Las noticias de la zafra tucumana parecen alentadoras. Por estos días se habla de cifras record en cuanto a superficie implantada y rendimientos superiores de caña para molienda. Según técnicos de la EEA Obispo Colombres, están siendo cosechadas más de 300.000 hectáreas, lo que representa un crecimiento del 1,5 %, con respecto al año anterior y arrojaría más toneladas de caña para la industria azucarera y de biotanol. Además, señalan que hubo un incremento promedio de 0,9 puntos en los niveles de azúcar que presenta la caña, lo que, además, mejora el rendimiento industrial.
Se habla de súper producción de caña ya que, históricamente, Tucumán tuvo entre 200 a 220 mil hectáreas de caña. Hoy, los datos oscilan entre las 295 y 305 mil hectáreas, que es el límite que tiene Tucumán para la producción de caña de azúcar. Ese crecimiento se debe a que se extendió la frontera cañera hacia el este tucumano (desplazando la soja) y los ingenios pusieron mucha caña debido a los buenos precios de años anteriores.
Otro factor a considerar es que el limón, la vedette exportadora de la provincia, se encuentra en franco retroceso, por ende muchos productores optaron por poner caña donde antes había plantaciones de este cítrico.
En este contexto, Bichos de Campo habló con dos productores cañeros que compartieron sus puntos de vista sobre esta súper producción y la situación por la que atraviesan los pequeños y medianos productores.
Uno de ellos es Pablo Vega, pequeño productor de caña de azúcar del departamento Montero. Pablo es presidente de Cooperativa Agrícola Pilco, una organización que nuclea a más de 120 pequeños productores de caña de azúcar. A su vez, es presidente de la Federación de Cooperativas Cañeras de Tucumán, la cual nuclea a siete cooperativas cañeras de la provincia.
Sobre la información que circula Pablo reflexiona. “Con respecto a la zafra actual, la realidad es bastante compleja y mucho más todavía para el sector de los pequeños productores, teniendo en cuenta que el precio de la bolsa de azúcar con el que estamos trabajando está igual o por debajo del precio que teníamos en el año 2023. Teniendo en cuenta que, desde el 2023 hasta este año, hemos tenido un incremento bastante notable en lo que hace a los costos productivos, la situación se complejizó bastante”.
“Así que ésta es una zafra muy compleja. Se estima y se dice que la producción es buena, que hay mucha superficie de caña, por arriba de los promedios, y eso hace que aumente la oferta. Teniendo en cuenta que tenemos costos altísimos y que la bolsa de azúcar, que es nuestra moneda de cambio, está en valor muy bajo, la situación es bastante difícil”, indicó.
La bolsa de azúcar, hoy en día, tiene un valor de 23 mil pesos con el IVA incluido y de 21 pesos, informalmente. Productores y especialistas sostienen que ese valor representa quebranto puro. Solamente los costos de la cosecha (semi mecanizada y mecanizada) más el flete alcanzan los 13 mil a 15 mil pesos, dependiendo de la distancia que hay desde el campo hasta el ingenio.
“Entonces, teniendo en cuenta que de una tonelada de caña de azúcar obtenemos una bolsa y un poco más de azúcar, estaríamos ocupando por tonelada 15 mil pesos, generalizando, para cubrir solamente lo que son los costos de cosecha y flete. De ahí, lo que quedaría serían 8 mil pesos por tonelada. Con eso tenés que tener en cuenta las labores para preparar la caña para la siguiente cosecha, el cultivo, la aplicación de los agroquímicos, el agroquímico, así que, con esos números, prácticamente estaríamos trabajando en una zafra que estaría dando pérdida”, calcula Pablo Vega.
El otro entrevistado es Juan Racedo, miembro de una familia productora de la zona de Monteros. Él suma su preocupación por la rentabilidad actual de su actividad tradicional.
