Por Andres Domínguez (RED Consultora – Director) especial para Bichos de Campo desde Berlín.
Negociación. Lo de siempre y los “clichés”: El Mercosur y la Unión Europea volvieron a negociar un acuerdo de comercio. La ronda de negociaciones en Bruselas de fin de abril término, otra vez, con pocos resultados. Los voceros oficiales señalaron como “logros” que quedó claro cuáles eran los puntos pendientes en donde aún había diferencias para alcanzar un acuerdo. (Traducción: sabemos porque no podemos acordar y tenemos que seguir buscando alternativas). Por lo bajo se echaron culpas respecto a quienes estaban retrasando el tratado, enfocando a grupos de lobby de ambos lados del océano.
Siempre el agro estuvo al tope de los problemas, sobre todo, la carne vacuna. El 75% de carne que importa UE proviene del Mercosur. El sector agropecuario europeo es menos competitivos en la UE que en el Mercosur y la situación se volvió más compleja luego de la incorporación de los países de Europa oriental y la profundización de la crisis financiera.
La UE es uno de los principales productores mundiales de cereales (exceptuando arroz y maíz), azúcar, determinadas frutas y hortalizas, carne y productos lácteos. La competencia de los productos del Mercosur se sentiría probablemente con más fuerza en azúcar, carne de aves de corral, carne bovina y frutas.
Los agricultores y ganaderos europeos vienen pidiendo (y lograron) desde hace décadas protección comercial por parte de sus gobiernos: están superprotegidos. Por muchos años los productores ganaderos de la campiña francesa fueron la imagen (o el cliché) de lo que social y productivamente se debía proteger.
Y se repiten posturas: productores agrícolas sudamericanos piden apertura del mercado europeo mientras sus pares de aquel lado piden protección, y se da a la inversa en sectores industriales, en especial el automotor, en donde el “cliché” se da al revés. Lo máximo que el Mercosur está negociando en temas de alimentos no es “libre comercio”, sino el aumento de cuotas a la entrada de estos productos.
Hace 20 años esto es así, y en estos días el argumento de los agricultores europeos fue “no entreguen a la producción del campo para aumentar la ganancia de la industria automotriz”.
Datos e historia: El Mercosur explica menos del 3% de las compras de Europa, (2% solo de Brasil), aunque la relevancia se entiende más con algunos productos destacados, como lo dicho de la carne (3/4 partes de la carne importada de Europa es del Mercosur). Para nosotros en cambio la importancia es mucho mayor: entre el 17 y el 20% de las exportaciones del Mercosur fueron destinadas a Europa. De esas exportaciones a Europa el 20% son de Argentina.
El 1° de Enero del 2000 entra en circulación el euro junto con el nuevo milenio. Era un momento de auge económico para el continente. Alemania, Reino Unido y Francia eran las 3°, 4° y 5° potencias económicas globales, sin ser superadas aun por China, e Italia la 7°. Países que luego fueron eje y burla de la crisis eran ejemplos y hasta se daban lujos: Irlanda era puesta como caso testigo de milagro económico y visitada por políticos de todo el mundo. En 2004 Portugal organizo la Eurocopa y hasta Grecia se dio el lujo de recibir los Juegos Olímpicos en Atenas (evento que aportaría buena parte de la deuda que luego la llevaría a la quiebra).
Ni que hablar de España: estaba en el top ten económico global, vinculo ineludible con América Latina y convirtiéndose en uno de los aliados especiales de los Estados Unidos de George W.Bush en la “nueva europa”. España era un espejo ineludible y el destino preferido de latinos emigrantes por nuestras crisis.
En ese marco, una Europa con intención de protagonismo y sustento material, y un MERCOSUR aun en pañales en busca de crecer, deciden iniciar tratativas poco antes de que entren en crisis los esquemas neoliberales pro-mercado de los 90 en nuestra región.
La primera reunión tuvo lugar en Abril de 2000. La ultima en abril pasado, año 2018. Con una etapa de negociaciones 2000-2004, otra 2010-2011, y un reimpulso en fines de 2015/2016, públicamente los funcionarios negociadores se mostraron optimistas de tener un acuerdo en 2017 o principios de 2018. La propuesta fue mutando, y de un Área de Libre Comercio, luego se comenzó a hablar de un Acuerdo Comercial, más acotado, en donde no se trata justamente de libre comercio sino de administrar y lograr mayor apertura para determinados productos a cambio de concesiones de la otra parte. Es un acuerdo por rubro, por tema, por particularidad. Mas comercio e intercambio para algunos sectores: si, pero libre comercio y aduanas abiertas: de ninguna manera.
Siempre el agro fue el tema más complicado, y se fue complicando aún más con el paso del tiempo. Siempre fue un tema la sanidad de los productos, en la última década fue aumento la preocupación europea respecto a temas relacionados con los estándares ambientales de la producción.
En Marzo de 2011 el Parlamento Europeo aprobó un informe muy crítico hacia las negociaciones comerciales entre la UE y Mercosur por considerar que podían resultar muy perjudiciales para los productores de la UE en un contexto de crisis, pidiendo “que las importaciones agrícolas hacia la UE ofrezcan a los consumidores europeos las mismas garantías en términos de protección del consumidor, bienestar animal, protección medioambiental y normas sociales mínimas, que las ofrecidas por los métodos de producción europeos”, abriendo así la puerta a limites relacionados con los métodos de producción más allá de temas de sanidad (en otras palabras: nuevas barreras paraarancelarias).
