Del otro lado del Río de la Plata, en el departamento Colonia de Sacramento, ubicada a unos 100 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, el bodeguero uruguayo Leandro Fripp se sumó en 2018 a la reinversión de la vitivinicultura tradicional, como una alternativa a la crisis que hace tiempo venía padeciendo la actividad. Así, justo en medio de unas 4 hectáreas de viñedo que heredó de su padre, el productor de 34 años levantó un coqueto restaurante, con un mirador de 5 metros, pensado especialmente para recibir a turistas argentinos, quienes representan el 80% de los visitantes que recorren esa histórica ciudad cada año.
Si bien el productor conserva las mismas plantas de uva con la que arrancó a producir su familia en la década del 70, se ha propuesto llevar a la Bodega Fripp a otro nivel. En ese empeño pasó de elaborar 200 mil litros de vino de mesa a granel -el más consumido actualmente por los uruguayos- a fabricar alrededor de 12 mil botellas “de calidad premium” que comercializa exclusivamente en su restaurante, bajo la marca Ilusión.
“Elaboramos la emblemática cepa uruguaya Tanat, un vino muy estructurado y muy intenso que se adapta muy bien la clima uruguayo y es el vino ícono de la bodega. Después elaboramos un Merlot y un Cabernet franc. Por otro lado y un poco la joyita de la bodega y de esta zona son los Marselan, un vino muy aromático y suave que le encanta al público extranjero que visita nuestro restaurante”, contó Fripp a Bichos de Campo.
Fripp cuenta haber arrancado con la bodega en 2008 con solo17 años, utilizando equipos muy precario instalados debajo de un árbol. Actualmente cuenta con tecnología importada directamente de Italia con la cual pretende perfeccionar su nuevo modelo de negocio basado en el enoturismo.
“Estamos en un momento muy difícil de la vitivinicultura y hay un sobrestock de vino a nivel mundial y eso hace que muchas bodegas se reestructuren. Eso fue lo que nos pasó a nosotros. Entonces venimos desarrollando un proyecto enoturístico muy importante, que arrancamos de cero. Es un proyecto pequeño, muy familiar y nuestro objetivo es ofrecer un menú maridaje con una gastronomía muy cuidada, apostando a los productos locales, que son muy diversos”, detalló el uruguayo.
Además de la gastronomía, Leanardo y su hermano, quien se encarga directamente de las labores agrícolas en el viñedo, han organizado una ruta del vino para mostrarle a los turistas su particular forma de producir.
“Este es un proyecto que fue pensado para el público de Buenos Aires. El restaurante está diseñado para que la gente se desconecte totalmente de la ciudad. El viñedo se trabaja de forma natural y lo más amigable posible con el medio ambiente. La diferencia que tenemos con el resto, es que se hace todo manual y como es un predio tan chiquito, nos permite seleccionar prácticamente racimo por racimo de la uva que queremos a llevar a nuestras botellas. Hacemos todo un recorrido guiado por nuestros viñedo y le mostramos a los turistas el proceso productivo del vino directamente en nuestra bodega”, terminó diciendo.