La Asociación Civil Fertilizar, que nuclea a las empresas más importantes en nutrición de cultivos, presentó en conjunto con el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), los resultados de un estudio realizado en el NOA y NEA, donde se evaluó la disponibilidad de nutrientes en el suelo y el impacto de la agricultura en dicho territorio.
En dicho informe, según los elaboradores, se pudo determinar que la disminución de la disponibilidad de algunos nutrientes explicaría parte de la brecha productiva actual, que en soja y maíz es cercana al 50%.
En este estudio que determina la salud de los suelos en las regiones de norte, se llegó también a la conclusión que, a pesar de las diferencias con los suelos pampeanos, “al comparar la condición prístina de la cultivada en estas regiones con poca historia agrícola, los impactos fueron, en proporción, similares a las que se encontraron en la región pampeana”, según los realizadores del estudio.
En este sentido, se determinó una degradación de los suelos: La pérdida de fertilidad y de materia orgánica los han dejado más vulnerables a los impactos ambientales y climáticos.
A su vez, encontraron una disminución en la disponibilidad de nutrientes como el fósforo -principalmente-, pero también el potasio en el noreste de Santa Fe y norte de Entre Ríos, que experimentaron notables reducciones, lo que podría afectar la capacidad productiva de los suelos.
En contenido absoluto, se determinó una importante reducción de la materia orgánica (promedio) para toda la región NOA y NEA, lo que produce una mayor susceptibilidad a la erosión y menor abastecimiento de nitrógeno y azufre por mineralización.
Además, se advirtieron zonas con potencial deficiencia de calcio y magnesio, mayormente en el centro-norte de Santa Fe, región con larga trayectoria de producción tambera.
Como si esto fuera poco, se relevó una marcada disminución de los micronutrientes, con especial relevancia en zinc (Zn) y boro. Respecto del Zn, las zonas con potencial problema de deficiencia fueron el este de Tucumán, la región central de Santiago del Estero, el noreste de Córdoba, el norte de Santa Fe y el norte de Entre Ríos.
“Es alta la probabilidad que la deficiencia de este nutriente esté incidiendo sobre la brecha de rendimiento de los cultivos”, comentó el Ingeniero Agrónomo Dr. Hernán Sainz Rozas, de la Unidad Integrada Balcarce del INTA.
Las zonas con potencial problema de deficiencia de boro fueron parte del este de Tucumán, el centro-este de Santiago del Estero, el noreste de Córdoba, el norte de Santa Fe y el norte de Entre Ríos. Por último, en cuanto al hierro, se detectaron bajos niveles en la región central de Santiago del Estero.
Sobre las variaciones de pH, a diferencia de la región pampeana, donde tiende a disminuir con el uso agrícola, en algunas áreas del NOA y NEA se ha registrado un aumento del pH debido al uso agrícola. Se encontraron zonas con pH mayores a 7.5 (problemas de deficiencias de micronutrientes catiónicos) y otras con pH menor a 6 (problemas de acidez y disponibilidad de calcio). “Esto presenta desafíos adicionales para la gestión de nutrientes”, comentaron desde Fertilizar.
La jornada fue presentada por el vicepresidente de Fertilizar Jorge Bassi, quien destacó que el Mapa es la concreción de “un proyecto ansiado” y lo definió como “el estudio que proporciona datos cruciales para el diseño de estrategias de manejo sostenible de suelos en regiones de alta fragilidad ambiental y constituye una herramienta fundamental para la toma de decisiones en materia de políticas agropecuarias vinculadas al uso de los fertilizantes y la conservación de los suelos”.
Por su parte, el presidente de la entidad, Roberto Rotondaro, enfatizó en la importancia de contar con mapas de nutrientes para lograr diagnósticos más precisos y poder implementar estrategias de fertilización de acuerdo a las necesidades puntuales de cada ambiente.
Rotondaro destacó que las regiones del NEA y NOA representan “más de 6 millones de hectáreas y es importante conocer cómo fue el impacto del uso productivo en estos agro-ecosistemas más frágiles, en los cuales cualquier acción puede provocar un deterioro en un tiempo más corto”.
Hernán Sainz Rozas describió que para concretar el mapa se cuadricularon y se obtuvieron muestras georeferenciadas de 349 sitios, en los cuales se midieron distintas propiedades del suelo.
A la hora de las recomendaciones para iniciar una recuperación de la fertilidad, Sainz Rozas propuso intensificar las secuencias de rotaciones de cultivos, incluyendo más cultivos de servicios, rotaciones con pasturas o abonos orgánicos con el propósito de aumentar el ingreso de carbono al suelo.
Además, recomendó seguir monitoreando el pH de los suelos por ser un factor clave en la disponibilidad de nutrientes; aumentar las dosis de fósforo en lotes que lo ameriten y controlar también los niveles de cationes básicos como calcio, magnesio y potasio; y empezar a incluir en el análisis de suelo de rutina nutrientes como el zinc y boro y, en algunas zonas también hierro.
Roberto Rotondaro también anunció la próxima realización de la edición 2024 del Mapa de Nutrientes de la Región Pampeana (el anterior se presentó en 2018), ampliando aún más el conocimiento científico sobre el estado de los suelos en Argentina y el impacto del manejo agrícola.
Respecto de este próximo estudio, enfatizó: “Con este mapa podremos tener la visión completa y actualizada de los nutrientes en los suelos agrícolas a nivel país, pudiendo comprender cómo estamos respecto de los suelos originales y cuál es el impacto de los manejos agrícolas que estamos realizando. La información completa y de actualidad nos permitirá comprender la situación argentina en materia de uso y preservación del recurso suelo, vital para nuestro sector productivo.”