A inicios de la década 1990 la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) decidió crear un equipo de trabajo constituido por técnicos y profesionales del agro para poder hacer frente al competitivo mercado de aquel momento. Ese grupo tomó tal identidad que comenzó a juntarse por afuera de la empresa y se consolidó de tal modo que, sin imaginarlo, logró ser protagonista de una gran historia en la empresa. Con los años, los lazos de amistad e identidad se fortalecieron cada vez más, al punto que hoy, después de tanto tiempo, cuando en su mayoría ellos están jubilados y no trabajan más en la empresa, a excepción de uno solo, siguen reuniéndose con el nombre de “Los Viejos Gladiadores”.
Los encuentros actuales suelen ser en la casa de alguno de los integrantes del grupo, desperdigados por diversas provincias, en torno al fuego sagrado que invita al ritual del asado, con vinos amables y alguna guitarra, entre bromas y canciones, copas y palabras. Nunca faltan los debates con ganas de construir y encontrar puntos en común.
La nostalgia de los buenos momentos vividos puede servir para elaborar una reinterpretación de los hechos, que pueda servir para mejorar nuestro presente y el porvenir. Eso es lo que intentaron hacer los Gladiadores un viernes caluroso del reciente mes de febrero en la casa del ingeniero agrónomo, “Sejo” Sosa, en San Andrés de Giles. En esta ocasión invitaron a un cronista de Bichos de Campo para intentar dejar memoria de la interesante reflexión que ellos hacen de lo vivido.
Esta vez pudieron hacerse presentes: Alfredo González, Carlos Martínez, Carlos Porello, Edgardo Moirón, Fernando Gentile, José María “Sejo” Sosa, Omar Manfroi y Oscar Mazza. Si bien no pudieron estar, son parte del grupo, de manera incondicional: José María Muguerza, Gonzalo Vidal, Héctor Gatti, Marcos Peña, José Erhardt y Carlos Rosa. En el recuerdo y el corazón del grupo, también quienes ya partieron de viaje a la eternidad, el entrañable Jesús Inés y Mario Nigro.
Fue Carlos Martínez quien comenzó describiendo la situación de la empresa donde todos trabajban en aquel momento: “En 1984, con la idea de mejorar la asistencia que les daba a sus productores asociados –dijo-, ACA fundó un ‘criadero’ de semillas híbridas, en Pergamino. En 1992 absorbió la empresa ‘Química Estrella’, pasando a llamarla ‘Química Estrella-ACA’. La sumó a su ‘criadero’ de trigo ubicado en la localidad de Cabildo, cerca de Bahía Blanca, al sur de la misma provincia de Buenos Aires”.
Martínez quiso explicar cómo nació el grupo de los Gladiadores: “En ese tiempo yo llegaba desde otra empresa, muy diferente a la realidad de ACA, a la que debía entender con su rol social, que era muy original y diferente a las demás, y que siempre le reconoceremos. Entre todos comenzamos a construir un modo de trabajo, buscando ser competitivos, ya que nos vimos empujados a jugar en un mercado con recursos que claramente eran inferiores al resto. Por esa razón nos propusimos armar un equipo humano con determinados valores, de apoyo y de comprensión, para entender lo que pasaba, y así llegar al mejor puerto posible”.
Siguió Carlos: “Para reforzar el grupo, nos comenzamos a reunir, además, por afuera de la empresa, de modo distendido y de igual a igual, dejando de lado los roles y las responsabilidades que cada uno tenía en el trabajo. Allí escuchábamos lo que le pasaba a un compañero, lo que le preocupaba, y eso hizo que aunque en la empresa tuviéramos problemas sin solución posible, por ejemplo, eso no afectara que siguiéramos siendo unidos y en la misma lucha”.
Aportó Edgardo Moirón: “Con la fundación de Química Estrella-ACA, nosotros recibimos el mandato de crecer. Entonces decidimos la siguiente táctica: íbamos a las cooperativas, pero donde había una que nos ignoraba, buscábamos un distribuidor alternativo que trabajara por afuera del circuito cooperativo. Al cabo de 5 años nos dimos cuenta de que el sistema no cooperativo nos respondía de modo igual y a veces mejor, que el circuito cooperativo”.
Agregó Oscar Mazza: “ACA tenía una estrategia de darle servicios al productor de la manera más integral que uno se puede imaginar. Su principal tarea era la comercialización del cereal a través de sus propias cooperativas, y fue allí cuando aparecieron los insumos para la producción. Nos propusimos proveerlos a todo el circuito cooperativo, de la manera más competitiva posible, en precio y calidad. Y además, ACA contaba con servicios de salud (ACA Salud, hoy Avalian), de seguros (La Segunda), y de turismo (Coovaeco) a los productores”.
“Era una oferta integral, que como empresa madre les brindaba –siguió Mazza-. Porque el socio promedio de ACA, era mediano o pequeño, que tenía menos posibilidades de acceder a productos y servicios competitivos. A mí me parecía una idea extraordinaria, pero a veces nos encontrábamos con la situación de que los productores y las cooperativas más fuertes, no nos elegían. Posiblemente eso se debiera a una falta de confianza por ser relativamente nuevos o tal vez porque, en realidad, no éramos tan competitivos como pretendíamos serlo”, se cuestionó.
