Maximiliano Moreno, el actual director ejecutivo de la Fundación INAI (Instituto de Negociaciones Agrícolas Internacionales), que depende de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, era uno de los principales negociadores de la Argentina en materia agrícola (trabajaba en el ex Ministerio de Agroindustria) cuando la Argentina comenzó a negociar junto a sus socios del Mercosur un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea (UE), que este viernes fue finalmente refrendado. Desde esa posición, no tiene dudas de que el pacto será sumamente positivo para el agro local.
-¿De qué nos sirve tener un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea?- le preguntaron a Moreno en una entrevista con el programa Colonia Agropecuaria.
-Me voy a referir exclusivamente al sector agroindustrial, porque no me siento capacitado para hablar de otros sectores, pero la Unión Europea (si la tomás como bloque) es la tercera economía mundial, detrás de Estados Unidos y de China. Tiene el 15% del PBI mundial, son 450 millones de habitantes que tienen un PBI per cápita de 38.000 dólares anuales, que compran y compran muchos productos agroindustriales. Ellos compran desde el mundo unos 130.000 millones de euros por año, y a Argentina le vende muy poco, de 6.000 a 8.000 millones de dólares. Con lo cual es menos del 6% o 7% de lo que ellos compran en el mundo. En gran medida eso, que no le podamos vender más, tiene que ver con que otros abastecedores al mercado europeo tienen mejores condiciones arancelarias.
-¿Es decir que hay otros países que pagan menos tributos al momento de ingresar a la UE?
-Lo que va a ser este acuerdo es que el 99% de nuestras exportaciones agroindustriales entre con arancel 0% -o cercano a 0% en algunos productos- y donde te van a dar una cuota en los productos que son los más delicados.
-Hoy el arancel promedio es 12%, o sea que el descuento mejora la competitividad argentina en una primera etapa.
-Exacto, la verdad que el arancel promedio es alto, porque bueno, históricamente la Unión Europea ha sido muy defensiva en productos agrícolas. Estos aranceles van a bajar a 0%, o muy cercano a 0%. Normalmente cuando uno piensa en estos acuerdos está pensando en las grandes economías, los grandes commodities. Pero Argentina también le vende productos de economías regionales, como maníes o tabaco, o aceite esencial de limón, vinos, porotos. Con lo cual es un buen negocio para toda la agroindustria, y no solamente para los grandes complejos exportadores, que siempre son los que más a tiro están de generar nuevos beneficios.
-¿Esta baja de aranceles es para casi todo el universo de productos agropecuarios, o hay excepciones?
-Hay muy pocas excepciones, hay algunos productos de la cadena de trigo, que deberán cumplir algunas etapas más, pero en algún momento va a ingresar con arancel 0%. Pero el 90% de los productos ingresará con arancel 0% cuando el acuerdo entre en vigor, con lo cual ahí ya tenés un ingreso muy importante. Después tenés una parte que se va a desgravar en plazos que van de 4 a 10 años. Y después tenés un remanente que va a ir en cuotas arancelarias, como la carne bovina, la carne porcina, carne aviar o el arroz, que en esos casos la eliminación del arancel está limitada, a un volumen que se ha establecido en el acuerdo.
-¿Como ahora sucede con la cuota Hilton, pero más grande?
-Exactamente, como hoy tenemos la cuota Hilton. De hecho una de las grandes noticias es que el arancel de la cuota Hilton, que es cercano a 20%, va a ir a 0%, por lo cual la cuota va a ser más interesante todavía al día de mañana. De todos modos, entre los cuatro de Mercosur nos tenemos que repartir en carne bovina una cuota de 99 mil toneladas. Ese es un tema todavía pendiente, de definir entre los cuatro países del Mercosur. La Argentina tiene derecho a reclamar una parte importante de esa cuota en un producto emblemático de nuestra matriz exportadora, será cuestión de discutirlo.
-Siempre que se negocia sobre libre comercio, es yo te doy, vos me das. Entiendo que vos no vas a hablar demasiado de otros sectores, pero ¿cuál es la contraparte? ¿Qué se lleva a Europa de esto?
-Bueno, son acuerdos integrales. Acá hay una pregunta que es interesante: todo el mundo suele centrarse en lo que se llaman las ofertas de acceso a mercados. Es el corazón y es lo que más llama la atención, que son cómo van a bajar los aranceles. Y en realidad está bien, pero esos eran los acuerdos del libre comercio viejos, los que se negociaban en los noventa. Los acuerdos modernos, y este es un acuerdo moderno, tiene un montón de capítulos, donde se negocian desde reglas en materia de propiedad intelectual, compras gubernamentales, servicios, inversiones, medidas sanitarias… Entonces es un entramado muy muy complejo. De hecho, a veces se habla con bastante ligereza del acuerdo. Si es bueno o si es malo. Pero es súper complejo el acuerdo. Yo que trabajé bastantes años con esta negociación, no me encuentro capacitado a opinar de compras gubernamentales, o de servicios e inversiones. Pero bueno, obviamente hay sectores donde la UE va a tener un beneficio en cuanto a que Mercosur, como ha sido un bloque históricamente cerrado y no tiene acuerdos comerciales de envergadura, este es el primero, va a tener una serie de ventajas que otros países, Estados Unidos o China, no tienen en Mercosur. Esa es la principal ventaja.
-Hablamos de protección de inversiones, propiedad intelectual, respeto de sus indicaciones geográficas… Hay nombres que no vamos a poder usar más en algunos quesos, por ejemplo.
