Durante todo el fin de semana distintos científicos de todo el país estuvieron haciendo video conferencias entusiasmados por los resultados de una investigación llevada a cabo en Australia con una droga que podría conducir a una cura contra el Coronavirus. Se trata de la ivermectina, de uso tradicionalmente como antiparasitaria fundamentalmente en ganadería, que se utilizó en un ensayo in vitro para la inhibición de la reproducción del Covid-19.
En Bichos de Campo dimos cuenta de todas las repercusiones que había traído dicha investigación en el ámbito agropecuario. La novedad de que el popular Ivomec (marca comercial de la Ivermectina) podía ser la tabla de salvación que espera la humanidad despertó todo tipo de recuerdos sobre el uso de una droga que había sido todo un boom en los 80 y que llenaba de anécdotas a los ganaderos ya entrados en algunos años.
La esperanza gaucha: ¿Podrá la ivermectina salvar al mundo del coronavirus?
Entre esas primeras reacciones circuló un audio en las redes sociales. Muy de entre casa, quien explicaba la potencialidad de los ensayos en Australia era un tal Carlos Lanusse.
Carlos Lanusse es director del Centro de Investigación Veterinaria de Tandil, de la Facultad de Veterinarias de la Universidad del Centro, y es quizás el tipo que más estudio la molécula de la ivermectina, en principio, obvio, en lo que hace al reino animal, sobre todo su uso desde hace décadas en la ganadería. Desde hace un tiempo, sin embargo, en esta grupo también estudian “muchos fármacos de uso veterinario y el potencial que tiene en el uso en la medicina humana, algo que en el mundo se lo denomina como el reposicionamiento de viejas moléculas para nuevos usos, una práctica que se lleva a cabo desde hace varios manos por los altos costos en lo que hace al desarrollo e investigación de nueva moléculas y su introducción en el mercado, tanto de humanos, como veterinarios”, explicó el científico.
En diálogo con “Mañanas de Campo”, el programa que el colega Carlos Bodanza conduce en La Brújula 24 FM 93.1 de Bahía Blanca, explicaba que hay que poner “un poco de calma en el espiral de expectativas que se había generado” a raíz del paper de los investigadores australianos: es entonces en ese contexto de pruebas y “reposicionamientos” que surgen los resultados del estudio de la Universidad de Monash, en Melbourne.
Una de las conclusiones del estudio da cuenta que “la ivermectina es un inhibidor del virus causante Covid-19 (SARS-CoV-2) in vitro, a las 48 h en cultivo celular”.
Que diga ‘in vitro’ no es un dato menor. Significa “en una placa, en un ensayo, en condiciones de laboratorio, sin un animal de por medio”, aclara Lanusse.
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“La ivermectina se estudia desde hace 10 años también como antiviral. Hay varios trabajos previos a este, que poner a la ivermectina con la capacidad de inhibir la resproducción de varios virus, pero a concentraciones elevadas. También tenemos muchísimos años y estudios de ivermectina y todo lo que sucede en los organismos pero siempre en el combate contra parásitos, no contra virus. Y ahí está el gran desafío del momento, lo que viene ahora es poder encontrar una dosis suficiente para tratar a un paciente con Covid-19, la cantidad suficiente que sirva para inhibir la replicación del virus en el pulmón de una persona infectada”, se entusiasmó Lanusse.
“Es una oportunidad que aparece como razonable ¿Por qué? Porque la ivermectina primero ya está aprobada para el uso en medicina humana. Respecto a una molécula nueva no necesita largos procesos ni fases de aprobación, ya la tenemos en disponible”, afirma. Además, la ivermectina se fabrica en muchos laboratorios de Argentina, y obviamente se distribuya a todas las veterinarias del país.
Todas esas oportunidades son las que vieron varios investigadores locales que durante todo este fin de semana comenzaron a analizar “la posibilidad de trabajar en el diseño y aprobación de ensayos que permitan evaluar el efecto de este fármaco en pacientes infectados con coronavirus”, afirma Lanusse.
“Lo próximo es conseguir las autorizaciones en hospitales, contactar a enfermos que acepten someterse a estas pruebas y esperar la aprobación de un comité de bioética y así conseguir un protocolo de atención”, explica Lanusse.
Hasta allí lo que hace a lo humano, pero volvamos a lo ganadero, que es lo que nos interesa a los Bichos de Campo.
Lanusse no deja de pasar por alto otra problemática que en ganadería también hizo famosa a la ivermectina: sus grandes resultados en los 80 llevó a un mal uso o a un abuso de la drogra, generando resistencias. Algo similar a lo que sucedió, en paralelo durante los mismos años, con el glifosato y a la aparición de las malezas resistentes en la agricultura y el monocultivo.
“Por cuestiones que tuvieron que ver con el uso no adecuado, masivo o no racional, hoy tenemos una problemática establecida y muy seria que es el problema de los parásitos que resisten a la acción de la droga”, explicó.
También habló de los problemas que esos abusos de la ivermectina trajeron al medio ambiente. Entre ellos, la curiosa disminución de las poblaciones de escarabajos estercoleros o “peloteros”, como también se los conoce justamente por hacer pelotas de bosta. Como todo insecto coprófago (básicamente, que come estiercol) son fundamentales para el medio ambiente. Se encargan de limpiar el suelo y la disminución de ellos hasta trae impactos productivos: ralentiza la recuperación de las pasturas en los planteos ganaderos.