No es habitual que las entidades gremiales de los productores se detengan a analizar el poder de compra de los granos que se producen en el país, en especial la soja, que es la principal moneda dura de los chacareros. Pero esta campaña pinta particular, porque los precios internacionales han caído mientras que vienen creciendo rápido los costos de la actividad. Esto altera la relación entre “insumo/producto”, que es un indicador cierto de la rentabilidad que puede ofrecer el negocio agrícola.
En el contexto actual, todo parece atado con alambre. Por eso tanto desde CRA (Confederaciones Rurales Argentinas) como desde Coninagro, que agrupa a las cooperativas, se han emitido sendos informes analizando el poder de compra de la soja en relación con toros productos, servicios o incluso inversiones que pueden hacer los productores, o incluso los rentistas que les cobran en quintales de soja un alquiler por los campos a quienes los producen.
En todos los casos, se percibe un fuerte deterioro del poder de compra de la soja.
“Los granos mantienen un deterioro del poder adquisitivo como consecuencia de la caída de precios, con relación a la mayoría de los insumos, costos e inversiones agropecuarias, tanto en la comparación anual como en el promedio de los últimos cinco años. La única excepción a esta tendencia son los herbicidas y fertilizantes, que han mostrado una mejoría”, es el resumen de Coninagro sobre este asunto, luego de presentar un pormenorizado informe.
Un cuadro resume la situación para la soja. Predominan allí los rojos.
De allí surge que actualmente se necesita casi 16 kilos de soja para comprar 1 litro de glifosato, en una relación que está resultando ventajosa en comparación con el promedio de los últimos cinco años. Para comprar 1 kilogramos de fertilizante DAP (fosfato diamónico), en tanto, se necesitan 2,9 kilos de soja, un 17% más que el promedio.
Pero en otros rubros el poder de fuego del poroto ha perdido muchísimo terreno. Es el caso del costo de los fletes: para trasladar 1 tonelada de soja durante 300 kilómetros se necesita dejar 127 kilos, lo que equivale al 12%. La suba respecto del promedio quinquenal supera el 50%.
Tiene relación directa esta situación con la pérdida de poder de compra de la soja frente al gasoil. Ahora se necesitan 4,5 kilos del grano, un 53% más que el año pasado.
Para inversiones más costosas, como comprar una camioneta Toyota Hillux la situación es parecida, pues ese vehículo se ha encarecido 43% en relación a septiembre de 2023: ahora se necesitan 146 toneladas de soja. En el caso de un tractor hay que separar 472 toneladas del grano, un 38% más que el año pasado.
¿Y para los rentistas que quieren transformar su soja en nuevos inmuebles que multipliquen su capital? La relación es ahora más ventajosa, pues se requieren 8,8 toneladas de soja para adquirir un metro cuadrado de un departamento en CABA, un 1% menos que en 2023. O casi 65 toneladas de soja para adquirir una hectárea de campo en la zona maícera, con una reducción de 5% en relación al año pasado.
CRA, en tanto, pone el acento en su informe en el salario del perón rural. “Se necesita más maíz y más soja para pagar salarios que hace un año. En novillos la relación sigue estable, pero ha subido en el último mes”, avisa esa entidad.
Pero el deterioro más importante del poder de compra de los productos del campo, coinciden ambas entidades, pasa por el gasoil. “Con la caída de precios internacionales de la soja de 2024, y la suba de costos internos por la inflación, por ejemplo, el gasoil, el campo ha perdido rentabilidad”, sostienen los ruralistas. Y afirman que “en setiembre de 2024, con 30 toneladas de soja se compra un 55,7% menos de gasoil que hace un año. Si bien el precio del combustible estaba atrasado el año pasado, el impacto negativo en la rentabilidad de la producción es alto”.
Existe una mercadería que quedó atrasada y es el dólar billete. Atesorar soja, es mal negocio, comparado al de venderla y comprar billetes verdes antes q se catapulten