Al agrónomo Juan Cruz Martínez, El Corcho, casi todos lo conocen en la zona de Lincoln, porque fue ex secretario de Producción de la Municipalidad y también fue unos meses concejal. Pero sobre todo porque es conversador y tiene empuje. Hace no demasiado tiempo decidió volver al llano y dedicarse por completo a la profesión. Y como para no enfrentar desafíos pequeños, se puso a investigar cómo hacer más productivas las zonas marginales de algunos campos, que son mucho más relevantes de lo que suponemos.
Esta obsesión por la reparación de los suelos se entiende de inmediato al saber que Martínez se formó como agrónomo en la Universidad Nacional de La Pampa y por lo tanto aprendió del gran Beto Quiroga, una eminencia en materia de salud del los suelos que trabaja en el INTA Anguil. “Te agradezco muchísimo que me hayas vinculado con Beto, que además de haber sido mi profesor, es una persona a seguir por su compromiso, por sus ideales”, nos dice El Corcho, que todavía conserva algunas manías de político.
-¿Cuándo caíste en la cuenta de que buena parte de la superficie agrícola y ganadera de Lincoln era no era del todo bien aprovechada porque el estado de esos suelos malo? Ahí te debe haber quedado picando el repiqueteo de Quiroga…
-Siempre fuí un agrónomo vinculado a la parte agrícola, a cultivos extensivos, y con muy poca vinculación con la ganadería. Cuando formé parte del gobierno municipal me desayuné con esto que de las 585.000 hectáreas que tiene el partido de Lincoln, aproximadamente 250 mil están subutilizadas o inutilizadas, en su gran mayoría porque el suelo tiene alguna deficiencia en lo que tiene que ver con el pH.
-¿Esto quiere decir que para hacer agricultura no sirven y para hacer ganadería sirven poco y mal?
-Son lotes donde “se tiran las vacas” y así le decimos en el campo. El fondo es salino, tiene pelo de chancho (un rústico pasto típico de esos suelos), que tiene zampa (un sub-arbusto). Son especies que tienen muy poco valor nutricional, pero son las que crecen en estos suelos. Aproximadamente un tercio de la superficie del partido de Lincoln está bajo esas condiciones. Esos son los lotes donde las vaca “van a estar”. La vaca de cría camina mucho para comer poco y lo que come es de mala calidad.
La entrevista con El Corcho Martínez la hacemos en el campo La Margarita, perteneciente a un productor llamado Javier Franco. Queda a unos 20 kilómetros de la cabecera del distrito. Franco le ha permitido hacer algunos ensayos con generosidad, pues le prestó un lote entero. De un lado del camino de tierra se ve claramente el campo natural del que nos habla este agrónomo, casi un páramo espinoso. Del otro lado estamos parados sobre un campo con una visible mayor oferta forrajera. Hay una pastura implantada. De eso quiere hablarnos Juan Cruz.
Mirá la entrevista:
“Imaginatelo de la siguiente manera: Vos tenes una dieta balanceada si comes glúcidos, lípidos y proteínas en proporción, y si caminas relativamente poco es la forma fácil de aumentar el peso. Ahora imaginate si voy a tener que caminar todos los días 20 kilómetros para comer, y ni siquiera mi alimento está bien balanceado. Estás comiendo algo que no te va a aportar muchos nutrientes. Entonces tenés mucha fibra que no vas a digerir y tenés algo de carbohidrato, que apenas te va a permitir subsistir”, nos dice Martínez, metiéndose de lleno en el tema.
-Traducido a bovinos, esos animales no vana a engordar y no va a ser una ecuación favorable para el ganadero. ¿Eso define un campo muy poco productivo?
-Exactamente, y por eso necesitás muchas hectárea para pocas vacas.
-¿Esta gran cantidad de campos subproductivos es un rasgo de Lincoln o sucede en una región más amplia?
-Es una característica de Lincoln. Pero la Cuenca al Salado justamenta se llama así porque está rodeada por el río Salado y sus afluentes y las condiciones del suelo van a provenir de ese tipo de agua. Por ahí San Luis y La Pampa es menos probable, pero el sur de Santa Fe, el de Córdoba, en Entre Ríos. En todo lugar donde hay mucha afluencia de agua, ya sea por río, por lago o por napa, tenés ese problema en los suelos.
-¿Cómo lo definirías al problema del suelo? ¿Cómo la presencia de alta salinidad?
–Una alta conductividad eléctrica, que es lo que te marca la concentración de sales que tiene el suelo. Eso te trae aparejado problemas en la posibilidad de absorber el agua que está en el suelo. Es poco técnico este concepto, pero por ahí el suelo tiene la gota retenida por el tamaño de los capilares, de los poros, y esto a su vez produce la concentración de sales. Y cuando más sales, más fuerza tiene que hacer la planta por la presión osmótica para poder absorberla. Entonces como que se deshidrata o el suelo se queda seco.
Luego de una larga explicación sobre cómo los niveles de pH (o alcallinidad) finalmente impactan en la productividad del suelo y la posibilidad de aportar al desarrollo de tal o cual planta, Juan Cruz justifica entonces la persistencia del “pelo de chancho” en esta región. “Esto sigue siendo biología, gracias a Dios sigue siendo biología, es natural y todo. Entonces los nichos que no ocupan las especies que nosotros deseamos la van a ocupar otras especies”, indica.
