La empresa semillera Nidera recordó que se están cumpliendo 25 años desde la irrupción en el agro argentino de los trigos Baguette, como se conoce a una línea genética de origen francés que mejoró notablemente los rendimientos del cultivo en el país aunque a costa de perder algunos puntos de proteína y otras características.
“La introducción por parte de Nidera de las primeras variedades francesas produjo un quiebre en la productividad y el manejo del cultivo. En poco tiempo no sólo se duplicaron los rindes, también cambiaron las formas de entender al trigo”, se congratularon desde la empresa que introdujo estas variedades, en un verdadero hito.
Eduardo Leguizamón y Francisco Firp fueron los ejecutivos de Nidera que en 1998 “se animaron a introducir al país una serie de líneas de trigo con germoplasma francés. El altísimo potencial de rendimiento fue su primera característica diferencial. La calidad, un tema que abrió debate”, reconocen en la propia semillera, para la cual “la calidad de estos trigos respondía a las necesidades que la industria panadera estaba dispuesta a pagar y proponían la ecuación comercial ideal para los productores”.
En el 2000, los lotes argentinos comenzaron a sembrarse con el Baguette 10, el primero de una serie de 24 variedades comerciales lanzadas al mercado por Nidera Semillas durante un cuarto de siglo.
El rendimiento del trigo, estancado hasta entonces, comenzó a escalar exponencialmente hasta superar 100 quintales por hectárea en las principales regiones productivas, aunque los promedios nacionales continúan muy lejos de esa marca.
Nidera destacó que “de la mano del incremento de rindes y el conocimiento desarrollado por los técnicos de Nidera también desembarcaron paquetes tecnológicos como las fertilizaciones, el control de enfermedades con fungicidas, los monitoreos, el ajuste en las fechas de siembra a partir de la aparición de variedades de distintos ciclos adaptadas a diferentes ambientes de acuerdo a sus requerimientos de frío, fotoperíodo y velocidad de secado, por ejemplo”.
“El cultivo dejó de ser defensivo para convertirse en uno con gran potencial de rinde, estabilidad y una marcada respuesta al manejo. Las estructuras de las plantas se fueron adaptando para sostener rindes de 100 quintales por hectárea sin revolcarse. Además, se logró combinar el concepto de calidad comercial e industrial con el de rendimiento y se comenzaron a considerar otros parámetros de calidad como el alveograma, gluten, entre otros”, destacó el comunicado de la empresa.
Javier “Chiqui” Latorre, que ya trabajaba en Nidera Semillas hace un cuarto de siglo, recordó: “Experimentamos decenas de líneas y eso nos permitió desarrollar un nivel de conocimiento muy profundo del trigo y de esta nueva genética”. Además, el actual responsable de Desarrollo de Producto de Nidera para el sur de la provincia de Buenos Aires, consideró que “en medio de los cuestionamientos iniciales vinculados a los niveles de calidad, logramos hitos como el Baguette Premium 11, lanzado en 2004, un trigo que aportaba gran rendimiento con calidad”.
Hoy Nidera maneja un portfolio de 10 variedades de trigo, entre las que se destaca el Baguette 620, el material más sembrado del país en el 2022 y 2023.
Pablo Abbate es especialista en ecofisiología de INTA Balcarce. En 1998, uno de sus principales focos de trabajo era justamente encontrar mecanismos que aumenten el rendimiento. “A finales de los años ‘90 el rendimiento en Argentina estaba subiendo a un ritmo más o menos igual que el de Estados Unidos. A partir del 2000, con la introducción de los trigos franceses por parte de Nidera, la productividad se disparó. En Balcarce hemos tenido trigos de 114 qq/ha y algunos experimentales han superado los 120 qq/ha”, recuerda el especialista.