“Un test vocacional me dio que por mi espíritu persuasivo podía estar en el comercio, la diplomacia, la docencia o la agronomía. Mi sueño era ser diplomático, pero yo quería volver a mi pueblo, y la agronomía era el camino”, contó Elbio Laucirica, presidente de Coninagro, en el último capítulo (Nro. 75) de Oli-Nada-Garcas, “El podcast de tu vida”, al recordar aquellos tiempos de juventud.
En este encuentro también repasamos su infancia rural, cómo ingresó en el cooperativismo y de las posibilidades reales que les da a los pequeños productores poder asociarse. Además, Laucirica contó qué hace hoy como productor, sus cualidades como cocinero, la música que le gusta y cómo “resetea” su cabeza cuando anda complicado de problemas.
Laucirica nació y se crió en Rauch. Hijo de un tractorista que pudo crecer y comprar campo, y de una maestra rural, hoy administra la empresa familiar que se dedica a la producción agrícola y ganadera.
Forma parte del Grupo CREA Arroyo Langueyú desde 2009, también ha sido consejero en el INTA. Desde fines de 2022 preside CONINAGRO, la Confederación Intercooperativa Agropecuaria, entidad madre del cooperativismo agropecuario argentino.
En esta nota los invito a conocer su camino hasta hoy, no sólo con una de sus pasiones, el campo, sino, también, con sus gustos y pasiones más allá del campo. Pasen y lean.
-Contame de tu infancia. ¿Dónde te criaste y cómo era ese hogar donde creciste?
-Soy hijo de una madre maestra rural y un padre chacarero, tractorista en un inicio, que finalmente, después de mucho esfuerzo y trabajo junto a un hermano, nos dejó una empresa familiar que pudimos seguir adelante con mis hermanas.
-Y fuiste a una escuela rural varios años, ¿Qué te acordás de esa época? ¿Qué te gustaba hacer?
-En esa época tenía una petisa bastante mañera en la que salía a andar un rato o a visitar algún vecino. Mis hermanas nacieron cuando yo tenía recién 10 y 14 años. Así que fuí, por mucho tiempo, hijo único. Y muy vinculado a la zona rural. Acompañaba a mi abuela que tenía un cachito de campo a cuidarlo.
-¿Qué olores, sabores e imágenes te han quedado en el cuerpo y alma de aquella época?
-Dos cosas. Nosotros, ya cuando tenía 14 años, nos vinimos al pueblo para que yo pueda hacer la secundaria. En esa época, mi casa estaba al lado de la de mis abuelos. Y yo pasaba mucho con ellos. Mi abuela, a la hora de la siesta tenía la costumbre de tirarse a descansar, mientras escuchaba Radio Colonia y hacía palabras cruzadas. Ese era mi divertimento. Acompañarla. En cuanto a los olores, ella cocinaba unos estofados espectaculares. Por eso, cuando me estaba por ir a estudiar a la facultad le pedí que me enseñe a cocinar algo. Y me enseñó a hacer arroz con leche y estofado. Una risa porque ella me decía “poné un poquito de esto y un puñado de aquello” ¿Pero cuánto? Le preguntaba yo. “Más o menos”, me decía… Tenía las recetas en la cabeza y les salía muy bien… a mí, más o menos (se ríe).
-¿Cuándo decidiste que ibas a estar vinculado al campo y estudiar agronomía? ¿Tuviste algún plan B?
-Yo soy clase 58. Fue la primera que hizo el servicio militar a los 18 años. Me tocó terminar el secundario y hacer la “colimba”, como se decía. Allí había un soldado que era psicólogo, que se había especializado en orientación vocacional y nos hizo una evaluación a los que estábamos allí. Me salió que tenía un espíritu persuasivo, que tenía que estar en el ámbito del comercio, de las relaciones interpersonales, y que podía estudiar diplomacia, docencia o agronomía. Diplomacia era mi sueño. Mi plan B hubiera sido ser diplomático… pero estábamos saliendo de una etapa fea del país, plena dictadura y tenía que estudiar abogacía para eso. Y eso ya no me gustó. Comerciante, no quería ser. Y agronomía la verdad que sí, porque más que nada, yo quería volver a mi pueblo y al campo que tenían mis padres. Así fue como me fui a estudiar a Balcarce, me quedaba cerca de Rauch.
-¿Qué hacés hoy como productor?
-Cuando me recibí me vine al pueblo, ingresé en la cooperativa como asesor técnico. También ayudaba a mi padre y mi tío en el campo familiar. Además de eso lo que más me interesaba era desarrollar la agronomía de mi cooperativa. Así pude organizar un trabajo de asesoramiento técnico a los asociados muy lindo. Incluso llegamos a formar un grupo de Cambio Rural. Estuve 14 años en la Cooperativa de asesor técnico.
-¿O sea que hace 40 años que arrancaste en el cooperativismo?
-En realidad, yo digo que arranqué acompañando a mi padre a buscar semillas a la cooperativa. Así fue como me fui integrando en el movimiento. Estoy convencido que el asociativismo es la gran posibilidad que tenemos los productores chicos de buscar soluciones a nuestros problemas. Juntos conseguimos mejores condiciones para acceder a insumos, mejores líneas de financiamiento y, logramos acceder a los beneficios de agregar valor a lo que producimos. Porque muchas veces entre el kilo de carne que vendemos salido del campo y el que pagamos todos en la carnicería hay una diferencia de cuatro o cinco veces más.