Oscar comenzó a retratar los hitos que vivieron en la empresa: “Quizás nuestra época más gloriosa fue cuando conseguimos tener el girasol híbrido ACA 884, uno de los más vendidos del país. Fue un boom en apenas 5 años. Yo vendía tanto, que me llegaron a apodar ‘El Gráfico’, por la taquillera revista de fútbol, ya que ‘sale los martes y se agota los miércoles’, me decían. En dos años dimos vuelta el mercado. De vender 100 bolsas, pasamos a vender 120.000 de 20 kilos. Empecé vendiendo en Trenque Lauquen, Huinca Renancó, Villegas, Realicó, Guatraché, etcétera. Y cuando me fui, vendía con una sola cooperativa, de Macachín, nada más y nada menos que 60.000 bolsas”.
Intervino Fernando Gentile: “Era otra época, en que al vendedor le tocaba hacer de todo. Vendíamos, cobrábamos y asesorábamos. No como ahora, que cada uno hace algo específico y nada más. Nos reconocíamos más débiles, entre tantos gigantes multinacionales, y eso no nos frenaba, sino que salíamos con más fuerza y amor propio. Además, la gran libertad y el apoyo incondicional que nos brindaba Héctor Gatti como director, contribuyó a que trabajáramos con más solidez y eficiencia. Por eso nos nombramos como ‘Gladiadores’, que nos distingue hasta hoy en todos los ámbitos de nuestra vida”.
“Sejo” Sosa aportó: “Llegando al año 2000, mientras habíamos quintuplicado las ventas con la incorporación de los fertilizantes, paradójicamente se acercaba el final de Química Estrella-ACA. Tal vez se debió a la gran operatoria desarrollada por afuera del circuito cooperativo, cuyas ventas eran financiadas casi en su totalidad. Quizá el directorio de ACA haya considerado que estábamos asumiendo un riesgo demasiado alto, en un sector al cual estratégicamente, no le interesaba financiar”.
Alfredo González es el único integrante de Los Gladiadores que aún trabaja en ACA, y cuenta que: “El modelo de venta al circuito extracooperativo, que impulsamos en Química Estrella-ACA, sirvió como inspiración del modelo de lo que hoy son los Centros de Desarrollo Cooperativo (CDC), estrategia a través de la cual, ACA hoy llega a productores que están fuera del sistema cooperativo. Además, a través de ellos genera una importantísima parte del cereal que comercializa”, aseguró.
No faltó el balance de Omar Manfroi: “Podemos decir que hicimos lo que pudimos, de la mejor manera que pudimos. Y mal, no nos fue. Porque si nos hubiera ido mal, ACA hubiese abandonado la idea de comercializar insumos. Sin embargo, la mantuvo. De hecho, el actual director del área de Insumos de ACA, en la actualidad, es un hombre que se inició muy cerca de nosotros”.
Carlos Porello repasó: “Cada uno de nosotros hoy vive una vida diversa: Manfroi con su cabaña ovina, Gonzalo Vidal, Oscar Mazza y yo, cada uno con nuestro emprendimiento comercial, y las actividades profesionales de los restantes. De alguna manera, cada uno sigue jugando su propio partido, pero seguramente utilizando algunos de los recursos aprendidos y cultivados en Los Viejos Gladiadores. Posiblemente sean esos recursos los que nos distinguen hasta hoy de los demás”.
Retomó, Carlos Martínez, más reflexivo: “Yo creo que sentíamos que éramos una empresa que jugaba como en la ‘B’ del fútbol. Porque pagaba menos que las empresas que jugaban en primera, y entonces todos nos dábamos cuenta de que la única manera que teníamos para suplementar esa carencia, era la de unirnos en equipo, tratarnos bien, pasarla de la mejor manera, generar el mejor ambiente de trabajo posible y apoyarnos mutuamente. Uno lo naturaliza y no suele darse cuenta del valor que tiene esto, hasta que toma distancia. Pero nunca faltó la reflexión, la solidaridad y la búsqueda de ser mejores, como personas, como grupo y como parte de la empresa”.
Y Carlos, culminó: “Quienes hemos pasado por varias empresas, podemos notar esta diferencia virtuosa que generamos en ACA y hoy cuidamos este grupo como a un verdadero tesoro. Hemos tenido que enfrentar problemas y algunos desencuentros que sufrimos por distintas presiones laborales. Unas muy complejas y algunas, que nos hirieron. Pero los ‘lazos’ que pudimos construir nos han preservado. Hemos sabido continuar y profundizar la amistad que habíamos cultivado en ACA. Esto solo sucede cuando las relaciones que se generan, superan a lo estrictamente laboral. Y cuando uno ya dobló la curva de la vida, es necesario que le queden estas cosas para disfrutar. Ojalá que este repaso por la historia de Los Gladiadores, les sirva a las nuevas generaciones para algo”.
Este viernes 21 de marzo fue el cumpleaños de Omar Manfroi, y Los Viejos Gladiadores aprovecharon para celebrar el siguiente encuentro, en su casa de Venado Tuerto. Con asado de cordero mediante, revivieron las bromas, que suelen desnudar al que las hace y al que las recibe, y las discusiones bien intencionadas, porque todos sueñan con un mundo en paz que sea fruto de la justicia. También hubo momentos de nostalgia, de reflexión y como siempre, brindaron por los amigos que ya no están, pero sobre todo, por la vida, de la cual se sienten profundamente agradecidos.
Los Viejos Gladiadores eligieron dedicarnos la canción de Joan Manuel Serrat, “Cada loco con su tema”.