“Estamos en tiempo de cosecha y vamos medianamente bien, estoy hablando entre medianos y pequeños productores de la zona. Creo que lo que nos está jugando una mala pasada este año es la baja rentabilidad que está teniendo la producción, el precio del azúcar está muy bajo y, lamentablemente, el margen de trabajo y la rentabilidad está siendo poca, así que los pequeños y medianos productores están en un año de crisis que puede, seguramente, agravarse para el año si seguimos con la misma circunstancia”, dijo.
Y agregó: “Estamos esperando que el azúcar suba y vamos trabajando, medianamente, a lo que se puede. Pero creo yo que no tan solo la actividad cañera está así, hay muchas actividades que también están trabajando de la misma manera, a un costo muy alto para levantar la producción y la materia prima no está siendo bien vendida en el mercado, o sea, el precio”.
-Si el precio es tan malo y se trabaja casi a pérdida, ¿qué explica la súper producción actual?
Pablo Vega nos da su respuesta. “Cuando se habla de récord de producción hay diferentes motivos, por un lado nosotros creemos que se debe a que, en el 2023, el precio del azúcar ha sido extraordinario porque veníamos de dos o tres años de sequía, no lo recuerdo bien, pero se estimaba que la producción iba a ser bastante baja. Y al tener un súper precio lo que ha sucedido es que por ahí productores que realizaban otras actividades o campos que estaban implantados con otros cultivos se han pasado a caña y, estamos hablando de campos que son de extensiones bastante grandes”.
Hoy, con sobre oferta de producto, los precios no cubren los costos productivos y los más perjudicados son los pequeños y medianos productores que tienen menos respaldo económico.
Otro factor en el bajo precio del azúcar estaría dado por otra industria, la de los biocombustibles. Las naftas argentinas tienen un agregado de alcohol (un corte) del 12%. La mitad de ese alcohol proviene del cultivo de maíz, sobre todo de Córdoba y el restante de la caña de azúcar, en general procedente de Tucumán y Jujuy. En otros países, como el vecino Brasil, el corte está en el 27%, insumiendo más producción de maíz y caña, para la elaboración de sus naftas.
Es un viejo reclamo de ambos sectores. Si se aumentara el porcentaje de corte de nuestros combustibles, habría menos caña disponible para elaborar azúcar, y su demanda y su precio aumentarían.
La exportación de azúcar también es clave. Especialistas aseguran que exportando un piso de 600 mil toneladas, habría menos disponibilidad para el mercado interno y su precio se valorice. El año pasado, los ingenios tucumanos se pusieron de acuerdo y lograron sacar ese excedente. Este año están intentando lo mismo, aún embarcado a pérdida.
Pero la problemática que presentan los pequeños y medianos cañeros no es nueva, viene desde los años 90, momento señalado, por técnicos y productores, a partir del cual hubo un acuerdo entre los industriales para comprar las tierras donde se produce caña de azúcar. En aquel entonces el 70% de la caña que iba a los ingenieros era de los productores y el 30% era de la industria. Hoy, esa relación cambió radicalmente y se estima que el 90% de la caña proviene de la industria y el 10% de productores.
En ese contexto el productor queda sujeto a la industria, con nulo margen de negociación y escaso control sobre los rendimientos y valor de su producción cuando ingresa a los ingenios. Muchos productores lamentan que la actividad de sus gremios, como la Unión de Cañeros Independientes de Tucumán (UCIT) no sea tan efectiva como años anteriores, situación que se agrava con la débil participación en el control del Instituto de Promoción del Azúcar y el Alcohol de Tucumán (IPAAT).
Con el ímpetu intacto, Pablo Vega rescata que “por ahora en esta zona donde nosotros estamos las heladas no han impactado tan negativamente. Por ahora han sido bastante leves lo que han hecho, simplemente han ayudado a que la caña termine con el ciclo de crecimiento y hoy esté en concentración de azúcar en el jugo. Por ahora todavía no la está deteriorando, pero bueno, si continúan las heladas con mayor intensidad es muy probable que estemos hablando de resultados negativos tanto para la caña semilla que es para las nuevas renovaciones como en el rendimiento fabril también”.