Se llama Hernán Largel pero todos lo conocen como Nacho. Es veterinario y director de El Palenque Embriones, un centro de reproducción asistida en la cría de caballos de polo, ubicado en el Haras y Club de Polo El Rincón, en la localidad bonaerense de 25 de Mayo. Allí, desde hace 11 años brinda a los criadores un servicio integral, incluyendo transferencia embrionaria, congelamiento de semen, vitrificación de embriones y todo lo referido a la reproducción, partos y cría de caballos para ese deporte.
Largel contó a Bichos de Campo que se pagó la carrera de veterinario en Tandil compitiendo en las populares jineteadas desde que tenía 16 años. Hoy, con centro de inseminación propio, trabaja no sólo en Argentina sino también en Estados Unidos, principalmente con caballos de polo y salto. Conoce muy bien el amplio abanico de actividades vinculadas al caballo y derrama en ellas su conocimiento.
“Cuando me recibí de veterinario arranqué trabajando en la doma de caballos de polo y haciendo algo de reproducción en el Haras Los Molles, de Valerio Zubiaurre, ubicado entre San Cayetano y Orense, al sur de Buenos Aires. Todavía en esa época no se hacía mucha transferencia embrionaria y me gustó mucho. Hice muy buen vinculo con Heraldo Lisa, el director del centro embrionario donde ellos tenían un padrillo, en Daireaux”, relató Largel.
Mirá la entrevista completa a Nacho Largel:
El especialista comentó que “Lisa hacía primavera/verano en Argentina y primavera/verano en Irlanda, y me invitó en 2001 a Europa en uno de esos viajes con caballos en que siempre necesitaban veterinarios. Eran años difíciles, pero caí en un centro en Bélgica, donde aprendí la técnica. Luego volví a Argentina, en Daireaux, después me fui a trabajar a otro centro en Río Cuarto, Córdoba, y agarré viajes a Estados Unidos donde hice doble temporada primavera verano. En 2008 me abrí solo y me vine hasta Monteverde, entre Saladillo y 25 de Mayo, donde armé El Palenque, mi propio centro”.
En ese lugar hacen tareas de reproducción en caballos, transferencias embrionarias, congelados de semen y muchas otras cosas que la ciencia y tecnología habilitó para el sector equino. “Además de transferencia de embriones, también estamos trabajando en técnicas de reproducción asistida más avanzadas, Aspiracion Folucular , ICSI y clonación. De todo un poco”, describió Largel.
Sus principales clientes son los criadores de caballos de polo, dado que es la raza que más usa la técnica de transferencia embrionaria. “En polo es una técnica permitida e ilimitada. Aunque también hacemos en caballos árabes y cuartos de milla. En los pura sangre no está permitida la técnica, y en criollos está permitida pero la misma es limitada”, dijo.
“Cuando seleccionás una yegua de muy buena línea reproductora, la ventaja es que esa donante nunca queda preñada, y además podés extraerle hasta 10 o 12 crías por año, con lo cual multiplicás de modo exponencial la posibilidad de tener hijos de ese ejemplar, dado que la gestación de una yegua es de 11 meses. En el polo, una yegua jugadora de muy buena genética, ya puede darte de a 10 hijos por año y sin quedar preñada, por lo tanto no le cortás su vida deportiva”, contó el profesional.
Largel, que creció en Cacharí, partido bonaerense de Azul, incluso hizo recientemente transferencias embrionarias de yeguas para destrezas gauchas, seleccionadas por su habilidad deportiva para las carreras de tachos, por ejemplo, o por su bravura para la jineteada. “Del mismo modo que con las yeguas de polo, a yeguas de destrezas gauchas, les podés sacár los embriones y ellas pueden seguir compitiendo”, explicó.
Acerca de la calidad de la transferencia embrionaria en Argentina, Largel aseguró que “estamos a la vanguardia, hay varios centros y los veterinarios están muy entrenados porque hacen mucha cantidad, con lo cual le llevamos ventaja a los veterinarios europeos y norteamericanos, dado que ellos trabajan con un número más limitado”.
En referencia a la clonación, Largel manifestó que “es algo que revolucionó el mundo y puntualmente a la Argentina, porque si bien era una técnica usada hace tiempo -el primer clon que se hizo fue un padrillo de salto, para preservarlo genéticamente- cuando aparecieron los clones de La Cuartetera, la yegua de polo de Adolfo Cambiaso, superó toda expectativa. En lo deportivo rindieron igual que la original, y la clonación era pensada para replicar el animal de modo genético, pero no se esperaban que además rindiera lo mismo en lo deportivo”, explicó.
En relación a si hay dificultades actualmente para sostener la industria equina, Largel reconoció que “la Argentina es un país difícil por la incertidumbre que hay. En reproducción trabajamos con materiales importados, por eso, al criador que tiene una base armada de exportación, puede llegar a sostenerla, pero al que lo hace para una actividad interna, se le complica mucho”.
Largel, en ese sentido, aseguró que “hay un componente pasional muy grande en el negocio equino. Nunca sabés si vas a recuperar lo invertido cuando tenés el caballo logrado. Y para lograr un caballo de polo y verlo en la cancha de Palermo necesitás de 6 a 7 años”.
“Veníamos con un beneficio cuando nos exceptuaron el IVA del 21% en la venta de caballos, pero lo volvieron a imponer hace un par de años y significó un retroceso importante, porque muchos criaban a campo con el fin de venderlos en los remates a los dos años de criados, y así movían la industria; pero luego de eso todo tuvo que ajustarse. Quizás no se ve pero la mano de obra en derredor del caballo es grandísima”, concluyó.