En el día de la 50ª Fiesta del Ovejero, en Río Grande, al norte de Tierra del Fuego, elegimos contar el pasado y presente de uno de los paisanos que la llevan adelante y hasta no hace mucho participó de la competencia. Cuenta con orgullo que una vez obtuvo el primer premio, pero ahora no lo hace más porque ya no tiene perros, aclara.
Julio Omar Mercado (58) es productor ganadero de Río Grande, y apenas se presentó nos dijo: “Yo fui uno de los primeros damnificados por los perros asilvestrados, en Tierra del Fuego”, cuando éstos le comieron 20 borreguitas. Se autodefine como un productivista incansable.
Julio lo grafica diciendo: “En la isla está todo por hacerse, siempre tengo 20 ideas nuevas en mi cabeza. Ser productor es una filosofía de vida, más que ser dueño de la tierra. Me da bronca que haya gente que tiene tierra y plata para producir y no lo haga. Porque para mí es un deber moral. Soy fanático de los agroalimentos, de agregar valor a la producción primaria y de aprovechar que este año vendrán unos 700 cruceros a la isla, a quienes en vez de tener los comercios cerrados un domingo, les podremos vender muchas cosas”.
Julio nació en Caleta Olivia, Santa Cruz, y a sus 11 años sus padres lo mandaron a estudiar, como pupilo, a la Escuela Agrotécnica Salesiana de Río Grande, donde egresó como agrónomo general. “Y no volví más a mi casa, me quedé para siempre acá”, porque en Río Grande formó su familia y logró una identidad, que hasta lo ha llevado a ocupar cargos públicos de relevancia. En rigor, estuvo en los inicios de dos partidos políticos, el Libertario y Republicanos Unidos, con el firme propósito de “intentar cambiar el modelo de inacción –dice- que tanto mal le hizo a la provincia de Tierra del Fuego”.
“Después me dio por irme a estudiar zootecnia a Tucumán –continúa Julio relatando su periplo-, pero no me gustó. Y me volví a la isla a trabajar en estancias, porque en esa época éramos muy demandados, ya que salíamos de la escuela como inseminadores de ovinos y como tipificadores de lana. Lo hice desde 1982 a 1993″.
“Por esos tiempos anduve en Chile, Bolivia, en todo lo relacionado a la reproducción animal. Aprendí a inseminar vacas. Hasta que ya venía cansado de viajar y de andar por todo el país, cuando descubrí algo que me daría ganas de incursionar y ser pionero en mi provincia. Inseminando en una estancia muy grande, en el sur de la provincia de Buenos Aires, donde hacíamos 1200 vaquillonas, un amigo del dueño me preguntó si, habiendo muchas ovejas en la Patagonia, exportábamos mucho queso de oveja. Y como nosotros nunca pasábamos de producir lana y carne, me quedó en la cabeza y me puse a investigar”, relató.
“Al año, caminando por La Rural de Palermo vi una ordeñadora de cabras y ovejas y más tarde me crucé con un tano que tenía un tambo de ovejas y de cabras en El Bolsón. Me fui a trabajar con él durante un mes y terminé comprándole 50 borregas y dos carneros de la raza Frisona Milchschaf, que me llevé hasta Río Grande con mi Chevrolet 600, cubierto con las cenizas del volcán Hudson, ya que era 1991, y el mismo acababa de erupcionar. Apenas llegué, 3 o 4 perros asilvestrados me mataron 12 borreguitas. Y este padecimiento fue empeorando”.
“En 1993 fui convocado por mi escuela salesiana para hacerme cargo de la producción ovina del establecimiento y para iniciar el primer tambo ovino de la provincia, vigente hasta la fecha con excelente producción, si bien yo me retiré en 1995. Mi esposa tenía un campo familiar, a 70 kilómetros al oeste de Río Grande, dentro de la estancia La Laura. Con ella instalamos allí luz y agua autogenerados, montamos una sala de ordeñe con unas 80 a 100 ovejas en producción, apuntando a llegar a 500, una mini planta quesera con sótano, galpón y nos pusimos a hacer quesos de oveja con la marca El Principio. Hicimos un queso semiduro y algunos especiados, ricota, yogur y helado, uno de sabor a ruibarbo. Vendimos mucho en Ushuaia, pero después de 10 años nos agotó y decidimos abandonarlo. Eso sí, algún día lo retomaré”.
“En 2004 ingresé a trabajar en el INTA y lo hice hasta el 2016. Fui presidente del Consejo Regional Patagonia Sur desde 2008 hasta 2012, y coordiné la Mesa Nacional de presidentes regionales en 2011 y 2012. Después me surgió faenar 30 toneladas de carne ovina para una empresa que daba de comer a 3800 empleados y pensaba sumar a 1200 más. Pero cuando íbamos a pasar a proveerlos de 50 toneladas, la empresa que nos compraba decidió achicar su planta y se nos cortó esa fuente de trabajo”.