-Bueno, ustedes ya lo están haciendo eso…
-Si, desde CONINAGRO tenemos cooperativas que nos permiten capturar ese agregado de valor. En la cadena de la carne, hay cooperativas que son consignatarias de hacienda, otras frigoríficos y otras que tienen supermercados donde hay carnicerías. Entonces llegamos a la góndola con nuestra producción. Eso es en la carne, pero lo tratamos de hacer en todas las producciones que podemos.
-Te quería preguntar si en estos años que hace que estás vinculado a las cooperativas y el cooperativismo, viendo la evolución. ¿Es más lo que te entusiasma o lo que te bajonea? ¿Son más las cooperativas que se han formado o las que han tenido que cerrar las puertas?
-Tenemos muchísimas cooperativas agropecuarias que están pasando los 100 años. Han sobrevivido a los vaivenes de esta sociedad y la economía argentina. Quiere decir que los principios del cooperativismo siguen siendo válidos. Por otro lado, quizás haya menos cooperativas, pero que tienen más socios y más producción, han crecido en escala asociándose entre ellas. Seguramente hay errores que se hayan cometido, pero hay que aprender y eso es lo importante. Nosotros gestionamos las cooperativas, somos responsables por ello. Y rendimos cuentas. Todos los años hacemos las asambleas y todos los socios pueden pedir explicaciones y si quieren pueden presentarse ellos mismos también. Por todo esto, creo que tenemos a futuro promisorio para todo el cooperativismo.
-¿Por dónde creés que pasan los desafíos del cooperativismo?
-Creo que hoy es oportuna tu pregunta porque, por un lado, nuestro país tiene oportunidades sin igual para la producción de alimentos. Pero también hay cambios sociales, culturales, en los hábitos de consumo de la gente y estos consumidores, principalmente en los grupos etarios más jóvenes, nos demandan alimentos más saludables, con certificaciones, trazabilidad, y también les interesa cómo son producidos estos alimentos, con sustentabilidad socioeconómica y ambiental. Por acá pasan los desafíos de Argentina y también estamos afrontando los cooperativistas, que estamos trabajando en esto para poder llevarlos adelante.
-¿Qué te gusta hoy de lo que hacés?
-Una de las cosas por la que estudié agronomía es porque me gustaba trabajar al aire libre, en el campo. Eso por un lado. Pero luego aprendí que el productor muchas veces está ocupado cuidando sus animales y cultivos y no tiene tiempo ni capacidad para poder acceder a nuevos conocimientos o estrategias. Por eso es que una de las cosas que más me entusiasma es facilitarles a mis colegas productores la posibilidad de incorporar nuevas tecnologías o de cómo producir mejor, de acuerdo a la demanda. Lo que te decía antes. También, por supuesto, desde la posición que tengo hoy, poder gestionar el acompañamiento desde lo público es un lindo desafío, para que podamos producir más y mejor.
-¿Qué te resetea cuando venís cargado de problemas? ¿Qué te gusta hacer para relajar, cambiar la bocha?
-Me gusta estar al aire libre. Una forma de sacarme el estrés es salir a caminar, andar en bicicleta, pasear a mi perro, que era callejero y hoy me acompaña. Y por ahí mirar televisión… pero no noticieros.
-A la hora de cocinar, ¿tenés alguna especialidad?
-En ese sentido, hoy mi señora es una excelente cocinera, pero en la época de estudiante al que le tocaba cocinar era a mí. Vivíamos con tres amigos. Y una de las cosas que más me gustaba hacer era el peceto mechado con una salsa agridulce y unas papas al horno. También, de aquella época, el estofado de mi abuela. En la parrilla, no tengo la paciencia para estar una o dos horas al lado esperando que la carne se vaya asando. Además, ¡mi mujer también es una excelente parrillera!
-¿Qué ciudad o lugar visitaste y recomendás para visitar?
-Todas las ciudades tienen algo de atractivo. He estado en Roma, y me gustó mucho su historia, visitar el coliseo y las ruinas, te deslumbra. Pero hay una ciudad que me gustó mucho, chiquitita pero que tiene sus atractivos, que es Purmamarca, en Salta, donde podés degustar comidas muy ricas y ver paisajes increíbles. Cuando viajamos con mi señora nos gustan los atractivos turísticos, conocer historia y cultura del lugar, pero también lo gastronómico.
-¿Algún superpoder que te gustaría tener y por qué?
-Sería muy interesante poder percibir en la gente lo que está pensando. Porque valoro mucho la sinceridad, pero no es una cualidad que predomine mucho. También para aplicar en mesas de discusión con alguien del gobierno, por ejemplo, me gustaría saber qué está pensando el otro realmente para entender lo que pasa después…
Cuando elegís ver alguna serie o película ¿por dónde vas?
Me gusta mucho la ciencia-ficción. Donde vuele la imaginación, la creatividad, un poco de fantasía. Me miré todas las de “Harry Potter”, por ejemplo.
-Si pudieras viajar en el tiempo, ¿Dónde te gustaría ir y por qué?
-Me gustaría volver a la época de estudiante. Cuando fui a la facultad, también por cómo estaba el país, me dediqué mucho a estudiar. Y a lo mejor desaproveché muchas cosas. Y esto que no sea una apología a la vagancia, se pueden hacer las dos cosas perfectamente.
-¿Qué tema musical te gustaría dejar sonando para cerrar la charla?
-Un tema que siempre me despierta felicidad es “10.000 kilómetros”, de La Portuaria. Soy seguidor de Charly García, de León Gieco, pero ese es un tema que me gusta repetirlo y me pone bien.