, y nos comunicamos con los alemanes”.
Fue así, en esas tratativas para traer las primeras picadoras a la Argentina, que los vínculos con Reinaldo Postacchini (que trabajaba para la fabricante alemana en la región) derivaron en una visita nada menos que de Helmut Claas a Sunchales. “
“La Rotania fue la primera cosechadora automotriz del mundo. Es decir, antes se cortaba un trigo y luego se trillaba. Rotania lo que hizo fue unir la cortadora a una trilladora y hacerlo todo en la misma acción. Una cosa que parece tan simple, significó un avance fundamental en la maquinaria agrícola”, explicó Pueyo. De hecho, recién en 1936 en Alemania, los hermanos Claas patentaron el primer modelo que se le parecía y fue la primera cosechadora europea: La segadora-trilladora atadora MDB. “La producción en serie de la MDB comenzó en 1937. Hasta que la fábrica fuese paralizada en 1943, debido a la guerra, se habían fabricado cerca de 1.400 máquinas”, recuerda la corporación en su página web.
Todo esa movida, inspirada en la Rotania, fue la que desencadenó la decisión del dueño de Claas (que falleció en 2021) de instalarse en la Argentina. “Para él, un hombre vinculado a la fabricación de maquinaria, dueño de la fábrica más importante de maquinaria de Europa, encontrarse con la primera cosechadora automotriz del mundo fue todo un logro, una felicidad muy grande. Y fue ahí donde nos propuso que él estaba dispuesto a poner de su peculio, el dinero necesario para restaurarla. Y eso empezó en el 98, se concreta a fines del 99. Concretamente el 31 de diciembre de 1999, con Reinaldo Postatini y los demás mecánicos que colaboraron en el rearmado de esa máquina, se volvió a poner en marcha en Tandil, volvió a cosechar trigo”, relató Pueyo en una entrevista con el programa Colonia Agropecuaria.
Aquel hecho histórico condujo luego, el 15 de enero de 2000, hace exactamente un cuarto de siglo, en la antesala de un momento muy complicado del país (la crisis de 2001), la multi alemana concretara su desembarco en la Argentina, su primera sucursal en Latinoamérica.
“Claas no es tan conocido como puede ser John Deere. Pero es como que el señor John Deere hubiera estado con nosotros, porque estuvo Helmut Claas en un campo, arriba de una una de las primeras cosechadoras comprada por uno de los primeros clientes, un señor de apellido Nota. Y se puso a tomar mate con el camionero, el señor Helmut Claas. Lo cuento porque da una idea de otros valores que van más allá del simple hecho empresarial”, destacó Pueyo.
En su cadena de tuits, el extensionista recordó que “se venían momentos complejos en la economía. Ni los argentinos confiábamos en nuestro país, pero se logró el apoyo personal del titular de la empresa de maquinaria agrícola más grande de Europa, lo cual se refleja en la carta que me enviara personalmente el propio Helmut Claas. Junto a Reynaldo Postacchini, Rubén Bravino, Oscar Kemmerer, Damián Fiorito, José Costamagna entre otros, todos dispuestos a ‘ponerse la camiseta’ aceptando el desafío, se inaugura la flamante empresa”.
La inauguración de la primera filial de Claas en el continente contó con la presencia del entonces gobernador de la Provincia, Carlos Reutemann, y su ministro de Producción y futuro gobernador, Omar Perotti. Luego la firma instaló en la localidad bonaernse de Ameghino una planta donde por muchos años fabricó los cabezales específicos para girasol, que se exportaban hacia todo el mundo. Ese trabajo se hizo por largo rato, hasta que otra vez la crisis argentina y una guerra metieron la cola.
“Lamentablemente la guerra de Rusia-Ucrania llevó para atrás este tema. Pero siempre hay cosas que se pueden hacer y proveer a otros lugares del mundo”, dijo Pueyo. Hace unos meses, en rigor, Claas en Argentina decidió discontinuar por ahora la fabricación de esos cabezales. Peor mientras tanto, la firma alemana festejó hace poco tiempo los treinta años desde la introducción de la primera picadora en el país, y esa tecnología sigue revolucionando el manejo de las dietas animales, especialmente en la lechería.
“Esto lo digo yo como profesional de la extensión y dedicado a la lechería: Básicamente las más importantes transformaciones se produjeron cuando se abrió la economía y se sacaron las retenciones. Yo creo que los productores tienen toda la razón del mundo en estos momentos, pero no porque a mí me interese que el productor haga más plata. Es porque la realidad tiene que ser así y eso favorece el desarrollo”, evaluó Pueyo como lección.
Y completó: “No es posible que estando a 100 metros de un río, como yo estoy acá, cerquita en este momento del río Paraná, se te pierda una cosecha porque no tuviste capacidad financiera para instalar un equipo de riego, aunque sea riego suplementario. Yo no estoy seguro que los distintos gobiernos entiendan esto”.