El sector cuenta con una ventaja respecto de otros, porque lo último que va a hacer la gente es dejar de comer. En realidad, comida es lo primero que trata de asegurarse. Y en efecto, en la primera semana del aislamiento, una imagen que confirmaba esta situación fue la de cientos de personas saliendo de los supermercados o negocios de cercanía con papel higiénico en una mano, y carne, pan y leche en la otra.
El mercado interno el primero, el mayor y el más fiel cliente de los ganaderos argentinos. Con la pandemia entre nosotros, el interés renovado de los argentinos por la carne se reflejó en las góndolas, donde los precios tuvieron un salto de 5,8% entre marzo y febrero, luego de un arranque muy tranquilo del año. Entre febrero y enero, en rigor, la suba había sido de solo 1%.
Todavía falta computar la suba que se produjo con posterioridad a la medición de mediados de marzo que hizo el IPCVA (Instituto de Promoción de la Carne Vacuna) y que cerró previamente al jueves 19, cuando se anunció la cuarentena . Lo primero que hizo la gente por esas horas fue salir a comprar carne y se produjo el ya famoso “efecto freezer”.
Un importante exportador de carne vacuna lo graficó de esta manera: “Desde el supermercadismo nos dicen que vendieron tanta carne en la primera semana de cuarentena como en la semana de las fiestas”. Esto fue confirmado por otros carniceros consultados. Las cámaras frigoríficas se vaciaron esos días, y se llenaron las heladeras.
Fue allí que los precios mayoristas y minoristas de la carne volvieron a subir peligrosamente, y que la Secretaría de Comercio Interior “intervino” pidiendo informes a la cadena, para morigerar de ese modo una fuerte suba de la media res.
Para marzo las consultoras privadas esperan un inflación de 2,7%, lo que significaría un acumulado de 7% en los primeros 3 meses del año. Mientras tanto, ¿qué pasó con el mercado ganadero?
Si se toman los precios promedio del Mercado de Liniers, en los primeros 8 días de abril la suba del novillo respecto de la primera semana de enero fue de solo 3,5%. Es decir que en esta categoría bovina, el alza de precios ha sido menor a la inflación, debido a que se cayó la demanda europea y que también desapareció la venta para hoteles y restaurantes en el mercado local.
Fue bastante mayor la suba en los lotes de animales más livianos, que son los preferidos por el consumo local. Al cabo del primer cuatrimestre, los novillitos aumentaron 9,5% y las vaquillonas lo hicieron 10%. En estos casos hay que tener en cuenta que estamos en el momento del año de menos oferta para estas categorías, que además son las reclamadas por los sectores con mayor poder de compra.
En cuanto a las vacas, respecto del inicio de enero hubo una baja del 2% en los precios. Esto tiene que ver la caída de las ventas a China, que recién ahora lentamente comienzan a activarse.
¿Y cómo sigue? El mercado ganadero no parece tener muchos fundamentos alcistas al menos en el corto plazo. La faena es alta, las exportaciones bajaron, y por otro lado hay muchos canales comerciales que cerraron por la suspensión de la vida social en la Argentina. Pero por otro lado hay que destacar la voracidad de la demanda interna, que evidentemente le asigna a la carne vacuna un sentido particular: comer carne es mucho más que comer; es alimentarse del mejor modo.
De mediano plazo el horizonte parece más promisorio. Se espera que hacia mediados de año se normalicen las ventas a China y un poco más tarde los embarques hacia Europa, aunque a un precio más bajo que el de fines del año pasado. Las compras asiáticas son vitales para los frigoríficos exportadores y serían una vez más el factor estabilizador del mercado ganadero, que permitiría ponerle un piso al precio de categorías como la vaca y desagotar así al mercado local.