“El sello de nuestros viejos era el oficio, el sacrificio, el compromiso y eso nos marcó mucho desde chicos, siempre con ganas de avanzar y progresar, metiéndole para adelante”, cuenta Carlos Testa. Al lado, en el galpón donde guardan las máquinas, su hermano Marcelo, rubrica: “¿Qué podés esperar de un viejo y una vieja que se han roto el lomo laburando para traer un mango a casa y dejarnos algo?”
Orillando los 50, Marcelo (más grande) y Carlos han tenido una linda infancia de pueblo o ciudad chica rural. Su madre trabajaba en Entel, la compañía telefónica de aquellos tiempos (N de la R: fue transferida a Telefónica y Telecom el 9 de noviembre de 1990). Don Luis Testa siguió los pasos de su padre en el campo y, si bien era un típico hombre de su época, de pocas palabras, a sus hijos los educó con el ejemplo.
Como algunos saben, también soy de Pergamino, igual que ellos, y si uno le pregunta a quien quiera que los conozca lo primero que dicen, al mismo tiempo de que son excelentes profesionales, es que son buena persona, buena gente. Eso, también es legado de sus padres.
Como productores, Agrícola Testa arrienda 1.000 hectáreas de campo en unos 50 kilómetros alrededor de Pergamino. También son contratistas, actividad a partir de la cual siembran unas 12.000 hectáreas por año; pulverizan entre 25.000 y 30.000 hectáreas.; fertilizan unas 9.000 hectáreas.; y cosechan 9.000 hectáreas. “Hemos armado una empresa en la que se hace todo lo que la actividad demanda”, apuntó Marcelo.
Hoy en la empresa trabajan 25 personas. “Creemos que se ha logrado un equipo prolijo, con una mirada bastante uniforme en todo, tratando de poner lo mejor de cada uno”, dijo cuando grabamos el capítulo 4 de Oli-Nada-Garcas, “El podcast de tu vida”.
Para Carlos, “una de las cosas en las que más han avanzado es en la digitalización de las actividades, su registro y certificación”. Hoy, casi todo lo que hacen queda registrado.
“Venimos involucrándonos en esto desde que apareció el mapa de rendimiento y el piloto automático. Hace unos años armamos un centro de operaciones en la oficina en Pergamino donde hay una persona que está dedicada exclusivamente a registran en una línea de tiempo cada trabajo que se hace en los lotes con los datos que se necesitan”, contó Marcelo. Y agregó: “Hemos ido adaptando nuestro negocio, no esperamos que los clientes nos pidan, nosotros avanzamos”.
Ser, parecer, y demostrarlo. Hoy los clientes pueden saber, de manera remota, qué se está haciendo en sus campos. Además, hace ya unos años que tienen las máquinas certificadas con la norma IRAM 14.130 (denominada “de buenas prácticas para labores agrícolas”). También están bajo el paragüas de Aapresid (forman parte de la Regional Pergamino-Colón). “Tenemos todo lo que hace falta para demostrar que las cosas se pueden hacer bien”, sentenció Marcelo.
Y ese es uno de los dilemas hoy del productor y del contratista porque tiene que demostrar que es inocente antes que se demuestre lo contrario. “Lo vivimos con mucha pasión, defendemos lo que estamos haciendo a rajatabla porque consideramos que trabajamos bien. La digitalización vino a poner el orden que faltaba porque podemos mostrar todo lo que hacemos y difundirlo a quien sea necesario”, dijo Carlos.
“Siempre hay cosas para mejorar y entendemos cuando la sociedad se queja porque todavía queda algún loco que no le importa y hace las cosas como no se debe, pero también la sociedad tiene que saber cómo sí se pueden hacer bien las cosas”, enfatizó el contratista.
En este sentido, para muestra, basta y sobra un botón. En el campo de los Testa en Manuel Ocampo (a 20 minutos de Pergamino), hay una hermosa chacra/huerta que hace años cultiva con amor don Luis Testa a 10 metros del galpón donde guardan las máquinas, entre ellas la pulverizadora. “Si nosotros hiciéramos las cosas mal la huerta no estaría produciendo tomates, lechugas, rúculas, ajo, perejil, repollo, calabazas y zapallos, pero también duraznos y ciruelas, entre otras cosas”.
“Estamos convencidos que la agricultura se puede seguir haciendo transparentando los datos, la sociedad necesita del campo, guste o no. Nosotros somos enamorados de la actividad y nos duele cuando lo critican livianamente, pero hoy las tecnologías nos permiten contar lo que hacemos con fundamento, durante muchos años estuvimos callados, hoy hay que mostrar cómo se puede trabajar”, aportó Carlos.
El campo de los Testa funciona como una especie de campo escuela o campo demostrativo, donde jóvenes de la facultad, pero también empresas, productores y técnicos de Argentina y el mundo, pueden conocer de primera mano cómo se trabaja respetando el ambiente.
Actualmente, incluso, las pulverizadoras están conectadas con una central meteorológica que brinda información sobre si es recomendable o no hacer la aplicación de acuerdo con el viento, la humedad relativa y la temperatura, entre otras condiciones. En la cabina, por una colorimetría simple como si fuera un semáforo (rojo, amarillo y verde), el aplicador sabe si están dadas las condiciones para hacer el trabajo.
-¿Y cómo se imaginan a futuro?
-Haciendo esto, que es lo que nos gusta, quizás no tanto arriba de las máquinas, pero sí en la actividad y siempre siendo responsables con lo que hacemos y los trabajos que tomamos, no resignar nunca la profesionalismo y calidad, no vamos a tirar el nombre que hemos forjado por generaciones a la basura- dijo Carlos.
Para Marcelo, el futuro (hoy ya presente) es con más tecnología, con robótica, drones, “estamos encaminados”. Justamente en lo que tiene que ver con digitalización y nuevas tecnologías como los drones está, hace tres años, el hijo varón de Marcelo. Tiene 22 años y hace tres se incorporó a la empresa. Marcelo tiene otra hija que está terminando la cursada de la carrera de Medicina en la Facultad del Hospital Italiano de Rosario).
“Me gustaría que mis hijos interpreten lo mismo que nosotros de nuestros viejos, que lo que tenés lo hacés con sacrificio, honestidad, perseverancia y pasión”, compartió.
Carlos todavía tiene dos hijos aún pequeños que, por supuesto, cuando pueden van al campo. “No sé qué van a hacer de sus vidas, pero lo más importante es que sean buena gente y lo que elijan estén convencidos y con ganas, me encantaría que sigan el camino que hemos ido construyendo nosotros, pero tienen toda la libertad para hacer lo que quieran, esta es otra opción de tantas”, contó.
Marcelo y Carlos Testa se criaron juntos, crecieron como niños luego adolescentes, jóvenes y hoy padres, confían uno en el otro, se apoyan y acompañan y van para adelante, apostando a una actividad que sea valorada, con seriedad y el profesionalismo. “¡Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera!”.
-¿Un tema musical de cierre?
-Escuchamos de todo, cumbia, folclore, pero un lindo tema para escuchar es “Juntos”, de Abel Pintos.