La compañía multinacional UPM confirmó este martes de madrugadas que invertirá unos 3.000 millones de dólares en la construcción de una segunda planta de celulosa en Uruguay. De esta manera, la dueña de la tan controvertida planta de la ex Botnia ratificó su confianza en la economía del vecino país, mientras que aquí se sigue aguardando sin éxito que desembarquen inversiones forestoindustriales de ese calibre que puedan absorber el excedente de madera que tiene la Argentina desde aquel conflicto ambiental en 2006.
“Uruguay ha demostrado una visión consistente a largo plazo en el desarrollo de las condiciones necesarias para atraer la inversión extranjera, construyendo las bases para el desarrollo industrial”, dijo Jussi Pesonen, presidente y CEO de UPM, al confirmar la radicación de una segunda planta, además de la ex Botnia ubicada en Fray Bentos, sobre el Río Uruguay, enfrente a Gualeguaychú.
Según informó el diario El País, la nueva fábrica de celulosa estará ubicada en Durazno, en una zona franca, y tendrá una capacidad de producción de 2,1 millones de toneladas de celulosa por año (la de Fray Bentos tiene 1,3 millones). Levantarla requerirá una inversión de 2.700 millones de dólares, pero además UPM invertirá otros 350 millones en el puerto de Montevideo e instalaciones locales en Paso de los Toros, según informó la empresa en un comunicado.
Estas últimas implican la construcción de una terminal especializada en celulosa en el puerto de aguas profundas de Montevideo con una inversión de aproximadamente 280 millones de dólares con acceso directo del ferrocarril. Además la construcción de soluciones habitacionales en Paso de los Toros y el financiamiento de la mejora de la planta de tratamiento de aguas residuales municipales y la restauración del vertedero municipal en Paso de los Toros que requerirá un desembolso de unos 70 millones.
Las obras demandarán dos años y medio por lo que se prevé que la planta recién esté operativa en la segunda mitad del año 2022.
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Durante la construcción, UPM informó que se empleará un máximo de 6.000 personas, pero una vez finalizada la misma se estima que se crearán cerca de 10.000 empleos permanentes en toda la cadena de valor, de los cuales unos 4.000 serán empleados directos de UPM y sus contratistas. Además, se estima que unas 600 empresas estarán trabajando en la cadena.
La empresa justificó la inversión en base a que “la demanda de la celulosa cuenta con una perspectiva saludable a largo plazo, especialmente en Asia. El sólido crecimiento del mercado se basa en las grandes tendencias mundiales de los consumidores que impulsan la demanda de papel, papel higiénico, embalaje y papeles especiales. El crecimiento de la tendencia anual de la demanda de celulosa en el mercado global sigue siendo de aproximadamente 3%”.
Pesonen agregó en este sentido en el comunicado que “durante la última década, UPM ha desarrollado una base forestal adicional en Uruguay y ha creado un negocio de celulosa impulsado por el mercado con una amplia base de clientes en los crecientes usos finales. Al mismo tiempo, hemos mejorado constantemente nuestro rendimiento financiero y hemos logrado un sólido balance verdaderamente líder en la industria. Ahora tenemos la oportunidad de dar este paso transformador y capturar las oportunidades que presentan los mercados de atractivo crecimiento de manera sostenible y altamente competitiva”.
Con esta planta UPM prevé aumentar la capacidad actual de celulosa en más del 50%. Además “una vez finalizada la construcción, se estima que la planta aumentará el producto bruto de Uruguay en aproximadamente un 2% y el valor anual de las exportaciones del país en aproximadamente un 12%, según indican estudios socioeconómicos independientes”, informó la empresa.
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Mientras tanto, en la Argentina el gobierno de Mauricio Macri hace esfuerzos, todavía vanos, para tentar a inversores del calibre de UPM. Es que desde el conflicto que el gobierno de Kirchner mantuvo con Uruguay en 2007 por la radicación de la primera papelera en Fray Bentos, la famosa Botnia, aquí se vive una suerte de parálisis de la actividad forestoindustrial y se estima que hay unas 100.000 hectáreas de masas boscosas desaprovechadas, especialmente en la provincia de Corrientes.
Luego de aquel conflicto, la ex Botnia pasó a manos de UPM en 2009. Había inciado sus operaciones en noviembre de 2007. La celulosa allí producida se envía en barcaza desde la fábrica hasta el puerto de aguas profundas de Nueva Palmira para su carga en buques transoceánicos con rumbo a Europa y Asia.