Razones para que siga trabado: Si bien el acuerdo Mercosur-UE es estratégico ante el renacimiento del proteccionismo mundial, y por las recientes barreras al comercio que USA ha impuesto a Europa, el acuerdo no se destraba.
Los negociadores tienen claro los puntos de conflicto: la compleja discusión sobre el ingreso de carne vacuna y etanol al continente europeo; el debate en torno al aumento de las importaciones de vehículos y autopartes de la UE en el Mercosur; y una de las “líneas rojas” planteadas por el bloque sudamericano, como lo es el capítulo de las patentes científicas, ya sea medicinales, de bienes culturales. Europa asimismo pretende más protección a las identificaciones geográficas, es decir, que productos típicos de sus regiones solo puedan ser comercializados con esas marcas por productores de dichas regiones (y no importados del sur que agreguen una etiqueta, aun cuando la calidad sea igual), como algunos Champanes o el Jamón de Parma.
No solo hay razones técnica, claro: hablamos de negocios, de intereses, de potenciales perdedores que están claramente identificados.
El sector rural de Francia, Irlanda, Polonia y Bélgica está en pie de guerra contra la entrada de carne sudamericana. Andalucía, en España se sumó declarando que el acuerdo podría tener consecuencias “nefastas para el vacuno, el azúcar, las frutas y las hortalizas españoles” (ASAJA Sevilla)
La nueva e inesperada alianza de verdes y productores agropecuarios: De yapa, vienen teniendo una voz cada vez más relevante en esta discusión los ecologistas, los verdes europeos. En Europa están duramente enfrentados con los productores agrarios. Exigen menos agroquímicos (o ninguno), más alimentos “bio”, menos intensidad en el uso de la tierra, menos ganadería, y la ganadería que quede con mejoras en el cuidado y bienestar animal, más áreas de tierra “libres”, protección total a los bosques, protección a la biodiversidad y a la población de abejas, insectos … y la lista sigue.
No es una pelea solo simbólica. Están avanzando límites en el continente en temas de cuidado animal. Así como Gualeguaychu prohibieron el glifosato también lo hicieron las ciudades alemanas de Bottrop y Borchen, Münster la discute, y Herford directamente prohibió todos los herbicidas.
Pero aunque hacia adentro de sus países se enfrentan con los productores, resulta ser que estos mismos argumentos verdes dan letra al proteccionismo europeo, el mismo proteccionismo que piden los agricultores.
Una carta con la firma de 25 organizaciones civiles europeas ecologistas titulado “Detengan el tratado”, afirma que el mismo amenaza los bosques y selvas y el medio ambiente. “Selvas y bosques sacrificados para establecer grandes extensiones de pasto a cambio de que la industria pueda vender más coches en el mercado sudamericano”
Se muestran además en contra del modelo productivo sudamericano (modelo del que nosotros, combinando organismos genéticamente modificados, agroquímicos, tecnología, siembra directa y buenas prácticas agrícolas estamos orgullosos). Sin vueltas declaran que “El uso de agrotóxicos a gran escala como el glifosato contamina y perjudica la salud de muchas personas”, y piden evitar “una política comercial igual de dañina a costas de las personas y el medio ambiente a ambos lados del Atlántico.”
Perspectivas: Las autoridades europeas quieren el acuerdo con el Mercosur, por necesidad económica y política. En el Mercosur el acuerdo también es un objetivo, pero las tensiones internas propias del nivel de desarrollo de nuestros países no lo hacen tener la prioridad de política de estado. Y mucho menos en acuerdo con el sector privado.
El complejo automotriz, ya de por si complicado solo con la relación intra-Mercosur, rechaza el Acuerdo. El sector primario lo busca hace décadas: nuestros ganaderos tienen el mercado europeo de cortes de alto valor casi como el “paraíso” del comercio. Pero se suma la nunca resuelta tensión exportación-mercado interno-precios de nuestros países.
Así las cosas, mientras aquí en el sur las alianzas necesarias para avanzar siguen trabadas, en el norte los que quieren mantener justamente trabado el acuerdo encuentran nuevos aliados, nuevos argumentos, y una visión benévola de la opinión pública. La negociación excede y mucho la mesa de los técnicos de comercio exterior: está en la prensa, es la opinión pública, y literalmente en la mesa de los consumidores.
Para que las necesidades comerciales y políticas generales del MERCOSUR y la EU logren un acuerdo, aun acotado, deberá haber mucho trabajo técnico comercial, pero mucho, mucho más aun, trabajo de arquitectura política y conformación de nuevas alianzas y acuerdos sociales.
Y si no, se anunciara en breve otro “inminente” acuerdo, quizás tras el Mundial de Rusia…. Y para el mundial de Qatar 2022 sigamos analizando porque el acuerdo está trabado. Hay mucho por perder de los dos lados: pero también mucho por ganar, si se logran nuevas alternativas.