En la Argentina se ha puesto en marcha el “Operativo Arveja”. Tanto en el INTA como en el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires están mirando con atención este cultivo y han comenzar a realizar ensayos que tienen como objetivo impulsar una mayor siembra de esta legumbre, especialmente en el sudeste bonaerense. A priori, consideran que puede ser una opción muy recomendable para las rotaciones agrícolas y para dar batalla a las malezas resistentes. Pero también lo analizan como alternativa forrajera.
Juan Balbín, presidente del INTA, destacó en un informe de ese organismo la importancia de trabajar para hacer competitivo ese cultivo. “La Argentina tiene la posibilidad de posicionarse como proveedor mundial de arvejas”, manifestó. Y agregó que “debido a que es una alternativa a los cereales de invierno, esta legumbre posee altas expectativas de desarrollo”.
El director de Agricultura de la Provincia, Eduardo Soto, también está muy entusiasmado con la potencialidad de la arveja. Lo inscribe en lo que define como el proceso de “intensificación de modelos agrícolas sustentables”. esta estrategia apunta a incrementar todavía más la producción de granos (luego de la cosecha récord de 145 millones de toneladas) pero sin incrementar el área agrícola sino retornando a un esquema de rotaciones y apostando al doble cultivo.
“Por sus aportes a la sustentabilidad, al mejor control de malezas, a la reducción en el uso de agroquímicos, se está hablando mucho de los cultivos de cobertura. Nuestra posición es que hay muchas situaciones en las que en vez de pensar en un cultivo de cobertura podriamos pensar en un cultivo de renta, como por ejemplo las legumbres, la arveja fundamentalmente”, le contó Soto a Bichos de Campo, mostrando el interés que ha puesto también la gestión de Leonardo Sarquís en este cultivo.
Mirá la entrevista completa a Eduardo Soto, quien a partir del minuto 8 habla del potencial de la arveja:
Según Soto, si todavía la arveja no explotó en algunas regiones de Buenos Aires como esta alternativa para un doble cultivo es porque “hay algunos botones estratégicos” que deberían ir tocándose para favorecer su desarrollo. Entre estos citó la falta de mercados permanentes y la escasez de variedades adaptadas para determinadas zonas del país. Justamente tras esos objetivos comenzaron a trabajar el INTA y el gobierno bonaerense.
En su informe sobre el tema, el INTA destacó que la arveja tiene varias cualidades como “un menor consumo de agua, el aporte de nitrógeno que deja en el suelo y un ciclo más corto que los cereales de invierno”. Esto la convertiría teóricamente en el cultivo “ideal como antecesor de los cultivos de segunda o tardíos de maíz, soja o girasol, según la zona”.
“Las legumbres pueden marcar la diferencia en los cultivos de verano”, aseguró a su vez Gabriel Prieto, especialista del INTA Arroyo Seco, de Santa Fe. Por su parte, Soto explicó que con esta estrategia agrícola se evitaría tener el suelo descubierto durante largos meses, como sucede ahora, y los productores no deberían acudir al barbecho químico, reduciendo el alto costo de los insumos y alentando una lucha más sustentable contra las malezas resistentes.
La producción argentina de arveja se concentra en las regiones sur y centro de Santa Fe, y norte y sudeste de Buenos Aires. Soto evaluó que en esta última provincia las siembras de la legumbre podrían crecer mucho siempre que haya un retorno tentador (no solo en materia ambiental) para los productores.
En ese sentido, Balbín consideró que habría que ganar nuevos mercados. Y evaluó: “Para afianzar nuestro protagonismo en el mundo, será necesario ofrecer más variedades, principalmente las de cotiledones amarillos, que son las más demandadas por los países asiáticos”.
Este es uno de los componentes del “Operativo Arveja”. Buscar las variedades adecuadas para cada región y mercado. Por ahora, en el país se producen más las arvejas de tipo verde debido a que el principal comprador de esta legumbre es Brasil. Sin embargo, en los últimos años las amarillas fueron ganando un lugar en las agendas de los productores.
A partir de la demanda de agricultores del sudeste de Buenos Aires, especialistas de la Chacra Experimental Integrada Barrow incorporaron la arveja amarilla a los esquemas productivos para generar información de manejo adaptada a la región. En este sentido, Cristian Appella, especialista en cultivos de esa unidad del INTA, expresó que “las de tipo amarillo mostraron una gran adaptabilidad a las condiciones de suelo y clima de la región y tienen un potencial de rendimiento muy alto”.
De hecho, ensayos realizados en la Chacra Barrow, el marco de la Red nacional de evaluación de cultivares de arveja, mostraron su alta eficiencia en el uso del agua y permitieron alcanzar rendimientos que superan los 5000 kilogramos por hectárea. “Una gran brecha con los 1900 kilos por hectárea de rinde promedio nacional”, indicó Appella.
Además en el INTA se están desarrollando proyectos enfocados hacia la incorporación de la arveja a las dietas animales, debido a que no es un organismo genéticamente modificado y no se requieren solventes durante su procesamiento, como sí sucede con la soja.
De acuerdo con Raúl Brassesco, extensionista del INTA Victoria, en Entre Ríos, la posibilidad de alimentar vacunos de carne y leche, cerdos y aves con granos de arveja permite diversificar la producción e incorporar valor agregado en origen, especialmente en los establecimientos de pequeños productores.
Desde el punto de vista nutricional, el grano de arveja se destaca por poseer elevados valores energéticos (50 % de almidón) y proteicos (18 a 25%). “Como ingrediente de una dieta, podría reemplazar, en parte, al grano de maíz por su aporte energético y, en parte, al componente proteico de la ración”, expresó Brassesco quien añadió que “a diferencia de otras leguminosas (como la soja) no es necesario desactivarla antes de su inclusión en la dieta animal”.