“Jugué al fútbol, hice teatro y radioteatro, y mientras estudié trabajaba en un banco… la calle fue una gran escuela para mí”. Quien rubrica el derrotero es nada más ni nada menos que Rodolfo Rossi, agrónomo, fitomejorador y el “padre” (a esta altura también podríamos decir, abuelo o bisabuelo) de muchas de las variedades de soja que hoy cubren cerca de 40 millones de hectáreas agrícolas de Argentina.
Por estos días fue elegido nuevamente como presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina (ACSOJA). Ya había sido el primer presidente de la entidad entre 2005 y 2010, y luego entre 2014 y 2018. Ahora la dirigirá al menos por el lapso de dos años, con la particularidad de que esta vez lo hace en representación de “Ciencia y Tecnología” y no por insumos como las veces anteriores.
En este capítulo de Oli-Nada-Garcas “El podcast de tu vida” (el 25), les propongo conocer sus pasiones en y por el campo. ¿Cómo llegó un “bicho de ciudad” a interesarse en la ruralidad? y más allá del campo.
Cuando uno conoce al amor de su vida no se olvida nunca de aquel primer flechazo. Haciendo un paralelismo, le pregunté a Rodolfo Rossi cómo, cuándo y en qué contexto había sido aquella primera cita con la reina oleaginosa… Por supuesto, se acuerda a pié juntillas: “Yo estaba en tercer año de la facultad, era ayudante de la cátedra de Fertilidad y Fertilizantes porque en esos momentos de los 70s era una cátedra en la que se podía trabajar en investigación, que era lo que yo presentía que era mi vocación”, recordó Rossi. Y prosiguió: “Cuando tuve que hacer la tesis, año 1973/74, uno de los ayudantes me dijo que estaba trabajando con un cultivo nuevo (la soja) y si quería a hacer mi tesis con eso”.
La tesis, que se hizo en el invernáculo de la Facultad de Agronomía, tenía por objetivo analizar el impacto de la fertilización foliar en el cultivo de soja, pero, “dados los problemas que se presentaron fue un estudio de la fitotoxicidad de la urea en plantas jóvenes de soja, ahí empecé”.
Al año de recibirse lo convocó la empresa Asgrow para trabajar en fitomejoramiento de sorgo y maíz. Pero el destino ya estaba marcado. “Un día vino a la planta de Venado Tuerto un americano que me puso la mano en el hombro y en un castellano muy básico me dijo: ´Rodolfo, ¿sábes (con acento en la a) que tienes que empezar un programa de soja?´ ´¿Soja?´, dije sorprendido, ´Si, soja´, confirmó el yanqui”.
Ese fue el primer programa de soja privado de América Latina. Ahí empezó la saga de la soja y Rossi nunca más se bajó. “Aquel primer ensayo que hice fue cuando había apenas 300.000-600.000 hectáreas de soja en Argentina y cuando lanzamos la primera variedad, tuvimos el ojo y la suerte, la primera variedad que desarrollé (Nota de redacción: la 5308) permitió la expansión de la soja a muchos lugares”. Fue una variedad que llegó a tener la mitad del mercado. Muy versátil.
Niñez “palermitana”, la calle y el radioteatro: Rossi cuenta que de chico era inquieto, de hacer cosas todo el tiempo. Era aplicado por lo que primaria y secundaria las pasó sin problemas. Pero tenía tiempo para estar en la calle: “La vereda, la plaza, la calle era nuestra vida y aprendimos mucho allí”, contó.
“El primer lugar lo ocupaba el deporte, me gustaba por supuesto el fútbol, pero también había hecho atletismo en el colegio”, contó Rossi, que se crió en Palermo, calle Mansilla. “Siempre fui líder de los grupos y creo por eso era el capitán, no tanto por el juego porque no era el mejor, sino por personalidad y capacidad de organizarlos”, dijo.
Como futbolista, Rossi llegó a probarse en Deportivo Riestra, un equipo del barrio de Nueva Pompeya, en Capital Federal. Ya de más grande, jugó también para el equipo de los agrónomos en Venado Tuerto, donde se instaló a vivir y consolidó su familia.
¿Y de qué jugabas? “Yo siempre quise jugar de cinco, en el mediocampo, pero no me daba el cuero, así que terminé en la delantera, era un 9 cabeceador, ahí cerca del área, esperando para capitalizar y poder hacer un gol”, recordó Rossi.
Pero volvamos a la niñez, porque de pibito Rossi también tuvo un vínculo con el teatro y la radio. “Empecé a formar parte de un programa de radio que se llamaba Club Infantil Santa María de Luján, que se grababa en lo que hoy es Radio Continental y en ese momento era Radio Porteña, era un programa de Cáritas Argentina”, contó.
Después, cuando creció y dejó atrás la voz aniñada, le permitieron seguir en otro programa que se llamaba “Pibelandia”, con el que hacían radioteatro y eso le abrió las puertas para también hacer teatro. “Íbamos de gira por el conurbano y distintos barrios de capital, fue una linda etapa, muy creativa en mi vida”, confesó.
Un detalle para el cierre de este capítulo artístico: Aún conserva la radio con la que junto a su familia escuchaban el radioteatro de la noche.
¿Y por qué agronomía?: Lo primero que hay que decir que salvo algún pariente lejano, bien lejano en Italia, los Rossi no tuvieron campo en Argentina. ¿Entonces? ¿Por qué agronomía? “Varias cosas te podría decir que fueron sucediendo, lo primero que te digo es que una vez, en un campamento en un campo, quedé enamorado de una puesta de sol, con la tranquera de fondo, esa imagen ni aún hoy me la saco de la cabeza, para mí fue un montón de cosas, pero básicamente, imaginé que mi trabajo tenía que estar en un lugar así”, repuso Rossi.
El segundo condimento lo lleva de nuevo a la calle. Precisamente a la puerta del edificio en el que vivía, donde los domingos veía llegar a vecinos del edificio con el auto embarrado e imaginaba de qué campo vendrían y qué cosas habrían hecho ese día. Como tercer dato aparece un profesor de la secundaria que le hizo gustar de la biología.
El legado: “De mi padre aprendí el compromiso con el otro, lo social, ocuparse de los demás más allá del trabajo en sí y de mi madre la tranquilidad y sapiencia para atravesar momentos difíciles”, contó Rossi sobre el legado recibido.
¿Y qué sentís que le dejás a tu hija? “La primera palabra que me sale es esfuerzo, trabajo, siempre quise transmitirle que hay que tener objetivos claros aunque muten con el tiempo y, al final, como ella me dijo una vez, para una larga caminata hay que dar un primer paso”, resumió el ingeniero.
-¿Qué hacés en tus ratos libres? ¿Cómo despejás tu cabeza?
-Mirando televisión, preferentemente fútbol si juega mi equipo, Boca, del cual me hice hincha cuando me decepcionó mi club original, Atlanta, cuando vendió a (Hugo Orlando) Gatti a River. Ahí me hice de Boca. También me gusta mirar programas de política y actualidad. No miro casi series ni películas. Como deporte, hoy el golf. Y no puede faltar el asado del domingo, con la familia y con amigos.
-¿Tenés alguna especialidad a la parrilla?
El matambre a la pizza en diferentes versiones.
-¿Qué te emociona hoy?
-Ver crecer a mi hija, Paula. Saber el esfuerzo que hace y cómo resuelve problemas. También me emociona el campo, el trabajo que hay detrás y la biología, la naturaleza. Y los últimos años, me emociona el mar, voy seguido.
-¿Un tema musical para cerrar la charla?
-“Dancing Queen”, de ABBA.