La Unión Europea (UE) prorrogó (no suspendió y mucho menos eliminó) su exigencia para que a partir del 1 de enero de 2026 todas sus importaciones de materias primas deban contar con un certificado que asegure que no han sido producidas en un campo recientemente deforestado.
La Argentina, luego de avanzar rápidamente con la implementación de un sistema de verificación llamado Visec (que fue impulsado por el sector sojero, pero también servía a los productores de carne), se opuso tímidamente a esta exigencia medio comercial y medio ambiental. Y celebró la prórroga de un año en su entrada en vigencia. Pero desde ese anuncio, en diciembre de 2024, no ha vuelto a debatir seriamente cómo pararse frente al asunto.
Por ahora, aquí quedó establecido que cada productor podrá adherir al sistema de certificación que desee (y no solamente al Visec), si es que quiere seguir exportando a la Unión Europea o venderle sus granos y ganados a quien lo haga. Pero del asunto ya casi no se habla.
En Paraguay, en cambio, los gremios vinculados a la cadena de valor de la soja están trabajando activamente en montar un sistema de certificación del estilo del Visec, y apuntan ahora a enviar una delegación de técnicos a Bruselas para mostrar que el sistema será confiable y auditable.
“La propuesta se enmarca en el trabajo que vienen desarrollando los gremios de producción para establecer una plataforma voluntaria que sirva de herramienta para demostrar el cumplimiento de las exigencias del mercado europeo”, indicó un informe de la Unión de Gremios de la Producción (UGP).
Esta entidad, junto a la Federación de Cooperativas de la Producción, la Cámara Paraguaya de Exportadores de Cereales y Oleaginosas, y la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales, se reunió con el canciller paraguayo, con el objetivo de coordinar estrategias y gestionar encuentros con las cámaras de compradores y autoridades de la UE.
“Las reuniones permitirían mostrar cómo van avanzando los diseños del sistema que permitirá mantener la relación comercial y evaluar los avances alcanzados en la adaptación a las exigencias del mercado o si se requerirán ajustes para poder colocar la producción paraguaya de soja”, se explicó.
“Con la Cancillería se trabajó bien. Una vez que se definan las fechas y vaya el equipo a Bruselas, conoceremos el estado de situación. En Paraguay trabajamos durante casi 11 meses y es momento de ir a conversar con los europeos para ver si el sistema cumple con las expectativas”, explicó Héctor Cristaldo, el presidente de la UGP.
Aunque Europa representa solo el 4% de las exportaciones paraguayas, una curiosidad es que existe un vínculo indirecto vía la Argentina, que es el principal comprador de soja paraguaya, la procesa y destina parte de su producción de harina y aceite a la UE. En 2024, casi 7 millones de toneladas del poroto paraguayo siguieron ese derrotero.
“Para mantener esa línea de mercado, los exportadores que vendan a Europa tendrán que trabajar para implementar el sistema y cumplir con las exigencias; los productores que no se adhieren al sistema no tienen que cumplir con el proceso, mientras que los que sí quieren vender al mercado europeo tendrán que formar parte de una cadena de proveedores que cumpla con las exigencias”, señaló Cristaldo.