Sobre apenas 3 hectáreas de la chacra familiar, donde cada integrante tiene su propio cultivo, Micaela Rosario Florindo se dedica a producir zanahorias. La productora mendocina tiene solo 21 años, y alterna entre la agricultura, la ganadería- una actividad que hacen entre todos los de la familia- y su vocación como escribana, especialidad que estudia en la Universidad de Champagnat a 20 kilómetros de la ciudad de San Carlos .
Sin embargo, está convencida de que todo tiene que ver, por eso se visualiza a futuro con las manos en la tierra y aplicando sus estudios académicos en la administración de su finca.
Por ahora, el propio campo y la producción le han hecho conocer a la joven sobre nematodos, semillas, rindes y variedad de zanahoria. Con la producción de tomate, con la que comenzó a independizarse productivamente, no tuvo suerte. “Me fue muy mal, no valió y además que tuve plaga”.
“Actualmente tengo tres hectáreas de zanahoria plantadas, siempre he tenido más o menos esa cantidad, dependiendo de lo que salga el insumo en el año. Hoy una hectárea de zanahoria más o menos está valiendo 17 millones de pesos, si el producto vale. La finca de 22 hectáreas la compartimos entre todos. Ahí mis hermanos plantan ajo, y también zanahoria. Pero a la ganadería nos dedicamos todos hace bastante tiempo, 20 años mínimo. Tenemos alrededor de 600/700 vacas madres”, describió Micaela en su diálogo con Bichos de Campo.
Aunque la futura escribana es la única mujer de cinco hermanos mayores, no se ha permitido ser la consentida de la familia. Por eso a la hora de producir, si bien se apoya en la experiencia de sus padres chacareros de toda la vida, vive su propia experiencia. Así administra sus tiempos y no descuida ningún frente.
“El campo me gusta, me distraigo, por así decirlo. Las siembras que hago son siembras rápidas y se hacen en verano, siempre en la época que termino de cursar. En esos meses que son diciembre, enero, febrero y marzo, le puedo dedicar más tiempo a la siembra, que es cuando la zanahoria necesita más atención. Después ya la tengo crecida, y no puedo ingresar con el tractor, por lo que más allá de regarla o de abonar ya sea por riego o de curar, no necesita más”, explicó.
No obstante Micalea, asegura que una vez recibida le alcanzará el tiempo para poder dedicarse a ambas cosas: su profesión y su pasión. “La idea es dedicarle medio día a cada cosa. Y sí creo que el día que termine de estudiar me va costar decidirme, pero muchas veces lo he pensado y creo que he terminado ganando hacer chacra. Son como dos pasiones distintas. Desde chiquita quería ser escribana, y si bien crecí en la finca, aunque no vivo ahí, pero desde chiquita iba todos los días a acompañar a mis papás, se me vino a despertar esta pasión, ya más de grande”, dijo la joven.
–Ya me dijiste que la zanahoria es un cultivo que te permite trabajarlo mientras no cursas. Que otras ventajas tiene plantar zanahoria?
-El año pasado saqué algo de 110 mil kilos promedio. Por lo general, acá en toda la zona, lo que nosotros hacemos es venderle a los lavaderos, que ellos son los que lo mandan a Santiago del Estero y otras partes. Además es un cultivo que no necesita muchos recursos humanos, es poquito. Lo puedes manejar sola porque la gente que la compra trae su cuadrilla para levantarla. Entonces vos no pagás, no tenés que tratar con gente y demás.
-¿Cómo te manejás para, más allá de que siempre has estado vinculada, enfrentar las dificultades propias del campo? ¿Toda la familia se vuelca a ayudarte?
-Estos dos últimos años he estado más sola, una vez que ya lo aprendés es mas sencillo. Entonces para plantar, lo único que charlo con mis hermanos es si tengo las semillas, si necesito el tractor para el día y curar, nos movemos así. Pero la primera vez sí, estuvieron todos, mi papá, mi mamá, mis hermanos. En estos dos añitos he estado más libre, por así decirlo, yo decido a quién venderle, decido qué variedad plantar, cuándo curar, cuándo no, cuándo abonar.
En este sentido la productora cuenta que ha aprendido mucho sobre las especificidades de la zanahoria como cultivo y habla con total soltura sobre las distintas variedades. “Siempre una semilla híbrida, para mí es un montón, la que prefiero en variedad y es la que siempre he plantado. Entre híbrida y común, el precio es completamente distinto. Estamos hablando de que la híbrida ronda aproximadamente el millón y medio de pesos y la común creo que cuesta alrededor de 200 mil pesos la hectárea, si no me equivoco”.
Sobre las variedades de zanahorias que ha probado comentó. “De lo que yo he plantado, me quedaría con la variedad que se llama Verano. Es una zanahoria mucho más bonita en forma y a nosotros lo que nos conviene es tener un producto lindo, un producto en donde el largo y el grosor sea armonioso. Un producto que no tenga rajaduras y que no se le vea mucha cicatriz. También que no haya tenido nematodos, porque cuando una zanahoria tiene nematodos , se le crean como patas y eso baja muchísimo el precio”, aclaró la joven.
En definitiva la productora para hacer zanahoria ha tenido que apoyarse en la impronta rebelde de los jóvenes y poner en práctica ese dicho de que todo tiene que ver. “Así como estudio escribanía, conozco todo lo que es leyes. Además, en nuestra región, siempre vamos a tener un escribano de por medio. O sea, hay muchos contratos, hay arrendamiento o lo que sea y los escribanos siempre van a estar en esta parte del campo”, terminó diciendo.