Un proyecto que involucra a varios países y universidades europeas, bautizado Susphire, está trabajando para crear plantas transgénicas que produzcan feromonas para de ese modo atraer a los insectos. La aspiración es que esos “bichos calentones”, finalmente atraídos sexualmente por esa sustancia, se junten todos al margen de un lote, para allí fumigarlos y matarlos a todos sin utilizar tanto pesticida.
“Imagínese una planta que es capaz de atraer insectos con la especificidad y eficacia de un feromona y una vez que los insectos lleguen a la planta, podemos matarlos, es un arma muy poderosa”, comentó Vicente Navarro, investigador de la Universidad Politécnica de Valencia y miembro del proyecto Susphire.
Mirá la página web del proyecto europeo Susphire (Sustainable Bioproduction of Pheromones for Insect Pest Control in Agriculture)
Las feromonas son secreciones expelidas por seres de una misma especie que promueven la atracción sexual. Navarro dijo que ese tipo de sustancias ya se utiliza para proteger algunos cultivos, pero las trampas se hace en laboratorio a un costo muy alto. “Algunas de esas estructuras químicas son muy complejas y hay momentos en que intentamos trabajar con feromonas que son muy caros para fabricar. Estoy hablando de más de 20.000 o 30.000 euros”, explicó.
El investigador explicó que la idea del proyecto europeo es atraer las plagas hacia los extremos de un lote agrícola, para que el producto defensivo sea aplicado de forma más objetiva y económica, en menor cantidad y a un menor costo. Frente a la legislación rigurosa sobre agroquímicos en Europa, que ya se está difundiendo hacia otras zonas del planeta, esta técnica sería “una forma ecológica” de combatir a los insectos, indicó Navarro.
“Dentro de mi plantación de manzana o maíz no estoy introduciendo pesticidas. Atraigo a los insectos para que los pesticidas no terminen como desperdicios de frutas”, imaginó el científico.
Del proyecto participan investigadores del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (Ibmcp), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universitat Politècnica de Valencia (UPV). Está financiado por la Unión Europea con 1,6 millones de euros.
Susphire se basa en los resultados obtenidos por el proyecto SexyPlant, que fue presentado por un equipo de la Universidad Politécnica de Valencia y el CSIC en el IGEM de 2014 (concurso de biología sintética que ganaron con este proyecto), que organiza el Massachusetts Institute of Technology (MIT), considerada como la mejor universidad del mundo en estas materias.
Una de la razón que impulsa esta iniciativa es ambiental, pero también hay argumentos económicos de mucho peso. En rigor se estima que el costo del tratamiento de los cultivos está creciendo en todo el mundo y alcanzaría cifras de 17.500 millones de dólares en el año 2022.
Según el investigador del CSIC, Diego Orzáez, con una población humana mundial en constante crecimiento el control de plagas mediante métodos sostenibles tiene un enorme impacto económico y social. El científico estimó que “la fabricación biológica de las moléculas objetivo de Susphire es una excelente oportunidad para expandir el mercado de las feromonas, lo que contribuye a reducir los costes globales de los programas de control integrado de plagas”.
Partiendo del concepto inicial del proyecto SexyPlant, este trabajo permitirá identificar y validar las enzimas biosintéticas claves para la bioproducción de las feromonas del grupo de insectos de la superfamilia Coccoidea, conocidos popularmente como cochinillas.