Como por arte de magia, de pronto ya está servido y sobre la mesa. El copón con líquido anaranjado brillante me espera y unos metros más allá Ricardo sonríe. “Hace un rato dijiste que te gustaba el Aperol y acá está”, dice. Yo también me río y brindo de lejos con él.
Pienso que atender a los demás con ganas y verdadera vocación de servicio es una cualidad maravillosa porque hace que uno se sienta muy bien como invitado. Y seguro que Ricardo Molini ha desarrollado esta capacidad, porque hace muchísimos años que cocina y “desde siempre para muchas personas”. Sospecho que para la misma época en que también empezó a iniciarse como mecánico de maquinaria agrícola en la zona del sur de la provincia de Buenos Aires. Ya me lo contará él.
“Siempre fui hincha de Pacífico de Bahía Blanca y ahí también puse en práctica mis conocimientos de cocinero ya que el club se distingue por ser el de los mejores asados, a los que concurrían en promedio 250 personas”, grafica este cocinero/mecánico, que fue presidente del club 4 años y 8 vice (nota al pie: se enorgullecen de tener el mejor césped de la Liga del Sur y si bien no sé mucho de canchas doy fe de que pisar ese pasto sin zapatos fue una gran experiencia).
“Así que siempre estuve entre los dos oficios, porque mientras vivía en el campo y trabajaba oficialmente como mecánico de maquinaria pesada (tractores, cosechadoras) tal como lo hicieron mi padre y mi abuelo, también cocinaba”.
A esto se sumó que luego -y ya con el apoyo de su esposa Alicia- siempre era el encargado de preparar grandes comidas para toda la familia, y les salían tan bien trabajando en equipo que en 2013 decidieron pasar del hobby al emprendimiento. Así, el 20 de julio de ese año, para el Día del Amigo, Ricardo y Alicia realizaron su primer servicio profesional de gastronomía en un local de Cabildo, a 46 kilómetros de Bahía Blanca. Y parece que el gusto por cocinar quedó en la familia ya que Ximena, una de las hijas del matrimonio, de tanto ver a su papá cocinar decidió dejar la carrera que estaba haciendo para dedicarse de lleno a estudiar gastronomía y luego a dar clases de cocina a los niños.
Todo iba de maravillas, pero sabemos que a veces “pasan cosas”, y que este país es por lo menos complicado. Todo cambió cuando en 2020 tuvieron que cerrar el salón debido a la pandemia de Covid. “Fue un momento muy muy difícil”, recuerda Ricardo. Alicia agrega: “Fue también un repentino cambio de vida”.
“Por suerte desde 2017 ya nos habíamos sumado al grupo INTA Cambio Rural de turismo Tradiciones Mediterráneas, que nos permitió unir lo que nos apasiona que es el campo y la gastronomía, y nos brindó la enorme posibilidad de cocinar al aire libre, que es lo que se permitía pos-pandemia, así que cuando tuvimos que dejar el local sentimos tristeza pero también sabíamos que había una oportunidad a través del turismo”.
El año 2020 también fue el momento en que dejaron el pueblo y se fueron a vivir al campo, a la finca Olivos del Napostá, que también integra el grupo de turismo rural del INTA. Ya en 2021 comenzaron haciendo almuerzos al aire libre y “día de campo”, lo cual tuvo mucho éxito porque ellos notaban que el turista, en especial el de grandes centros urbanos, estaba altamente deseoso de salir del cemento y pasar un día en el verde, comiendo cosas ricas y mezclando relax y diversión.
Ricardo, Alicia y Ximena se dedican hoy a la gastronomía rural y al turismo, haciendo sinergia con el grupo INTA y siempre buscando innovar en sus propuestas. A mí me tocó experimentar sorrentinos de cordero, postres de toda clase y, sobre todo, un servicio profesional y cálido a la vez (lo del Aperol fue solo el inicio).
“Lo que más nos piden es el clásico cordero asado y picada de campo, porque nuestros clientes vienen buscando la ruralidad, no quieren saber nada de cosas gourmet, quieren platos tradicionales y abundantes”, describe Ximena.
Alicia agrega: “A veces innovamos en los postres y cada vez nos piden más platos vegetarianos, así que nos vamos adaptando; también hacemos escabeches, chacinados y mermeladas para vender en el emprendimiento y Xime, además de cocinar, también da ´masterclass´ de cocina, sobre todo de pasta rellena kilómetro cero, porque todo viene de la huerta y va directo a la mesa”.
“Nos gusta mucho lo que hacemos y nos ha unido aún más como familia”, asegura Ricardo, que a la vez destaca la importancia de pertenecer a Tradiciones Mediterráneas: “Estar en el grupo nos dio esta posibilidad de desarrollo, que se sigue potenciando por el accionar de todos los integrantes y de Isabel Haag, la asesora. Queremos visibilizar el campo y todo lo que tiene para ofrecerle al turista y a la sociedad”.