El “operativo guanaco” se puso en marcha. Días atrás, el Ministerio de Ambiente de la Nación dictó una resolución que fue considerada histórica por los productores de Santa Cruz, que largamente cuenta con la mayor población de esa campelido americano. Mediante una excepción, se permitió la venta en todo el país de carne de esos animales faenados en la provincia. De pronto muchos especularon con que las parrillas porteñas se iban a llenar de cortes exóticos, pero nada será rápido ni sencillo. Se trata de una experiencia piloto y el cupo será limitado a solo 200 animales.
Todo comenzó en 2014, o más bien fue entonces que se puso en marcha este capítulo de la historia. Los ganaderos santacruceños, en realidad, vienen reclamando un plan desde hace mucho tiempo atrás, por lo menos 15 años. Pero como no se hacía nada, desde entonces su preocupación creció de manera proporcional a la población de guanacos.
¿Por qué tanta preocupación? El guanaco y las ovejas compiten por el mismo alimento: el poco pasto disponible en la región. El Inta y la Universidad Nacional de la Patagonia venían advirtiéndolo: “Estos herbívoros consumen una dieta forrajera muy similar a la de los ovinos y es necesario tenerlos en cuenta para el cálculo de carga animal en cada establecimiento”. No hacerlo implicaba un daño terrible, con el avance de la desertificación de los suelos por exceso de pastoreo.
En 2014, entonces, el Consejo Agrario Provincial (CAP) recogió el guante y puso en marcha un Plan del Manejo del Guanaco cuyo objetivo primordial no era satisfacer las apetencias gourmet de nadie sino impedir que las poblaciones de ovinos fueran desplazadas por esta especie protegida. Aquí hay un pecado de juventud: en 1995, como la Argentina no tenía un plan para el guanaco, la Convención Internacional para el Tráfico de Especies Silvestres (Cittes) lo incluyó en la lista de prohibidos. Prohibido cazarlos. Prohibido esquilarlos. Prohibido vender su carne o fibra. Y eso provocó el fracaso de todos los proyectos de explotación racional, por lo menos hasta ahora.
Luego, en 2000, un ex presidente del Senasa, Jorge Amaya, realizó desde el Inta Bariloche un primer censo nacional. Habló de 500 mil guanacos, de los cuales 450 mil estaban en la Patagonia y 250 mil solo en Santa Cruz. El resto, unos 50 mil, sobrevivía en las provincias del norte, donde era cierto que la caza furtiva había hecho desastres.
Desde la Federación de Instituciones Agropecuarias de Santa Cruz (Fiass), Miguel O´Byrne, se lamenta: “Si hubiéramos empezado a trabajar hace diez años hoy la situación sería muy diferente”. Es que los 250 mil guanacos que calculó Amaya fueron multiplicándose a una tasa de 10% anual. El último censo, en 2015, determinó una población de 1,5 millones solamente en Santa Cruz. Para la actualidad, O’Byrne calcula que son de 1,8 a 2 millones. Mientras tanto, las ovejas retroceden.
Hay urgencia por equilibrar la cancha. Por eso en 2014 la CAP habilitó una temporada de caza controlada del guanaco, que va de mayo a abril de cada año. Esa actividad generó luego la aparición de un mercado para la carne. Los cortes de guanaco comenzaron a verse en las carnicerías santacruceñas a valores competitivos. Este año cada kilo podía pagarse entre $ 80 y $ 120. Los restaurantes de Río Gallegos y El Calafate comenzaron a incluir platos en su menú, para beneplácito de los turistas. La carne de guanaco es algo más dulzona, y de tan magra hay que saber cocinarla para que no se seque. Sale mejor en guisados, pero también puede ser usada para milanesa o en embutidos.
El problema, de todos modos, era mayúsculo y no alcanzaba con una mercado de apenas 300 mil habitantes. Por eso para 2017 los santacruceños se propusieron llevar adelante un plan que incluyera la faena de 6.000 animales, combinada con la esquila. La técnica sería el encierro de guanacos en su medio natural, para luego de la esquila (de cada guanaco puede obtenerse hasta medio kilo de una fibra cotizada en el mercado) hacer la selección de ejemplares adultos que tuviesen buen rendimiento en el gancho.
Aunque el gobierno federal apoyó el proyecto y cuatro ministerios se pusieron a trabajar para plasmar esta idea, terminó la temporada de caza y los plazos se consumieron sin haber concretado nada. Por eso se pidió el permiso especial de Ambiente para poder ensayar la venta a nivel nacional de la carne de unos 200 guanacos obtenidos de la caza, al menos para ir tentando a los chef y comenzar a generar un mercado. Esa apertura es la que dispuso la resolución tan celebrada. Para el 2018 se intentará, ahora sí, llevar a cabo la experiencia más grande.
¿Será suficiente? O’Byrne contesta que no. A las tasas actuales, la población de guanacos en Santa Cruz crece a razón de 150 mil a 200 mil ejemplares por año. Imposible cambiar esta tendencia con la faena de solo 6.000 adultos. Pero se trata de empezar a buscar alternativas para tratar de modificar una historia que, de continuar así, colocará al guanaco como “especie invasora” y dejará al ovino “en peligro de extinción”.
Artículo publicado en el suplemento Agro de la Agencia Télam el 13 de octubre de 2017.