Maximiliano Maldonado tiene 42 años y vive en Funes, cerca de Rosario, en Santa Fe. Suele trabajar en la zona pero siempre está atento a que suene el teléfono que lo convoque a emprender una aventura. Le dicen (y esto hay que leerlo con el tono del Superagente 86): “Hola Max… Te necesitamos. Tenemos una misión para ti”. Y él sale rápido a ponerse el traje de “langostero”.
-¿Qué es ser langostero?
-Es un sentimiento. Cuando uno empieza a trabajar en el ámbito de los langosteros del Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) sentís la calidez humana, la responsabilidad. Este trabajo me gusta y si me pidieran parar nunca lo haría.
-¿Es para tanto?
-En serio. Ser langostero es un orgullo. Es muy lindo decir que sos langostero.
-¿Y qué hacen?
-Somos el personal del Senasa que se ocupa del seguimiento de la langosta, en este caso de la Sudamericana, pero también de la tucura quebrachera o de otros acrídidos. Yo estoy en el grupo desde 2017, pero tenés langosteros que tienen 40 años de trabajo en Senasa. Este no es un programa que nació hace tres o cuatro años. Está hace décadas. Es más, la Argentina es una eminencia en el tema de control y seguimiento de la langosta. Hay una persona que es un especialista, David Hunter, que un congreso internacional nos comentaba que su país, Australia, había copiado el sistema argentino para luchar contra esta plaga.
A Maximiliano el teléfono le sonó el 18 de junio. Contestó y le dijeron que una enorme manga había ingresado a Santa Fe por el norte y se había instalado cerca de Reconquista. El técnico agropecuario ya había acumulado experiencia suficiente como langostero y de nuevo requerían de sus servicios. Ya había estado persiguiendo a esos insectos desde la emergencia que se declaró en 2017, cuando las langostas llegaron a las puertas de la mismísima ciudad de Córdoba. A partir de entonces no paró. Estuvo trabajando en la frontera con Bolivia, en La Rioja, en Chaco, en Santiago del Estero.
-¿Desde hace cuánto tiempo que no volvés a tu casa?
-Mirá, me fui un viernes. Todo este periplo arrancó el 18 de junio. Ahí fue que empezamos a seguir la manga con mis compañeros de Villa Minetti. Hasta que el 21 de junio entró a Corrientes. Desde allá me llamaron hace una semana para reforzar el equipo.
Maximiliano viajó entonces a Corrientes, donde por culpa del Covid-19 le debieron hacer el hisopado. Cuando a las 48 horas el resultado dio negativo, salió corriendo hacia el campo y se sumó a un equipo de langosteros que integran Hilda Molina, de Corrientes Capital; Federico Haberle, de Bella Vista; y Guillermo “Chiqui” Fernández, que proviene de Mocoretá. “Todos langosteros”, ratifica Maldonado en diálogo con Bichos de Campo.
-¿Y cuál es la tarea de un langostero?
-Hay gente de Senasa que trabaja todo el años de langostera, en las zonas donde la presencia de estos acrídidos es permanente: Santiago, Catamarca, La Rioja, el norte de Córdoba y Tucumán. Después hay gente que tiene otras funciones dentro del área vegetal de Senasa, pero que fue convocada cuando la langosta reapareció en 2017 por Jujuy, Salta y el Chaco. Yo soy relativamente nuevo en esto. Pero es un laburo tan lindo que uno termina enamorado. Arrancamos todos los días temprano. Nos morimos de frío en invierno y de calor en verano. Pero es apasionante.
-Pero decime qué hacen…
-El laburo nuestro arranca muy temprano a la mañana y por ahí mientras desayunamos, a eso de las 7 y media, organizamos nuestro día. Generalmente somos dos equipos de dos personas por camioneta. Lo primero que solemos hacer es chequear en el Windy la dirección de los vientos. Luego se coteja con el último punto donde vimos la manga para definir la estrategia. Por ejemplo, ayer hubo una aplicación aérea sobre esta manga que ingresó a Corrientes. Como la manga no se movió mucho, se marcó el punto, los equipos nos desplegamos uno al este y otro al sur.
-¿Entonces básicamente consiste en seguir a la plaga?
-Claro, la tarea nuestra es no perderla de vista. Para eso hacemos una red de comunicación con los productores y las poblaciones locales. En este momento contamos con la ayuda de un montón de gente de Corrientes. Los productores nos van informando.
-¿Te sucedió alguna vez que perdieras el rastro de una manga de langostas?
-Y sí, a veces perdés la manga. Pensá que vos vas para un lado en la ruta y la manga se va para el otro lado. Ese es el encanto de nuestra tarea. Vas buscando caminos para poder llegar. Hay muchos lugares donde no podés acceder. Ahora mismo, en Corrientes, para ubicar la posición de las langostas tuvimos que movilizarnos a caballo y con ayuda de un baqueano.
-¿Y para qué sirve saber dónde se detiene la manga de langostas?
-Porque es el mejor modo de combatirlas, cuando están en tierra. Cuando la plaga vuela no ha sido muy efectiva la aplicación de insecticidas, eso está demostrado. Los productores nos pedían eso: lo intentamos pero no matamos ni media langosta. Por eso hay que esperar que se asienten para hacer una aplicación.