-¿Y ese tipo de especies a la ganadería le aportan poco y nada?
-Aporta. No te voy a decir nada. Pero la posibilidad de aportar nutrientes a la vaca, la oveja o la cabra es mucho menor que si fuera un lote como este, que estamos pisando ahora.
La historia que tiene atrapado a Juan Cruz sigue como siguen muchas de las historias que se registran en el agro argentino, donde muchas innovaciones vienen de la mano de las empresas privadas y son los agrónomos los que se ocupan de probar esas tecnologías a campo, para adaptarlar a cada uno de los territorios. El ensayo que pisamos tiene ese objetivo. Y según Juan Cruz muestra grandes resultados.
Todo surgió cuando Martínez se vinculó con la empresa Kioshi Stone, que desarrolla y comercializa fertilizante y enmiendas logrados mediante el uso de nanotecnología. Charlando con uno de los técnicos de esa compañía, le hablaron de un producto llamado Mist TPS 78, “que era muy bueno para lo que yo andaba buscando, porque lo que hace es bajar el pH y la conductividad”.
“Habitualmente se hace. Las enmiendas existen en otros países, donde se usa mucho más que en Argentina, pero implican grandes volúmenes de sulfato, de calcio… Para bajar un punto de pH necesitás mil kilos. Eso en este lote, por ejemplo, que son de 45 hectáreas, necesitaríamos 45.000 kilos. Esto implica traerlos con camiones, espolvorear e incorporarlo a los suelos. Hay una grandísima emisión de dióxido de carbono en toda esa labor”, nos explicó.
El producto que ahora está ensayando, en cambio, “se aplica con 5 litros por hectárea. Para las 45 hectáreas de este ensayo serían 225 litros, que se aplican directamente con la pulverizadora. Lo incorporan al suelo 5 o 6 milímetros de lluvia”, nos dice el agrónomo, visiblemente entusiasmado.
Juan Cruz ya lleva tres años de ensayos en el lugar. Donde había pelo de chancho ahora crece un saludable agropiro y hay algunas especies que han comenzado a resurgir.
-¿Cuántas aplicaciones del producto hiciste?
-Acá vinimos e hicimos unas callicatas. Beto Quiroga es fan de las calicatas. Se trata de hacer un pozo de 50 por 50 por 50 de profundidad. Vimos si había resistencia a la penetración para ver como desarrollaban las raíces. Tomamos muestras y medimos pH, conductividad, pero también vimos fósforo, nitrógeno y algo que es importante también, porque medimos el pH de la napa. Por ahí esas napas son saladas, entonces nos aportan sal y desde esta perspectiva no la quisiéramos tanto. Luego aplicamos. No me acuerdo de la primera dosis, pero fueron tres litro y medio de TPS 78 y 1 de TPS común. A los 40 días medimos, y no había cambio. El pH No había cambiado.
-Un fracaso total.
-Yo dije que no podía ser.
Por fortuna tenía razón y al parecer se habían equivocado del lugar al tomar la muestra analizada. Por eso, cuando volvieron a hacer los análisis, el hP había bajado de 8,3 a 7,5. “Ya teníamos las condiciones para implantar la pastura”, contó el agrónomo. El agropiro “se adapta mejor a estas condiciones y los suelos complicados. Eran las primeras experiencias que teníamos nosotros. No nos animamos mucho a salirnos del libreto”.
Hubo nuevos tropiezos. Con una aplicación posterior de Nitrógeno sobre los ensayos el nivel de Hp volvió a subir unas décimas, a 7.8. “Le pusimos un litro más de TPS y ahí generamos las condiciones. Hoy ya es el segundo año de producción. Ya nos hemos puesto los boyeros para que sea comido por la hacienda, la carga animal es mucho mayor y el estado de la hacienda también es mucho mejor”, describió.
-¿Cuanto puede crecer la carga animal?
-Podemos crecer de 0,2 que había antes (una vaca cada cinco hectáreas) a tener -siendo prolijitos- una vaca por hectárea.
El dueño del campo, frente a los resultados de los ensayos, disparó una frase que resume bien las cosas. “Gané campo sin comprarlo”.
-Vos estás ensayando con este producto, esta enmienda liquida que además resuelve mucho el tema de la logística. Obviamente estás enamorado de ella. Pero hay como dos maravillosas acá. La enmienda quizás sea una de ellas. Pero la otra es cambiar la cabeza, el modo de pensar: todo campo se puede rescatar o mejorar.
-Volvamos a Beto Quiroga. Hablaba mucho de tecnologías de insumos y tecnologías de procesos. La tecnología de insumos vas a una agronomía y la compras. La de proceso es cómo cambia tu mente y cómo adaptas la tecnología que vos tenés de insumo a tus situaciones. Bueno, claramente esta es una tecnología de proceso.
-El primer milagros es decir “voy a hacer un análisis de suelos”.
-Si vos supieras los pocos análisis que se hace en el nivel regional, solo al 15% de los lotes agrícolas. Son lotes que se están pagando a 20 quintales de alquiler, y que no se analizan y o se analizan mal.