“Luego puse un despostadero y aprendí el rubro del comercio, tuve 3 rotiserías y después puse 2 carnicerías, pero después me quedé proveyendo a una sola. Hoy soy matarife, compro hacienda, faeno acá y vendo carne vacuna y de cordero a precios económicos, con lo que me está yendo bien”.
“Soy fanático de la innovación y de los agroalimentos –continúa Mercado-. En la provincia podríamos hacer 4 productos de la canasta básica como huevos, lácteos, verduras y carnes, que generaría puestos de trabajo y una alimentación más segura para nosotros. La mayoría de los establecimientos, acá, se ocupa de pasar el invierno, pero con un sistema ineficiente, de muy baja productividad”.
“Somos unos 40 productores, que nos conocemos todos y con mucha demanda. Pero, por ejemplo, se prohibió instalar una salmonera y la turba sigue siendo explotada en su mínima expresión. Se sigue viviendo del Estado central sin generar nuestro propio sustento”, se lamentó.
Julio señala otro “absurdo”: Dijo que “de los 18.000 terneros que se producen en la isla, 10.000 se llevan a engordar en el continente y después regresan convertidos en media res. Es un absurdo que no intentemos engordarlos acá. El INTA viene haciendo acá ensayos de pasturas desde 1960, demostrando que se puede. Pero hay mucha indiferencia por parte del sector ganadero. Cuando estuve en la función pública conseguí los fondos para comprar un equipo forrajero completo a fin de abaratar costos de engorde. Todavía andan, pero recién se han hecho 200 hectáreas, desde 2015 hasta la fecha, nada”, dice.
Reflexiona: “Aprendí que si sos carnicero y querés ser productor, lo podés lograr rápido. Pero si sos productor es imposible llegar a poner una carnicería. Tengo en mente producir mis propios animales. El año pasado compré semen Wagyu y también quiero desarrollar el Limangus, en busca de ofrecer cortes especiales a los turistas, que manejan precios internacionales”.
“Cuando fui funcionario conseguimos los fondos para montar un centro de reproducción genética, que recién ahora se está concretando y será un hito. La idea es congelar semen y embriones para exportar. Nos falta certificar que somos libres de 5 enfermedades, que es condición para exportar y también tengo un proyecto personal en este aspecto”, indicó.
Respecto de los perros asilvestrados, Julio señala que los gobiernos que han pasado no han hecho nada. “Pero hay responsabilidades compartidas entre el Estado y los productores, mientras que la gente de las ciudades, o ni se entera, o no les preocupa. Pero hoy el problema es urgente porque la radicación de especies exóticas invasoras, tanto en fauna como en flora, es exponencial. Si no hay un plan efectivo, que obviamente será oneroso, el cual se aplique a pesar de que le pese a quien le pese, incluso a los ambientalistas, el deterioro de nuestro ambiente nos llevará puestos a todos”.
Resume Julio: “En Tierra del Fuego tenemos todo por hacer, con un nivel etario muy joven y un ingreso promedio muy alto, tenemos 3 universidades, al Senasa, al Conicet y se armó un grupo CREA. Tenemos futuro en la pesca, los hidrocarburos, la forestación, con la turba; en el turismo y los agroalimentos. Acá se consumen 35 millones de litros de leche por año, que no producen la provincia. En la isla ha decrecido muchísimo la producción ovina, pero es parte fundamental de nuestra identidad histórica”.
Y culmina el agrónomo: “Hoy realizamos esta fiesta del ovejero en honor al peón de campo y también al perro ovejero. Porque el peón ovejero no es nadie sin la ayuda de sus perros ovejeros, y el perro no puede hacer nada por sí solo sin el hombre que lo guíe. Hay una íntima relación entre el hombre, el perro, el paisaje y el clima”.
“Es una pasión que en la medida de que la actividad se lograra recuperar, nos haría muy felices, pero como dije: en esto también hace falta tomar medidas urgentes. En esto estoy empecinado y cuando yo me llame a retiro, quiero hacerlo con la conciencia tranquila de que intenté cambiar el modelo productivo de mi provincia”.
Mercado quiso dedicarnos el tema “El último arriero” de Hugo Giménez Agüero:
Excelente reseña del amigo Julio Mercado! Doy fe de todo lo que describe, sobre todo de las realidades de la isla, Julio es voz autorizada en cuanto a las actividades agroalimentarias de la Patagonia Austral. Ojalá se lo imitara y se le diera más relevancia. Gracias a gente como él Tierra del Fuego sigue existiendo en el mapa. Es uno de los pocos que vive, sueña y trabaja por la independencia económica y alimentaria de la isla.