-Entonces el combate es mejor cuerpo a cuerpo, en tierra…
-Lo ideal es aplicar cuando la langosta pone los huevos, porque las que nace no vuelan, son saltonas. Antiguamente, según me contaba mi abuela, cuando era saltonas las acorralaban con una chapa, las iban siguiendo haciendo ruidos y las retenían contra unas chapas. Luego ahí las mataban con un lanzallamas. Eso era en los años 30 o 40 y a ese sistema se lo conoce como Carcarañá.
-¿Con un lanzallamas como el de los cazafantamas?
-Sería algo así. Ahora se hacen aplicaciones con químicos. La langosta Sudamericana, que es la nativa de nuestra zona, pone los huevos en zonas limpias. al costado de los caminos. Nacen y empiezan a caminar. En diciembre estuvimos en la zona del noreste de Salta. Había una manga en la ruta 34, cerca de Salvador Mazza. Entre el kilómetro 15 y el 65 de esa ruta tenías una alfombra negra con las ninfas. Millones de langostas caminando sobre la ruta. Para esos casos el equipo del Senasa tiene turbo-soplantes arriba de las camionetas. Con eso las liquidamos.
-Pero ahora en el caso de Corrientes ya no son langostitas bebé… ¿Cómo hacen?
-En este momento en que la langosta ya está volando lo único que podemos lograr es una baja de la población significativa y en algunos casos ‘romper la manga’, es decir lograr que no haya individuos como para generar una nube. Esos individuos se convierten en solitarios y ya no son un problema.
-¿Y cómo lo logran? ¿Qué herramientas usan?
-Ahora a la manga la tenemos en un triángulo entre Goya, Curuzú Cuatiá y Esquina, entres las rutas 30 y la 23, por la zona de Sauce y Perrugoría. En ese triángulo hay esteros, bañados y montes. Nosotros marcamos el polígono y le avisamos a los productores y a la Provincia. Verificamos que no haya apiarios registrados. La manga, cuando estuvo por Santa Fe, se posó en Lanteri, a 35 kilómetros al norte de Reconquista. Cuando quisimos marcar el polígono había 19 apiarios alrededor. Entonces fue imposible hacer una aplicación aérea, porque hubiéramos matado a todas las abejas.
-¿Entonces se las fumiga cuando no hay nada debajo?
-Siempre se coteja que no haya población, ni que haya animales si se trata de un campo ganadero. Ayer fuimos a ver al capataz de una estancia y le dijimos que en tal lugar iba a haber una aplicación. Por favor, corran los animales de ahí. Y los corrieron. Nosotros no podemos aplicar si hay poblaciones humanas, apiarios, una escuela, o ganado. Por eso es tan impotante no perderles el rastro.
-¿Como deciden dónde dormir? Porque las langostas pueden arrancar de golpe para cualquier lado…
-Es cierto. Nunca sabemos dónde vamos a dormir a la noche. Hemos llegado a dormir en estancias pero también a veces adentro de la camioneta. Acá en Corrientes tenés pueblos cada veinte kilómetros, pero en ciertos lugares de La Rioja o Catamarca no hay nada. Entonces tenés que dormir donde te agarre la noche. Esta vez, como sabemos que las temperaturas son bajas y la langosta no va a moverse, nos pudimos venir a Sauce a dormir. Y como sabemos que con la manga recién podría levantar vuelo a las 10 u 11 de la mañana, con el calor, nos da tiempo para llegar.
-¿Y cuánta distancia pueden estar siguiendo una manga de langostas?
-Esta misma manga que ahora se detuvo en Corrientes a la provincia de Chaco la pasó por arriba en solo dos días, con ayuda del viento norte. Fueron 280 kilómetros que volaron en 48 horas. Pero para seguirla nosotros hacemos de 300 a 400 kilómetros todos los días, por caminos de ripio, o caminos de tierra o cuando nos metemos en el campo…
-¿Y por qué esta manga de langosta se quedó en Corrientes? ¿Le gustó el chamamé?
-Están estacionadas en Corrientes por los cambios de los vientos. Pero capaz que mañana vuelan y se mueven y hasta puede llegar a cruza a Entre Ríos. Ahí ya tenemos un equipo listo de langosteros por si llegaran a cruzar.
-¿Esta es la manga más grande que viste?
-Claramente es una de las mangas más grandes. Cuando pasó por Santa Fe media entre 8 a 10 kilómetros de largo por 2 a 3 kilómetros de ancho. Era imponente.
-¿Y no les da miedo meterse entre tanto bicho?
-No. No hacen nada, no son dañinas para el ser humano ni son vectores de ninguna enfermedad. Lo único que hacen es comer material verde, nada más. Si te ponés una langosta en la mano, a lo sumo te defecan. Al principio te da un poco de impresión, pero después ya estás acostumbrado.
-¿Cual fue el peor daño que hayas visto provocado por las langostas?
-Que yo recuerde, cuando una manga llegó a Río Cuarto, en Córdoba, en 2017. Los productores hortícolas estaban aterrados.
-¿A esta nueva manga la podrán derrotar?
-Desde mi corazoncito de trabajador estatal orgulloso te digo que siempre que el Estado esté presente a la manga le vamos a ganar. Claro que siempre ayudados por el sector privado. Esa es la clave. En una colaboración entre todos a la manga la eliminaremos. La gran ayuda es la que nos dan los productores , las organizaciones rurales y los gobiernos provinciales. Si todos ellos solo seriamos cuatro locos que andamos en una camioneta.