El próximo lunes, según adelanto el ministro de Economía Sergio Massa a los periodistas que lo acompañan por su gira en Estados Unidos, el gobierno nacional anunciará un nuevo tipo de cambio para el sector agropecuario argentino, que hasta ahora compra sus insumos al dólar libre, pero, cuando cobra, lo hace a un dólar oficial muy retrasado. El impacto de esta distorsión cambiaria es más dañino, en muchos casos, que los propios derechos de exportación.
No están claros los alcances de esa medida, que podría implicar repetir un cambio especial para las divisas generadas por la soja y sus derivados, que regiría en abril, o algo más amplio que abarque otros rubros y a las olvidadas economías regionales, a las que el propio Massa les viene prometiendo un correctivo cambiario desde noviembre pasado. El ministro confirmó lo primero y dejo abierta la posibilidad de que suceda lo segundo. Como es habitual en él, englobó todo bajo el singular título de “dólar agro”.
El campo argentino entra así, al menos hasta que se conozcan las medidas en detalle, en una nueva “dimensión desconocida” en materia cambiaria. Por lo pronto, fuentes de diferentes cámaras agroindustriales indicaron a Bichos de Campo que la semana que viene serían convocados por Massa para ponerlos al tanto de la nueva iniciativa.
Según cuentan las crónicas periodísticas que llegan desde EE.UU., donde el ministro de Economía ha mantenido diversas reuniones con los acreedores de la Argentina, la aspiración del “súper ministro” sería ordenar el variopinto de tipos de cambios que existen en la economía local, y que definen a “ganadores” y “perdedores” con una facilidad pasmosa. De hecho, parece que Massa acuñó el término “plan de estabilización cambiaria” para dar cuenta de cierta idea de ordenamiento.
Este nuevo plan, según aseguró Infobae, “comenzará con la puesta en marcha en abril del ‘dólar agro’, con el que pretenden simplificar los tipos de cambio para productos del sector agroexportador. Además, se buscará simplificar las cotizaciones con las que se importan productos y servicios, como los llamados dólares Turista, Coldplay, Qatar, Tecno y otros”.
Ahora bien, lo que parece ser una medida a favor de los productores y el conjunto de la economía, se transforma una vez más en un plan a la medida del propio Estado nacional, que está acuciado por la falta de reservas en el Banco Central y observa un rápido drenaje de las pocas divisas disponibles. Por eso, como es casi cantado, la “estabilización cambiaria” comenzaría con un nuevo “dólar soja 3”, que duraría solo por abril, como se especulaba en el mercado.
Tal medida, que repite los operativos de septiembre y diciembre de 2022, consiste en fijar una cotización más alta a la oficial para las exportaciones de productos del complejo sojero. Este tipo de cambio “anabolizado” actúa como zanahoria para los productores que todavía conservan soja en su poder, pues finalmente mejora los precios en pesos. Se supone que restan por vender unas 7,0 millones de toneladas de soja de la campaña anterior, la 2021/22, que fue relativamente normal y se ubicó cerca de 44 millones de toneladas. A partir de mayo, cuando arranque la nueva cosecha, se espera una cosecha de soja muy inferior, de 25 millones de toneladas o incluso menos.
Ridículo: el operativo “dólar soja 3” acababa de ser desmentido a viva voz por el secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, quien conoce los desbarajustes que provoca esta medida en todo el resto de la economía agropecuaria (solo beneficia a quienes tienen soja, pero como el poroto se encarece, hay muchas actividades que sufren una suba de sus costos, como los tamberos, porcinos y avícolas). Pero por los informes que llegan desde Estados Unidos, Bahillo poco y nada incide en estas decisiones, que son adoptadas en función de las urgencias fiscales y cambiarias del gobierno y no pensando en el aparato productivo.
De todos modos, el título abierto del “dólar agro” podría implicar que este tipo de estímulos cambiarios se extienda a más sectores agroexportadores. Hay muchos que se han anotado en la lista con sus propias pretensiones: las lácteas, los frigoríficos, las bodegas, las economías frutícolas, las yerbateras. Massa en noviembre lanzó la idea de un dólar especial para las economías regionales, pero luego, ante la dificultad para implementarlo, guardó violín en bolsa.
Ahora las versiones indican que el dólar sojero volverá a regir en abril, mientras que luego los retoques forzosos del tipo de cambio “impactarán por 90 días, desde mayo a julio, en economías regionales, como el maní, el arroz y el vitivinicultura”. La lista no parece cerrada. El propio ministro habló de subsidiar productos exportables con “bajo o nulo impacto en el mercado interno”.
“Ese esquema de dólar diferencial para la exportación de estos productos también se terminará de definir en las próximas semanas”, dice la crónica de Infobae. Mejor no creer demasiado, porque es lo mismo que había prometido Massa en noviembre, en un acto en Mendoza.
“Es un programa de incremento exportador que pretende facilitar en el año de sequía la capacidad y el cumplimiento de los contratos de nuestros exportadores, entendiendo las dificultades que sufrieron nuestros productores”, dijo el propio Massa en una reunión con medios argentinos. Luego agregó, sin aclarar nada: “Son medidas para promover exportaciones y consolidar al sector agro en la posibilidad de cumplir sus contratos y al Banco Central argentino de fortalecerse en materia de reservas”.
Más adelante afirmó que la “simplificación” también será para los tipos de cambio de la importación: “El desafío tiene que ver con empezar a recorrer un camino de simplificación cambiaría a los efectos de que todo que aparece como dólar Coldplay, dólar tecno, empiece a trabajar y a operar en un esquema más unificado”, explicó el ministro. Por supuesto, una vez más, los montos y otros detalles están aún en definición.