La reciente decisión del Gobierno de eliminar transitoriamente el 5% de derechos de exportación para la carne vacuna generó una oportunidad para mejorar la competitividad del sector.
Recordemos la escena: para conseguir divisas urgentes y calmar el dólar hasta las elecciones, el gobierno eliminó un lunes todas las retenciones a los granos, un beneficio que duró solo 48 horas y que fue aprovechado sobre todo por las grandes cerealeras. Pero al día siguiente, el Poder Ejecutivo se avivó que había dejado afuera a las carnes, y estableció el mismo beneficio (la retención 0%) para las exportaciones de carnes.
En este caso, como no había tope, la medida tiene vigencia hasta el 31 de octubre próximo.
Sin embargo, las condiciones impuestas para acceder al beneficio (en especial la exigencia de liquidar las divisas dentro de los tres días de autorizado el embarque) convirtieron esa ventaja en un desafío logístico y financiero que solo algunas empresas pudieron sortear. Es que los frigoríficos están lejos de tener las espaldas de las grandes agroexportadoras agrícolas, que pudieron acercar 7.000 millones de dólares en pocas horas sin mayor problema.
Además de la falta de efectivo, entre las principales dificultades para el sector cárnico se destacó la falta de alineación entre las normas oficiales y la operatoria real del comercio internacional de carne.
La mayoría de las plantas exportadoras trabajan con clientes cuyos plazos de pago están fijados a 30, 45 o incluso 60 días desde el embarque, o directamente una vez que el buque ya está en tránsito.
Por eso, exigir el ingreso de divisas a las 72 horas de autorizado el negocio, para muchos significó tener que renegociar contratos y aceptar precios más bajos de los pautados inicialmente para hacerse del dinero con anticipación y liquidar las divisas a los tres días, tal como lo estableció la normativa
Gran parte de los empresarios consultados, que fueron varios, dijeron que habían encontrado herramientas financieras en la prefinanciación de exportaciones a tasas de 8/10%. Esto permitió hacer el desembolso del dinero exigido por el Gobierno y así ahorrarse las retenciones, mientras que los importadores mantuvieron el plazo de pago habitual.
Pero también están los que no la utilizaron y siguieron la modalidad anterior que exige el ingreso del dinero a los 180 días, pagando el 5% de retenciones.
Los exportadores de carne calcularon que la medida pudo ser aprovechada en el 40%/50% de los negocios pautados desde el anuncio, a fines de septiembre pasado.
En esos casos, las líneas ofrecidas por bancos privados permitieron disponer de fondos anticipados para cumplir con la obligación de liquidar las divisas, mientras el importador mantenía sus plazos habituales de pago. En esos casos, la retención 0% se aplicó sin afectar la dinámica comercial con los compradores externos.
Más allá de la posibilidad o no de acceder al beneficio, en todos los casos se repitió una coincidencia: el rechazo a las retenciones a las exportaciones de carne. Los empresarios sostienen que no existe en el mundo otro país que las aplique sobre un producto de valor agregado y que su eliminación debería ser definitiva y no una concesión temporal. Mucho menos atada a la liquidación de las divisas.
De todos modos, en todos los casos se sostuvo que se prefiere el esquema actual, que muchos esperan que se postergue luego del 31 de octubre, antes que volver a tener que pagar derechos de exportación que estaban en 5% para la carne de novillo. La carne de vaca ya había sido exceptuada de pagar este “peaje” a la exportación después de la Exposición Rural de 2024.
Entre los empresarios, también hubo cuestionamientos al enfoque operativo de la norma. Para muchos, no tiene sentido ofrecer una quita impositiva y, al mismo tiempo, imponer condiciones tan rígidas que vuelven muy difícil su aprovechamiento.
“El objetivo debería ser facilitar, no complicar”, advirtió un exportador. Otros propusieron una alternativa intermedia: mantener el beneficio pero con plazos más razonables de liquidación, por ejemplo a 30 días y no solo 3, lo que permitiría compatibilizar la operatoria comercial con las exigencias financieras.
En síntesis, la retención cero fue vista como una señal positiva pero de escaso impacto real. Solo los frigoríficos con respaldo financiero o con acceso a prefinanciación pudieron incorporarla a su operatoria sin alterar las relaciones con sus clientes. El resto, en cambio, consideró que la medida fue más una declaración de intención que una herramienta efectiva para mejorar la competitividad de las exportaciones de carne.