-Bueno, pero ahí se negociaron algunas excepciones, como por ejemplo los usuarios previos, quienes estaban usando hoy algunos términos, los podrán seguir usando. Hay cláusulas de coexistencia con las marcas. En Argentina había algunas marcas registradas que coincidían con los nombres geográficos de las indicaciones geográficas (IG) de los europeos. Es un tema emblemático para la agricultura europea. Ellos no firman acuerdos comerciales y no hay una protección a sus IG, pero ahí se han encontrado algunas soluciones equilibradas. Al final del día es buscar consenso. Para ellos era un no-deal. Si esto no caminaba, no cerraban el acuerdo, pero creo que se encontraron algunas soluciones bastante razonables. Recuerdo en el 2019 cuando presentamos algunos de los resultados de esta negociación, el sector los había visto como bastante equilibrados.
-A la vez Europa se compromete a respetar 104 IG originarias en la Argentina. O sea, también aquí hay una contraparte.
-Sobre todo en el sector de vinos, que es el que más IG tiene. En el resto de los productos es un poco más incipiente. Yo sé que la Secretaría de Agricultura está trabajando mucho con este tema. Ahora el tema es ponerle valor a esas IG
-Claro, primero hay que poder exportar, que esto es lo primero que se logra con el acuerdo, para después hacer propaganda con el salamín tandilero, por ejemplo.
-Exactamente, o con el alcaucil de La Plata. En la Argentina hay más tradición de usar varietales en los vinos, más que las Indicaciones Geográficas. Acá vos compras un Malbec, normalmente. En Europa, no, ellos tienen la tradición más cercana a las Indicaciones Geográficas.
-¿Por qué se oponen a esta acuerdo muchos agricultores en Europa? ¿Cuál es tu percepción?
-Mi primera percepción es que no hay un conocimiento profundo de los riesgos, entre comillas, de los que muchas veces se habla en Europa. El acuerdo reconoce el derecho de la Unión Europea, y a su vez del Mercosur, de establecer sus propios estándares sanitarios y estándares ambientales. Con lo cual, esto de que le vamos a vender productos de baja calidad, es una mentira, no es así. No es así ahora, y no va a ser así después. Con lo cual, si la Unión Europea adopta medidas sanitarias exigentes, como suele hacerlo, y estas medidas exigentes cumplen con las reglas internacionales, de que se basen en ciencias, sean transparentes, proporcionales, no discriminatorias, no hay ningún problema.
-Como sucede ahora, ¿el exportador se va a tener que esforzar para cumplir con los estándares altos de la Unión Europea?
-Exacto, lo que tiene el capítulo de medidas sanitarias es generar pautas procedimentales, donde vos, por ejemplo, si querés abrir un mercado en Europa, vos vas a tener mucha más previsibilidad, y cuando vos mandas una nota, pidiendo determinadas condiciones de acceso, te van a responder en tantos días. Entonces vos vas a tener un “trato preferencial” respecto de otros países que no tienen estas condiciones negociadas. Es como que tu dossier, tu carpetita, va a ir en la pila de arriba. Pero después, al momento de negociar las condiciones sustantivas, vos no le vas a poder vender carne, digo como ejemplo burdo, si tenés aftosa. Eso no se negocia.
-Entonces no se flexibilizan los requerimientos actuales para exportar…
-Lo que sucede es que si vos, el día de mañana, querés abrir un mercado para un producto que hasta ahora lo tenías cerrado, al tener un TLC eso te genera un marco jurídico e institucional que te va a beneficiar con respecto a los que no lo tienen. Y eso la verdad que es importante, sobre todo en mercados donde tienen una agenda muy grande. La Comisión Europea es un monstruo importante, todo el mundo quiere vender a Europa. Entonces cuando tienen 500 pedidos y quieren ver con cuál empiezan, ahí tener un TLC claramente te sirve mucho.
-Hay otro punto que podría llegar a ser de interés para el sector agropecuario. Habla de los derechos de exportación, de las retenciones. En algún momento el acuerdo desliza que los países no pueden tenerlas. Argentina queda medio en offside.
-Yo no he tenido acceso a la versión final. Sí te puedo decir que en la versión del 2020 hay reglas en materia de derechos de exportaciones. Los países no pueden hacer lo que quieran en materia de derechos de exportaciones, sino más bien hay topes y hay productos en los cuales no se pueden aplicar más. Hay topes sobre todo para la cadena de la soja, con un cronograma de reducción, creo que de 10 años y que terminaba en un 14% como máximo.
-Con lo cual, capaz que lo que no podemos decir nosotros nos lo impone este acuerdo…
-Bueno, en realidad este es un producto negociado por la Argentina, así que de alguna manera entiendo que también es una señal al sector -si esto efectivamente queda así-, de tener un horizonte de previsibilidad en materia de un tema que es central para la agenda agrícola nacional.
-Ahora estás muy pendiente de esto desde el INAI, que es una institución que hace de soporte desde el sector agrícola a los negociadores. Pero has sido negociador de este acuerdo. ¿Qué se siente cuando se llega al final de esta negociaciones después de tanto trabajo?
-Es un poco ambivalente. Me esperaron a que me fuera al sector privado para cerrarlo (risas). Pero estoy super contento y crucé mensajes con un montón de gente amiga, felicitando al equipo negociador porque fue un esfuerzo muy grande. Ahora queda como moraleja de que este es el camino. Pero tenemos que reflexionar: no podemos pasarnos 20 o 25 años para llegar a esta clase de acuerdos. Nuestro sector necesita de los mercados externos para seguir creciendo y esta clase de acuerdo sin duda es una contribución. Esperemos que el próximo acuerdo nos lleve mucho menos tiempo.