Hacía mucho tiempo que la planificación del cultivo de trigo no presentaba tantos interrogantes en la Argentina. Faltan pocas semanas para el inicio de la siembra del cereal y aún no es posible proyectar una cifra estimada de superficie por sembrar.
“El escenario para el próximo ciclo triguero es de alta vulnerabilidad porque el productor puede quedar muy expuesto”, afirma Miguel Cané, presidente de Argentrigo, entidad que nuclea a toda la cadena del valor del cereal, desde los productores hasta la industria de pastas secas.
Cané, quien es empresario agrícola, señaló que el primer obstáculo que enfrenta el cultivo es un incremento sustancial de los costos de producción con precios inferiores a los de equilibrio por los impuestos y las intervenciones oficiales.
El presidente de Argentrigo, consultado por Bichos de Campo, hizo un cálculo rápido: en la zona núcleo pampeana hacer una hectárea el año pasado requería una inversión del orden de 500 dólares, sin considerar arrendamiento o costo de oportunidad de la tierra, mientras que este año se necesitan más de 800 dólares.
Luego es necesario sumar el valor del alquiler o del costo de oportunidad de la tierra, dado que, si una empresa es propietaria del campo que produce debe considerarlo igualmente como un costo más para valorizar de manera adecuada la gestión del negocio.
“Los alquileres están más caros este año porque se valorizan en quintales de soja (por hectárea) y además, cuando aumentan los precios, aparecen inversores que ven al campo como un generador de una renta potencial alta, entonces aumenta la demanda y suben los arrendamientos”, comentó Cané.
Luego está la cuestión de los precios de venta. El contrato Trigo Rosario Diciembre 2022 del Matba Rofex ayer cerró en un valor promedio de 285,5 u$s/tonelada. Se trata de un número que, con rendimientos normales, permitiría obtener una rentabilidad atractiva.
Sin embargo, por una cuestión prudencial, no es factible tomar coberturas por el 100% de la cosecha potencial porque, precisamente, es potencial y pueden pasar muchas cosas en el medio antes de que ingrese la cosechadora al lote.
Los valores actuales, si bien pueden parecer altos, están recortados de manera brutal por la política intervencionista oficial y dependen exclusivamente de una situación extraordinaria, que es el conflicto ruso-ucraniano, cuya evolución es muy difícil de pronosticar de acá hasta fines del presente año.
Además es necesario considerar que el gobierno argentino habilitó un cupo de exportación de trigo 2022/23 del 10 millones de toneladas, el cual es muy probable que pueda terminar siendo el cupo total del período. Y al ritmo actual de declaraciones, también es muy probable que el mismo sea cubierto completamente en unas pocas semanas más. ¿Qué significa eso? Que cuando suceda eso, los exportadores se retirarían del mercado para que quede en manos solamente de la molinería.
“Mucha gente cree que porque suben los granos al campo le va bien, pero en realidad hay un fuerte descuento de precios por los derechos de exportación, el desdoblamiento cambiario y los fideicomisos”, advirtió Cané.
Otro factor de riesgo es que el gobierno, una vez sembrado el cultivo, disponga nuevas medidas intervencionistas orientadas a planchar aún más el valor interno del cereal, razón por la cual muchos están prefiriendo pasarse a la cebada, cultivo que, además de tener un menor “riesgo político”, tiene ventajas agronómicas (libera antes el lote para sembrar soja de segunda) y comerciales (brinda la oportunidad de obtener un adicional muy interesante de precio en caso de lograr la calidad requerida por malterías).
Finalmente, como broche de oro, está la cuestión logística. “Está faltando gasoil y es cada vez más caro ,lo que puede ser un problema para la siembra de trigo si no se resuelve el faltante”, expuso Cané.