“Si no se atiende prontamente esta situación el futuro cercano del vino más que tinto será negro”.
Con esa frase, Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) cerró un breve informe sobre la economía de los productores vitivinícolas del Valle de Uco, en Mendoza, la cuna del mejor y tan promocionado Malbec. De una serie histórica de precios pagados a esos productores por las bodegas, desde 2003 a la fecha, surge que están cobrando el peor precio en casi dos décadas. “El productor está cobrando un 40% del promedio histórico para la serie”, se precisó.
Con este informe, los ruralistas del Valle de Uco están abriendo la discusión de cara a la vendimia 2021, que arranca en marzo. El que pasó ya fue un año perdido para ellos, pues en medio de la pandemia por Covid fue poco lo que pudieron hacer para defender los precios de sus uvas. Pero la crisis vitivinícola viene desde 2018, pone en jaque a muchos productores independientes y ya provoca incluso la erradicación de los viñedos menos rentables.
Bichos de Campo realizó una cobertura especial sobre la crisis vitivinícola, incluyendo el Valle de Uco, en la última vendimia:
El aporte de CRA a esta discusión, ahora, pone dimensión a esta crisis de ingresos en el sector primario mendocino. “Desde el año 2007 a la actualidad la participación de la producción en el precio final al público del producto se ha reducido a la mitad. Eso ha sido pura y exclusivamente pérdida de precio al productor (obviamente sin manifestarse esa baja de rentabilidad en el precio pagado por el consumidor)”, se quejaron los ruralistas.
Si uno tuviera/pudiera actualizar el valor del kilo de uva de Malbec a los valores promedio de estos veinte años, el valor pagado al productor debería llegar a 77 pesos. En la campaña 2020, en los mejores casos los valores rondaron los 20/25 pesos.
Desde hace tiempo que CRA viene pidiendo mercados institucionalizados para las economías regionales, donde los productores de vinos o de leche, a modo de ejemplo, puedan defender mejor el valor de su producción. En el caso de la vitivinicultura, la queja del ruralismo incluye -además de los bajos precios- los largos plazos de pago impuestos por las bodegas, que pueden llegar a ser de varios meses. Con esta inflación, esa modalidad hace estragos en los ingresos del productor.
“Una vez generada la liquidación al productor de lo que ya ha entregado, se ha analizado y se ha liquidado, el pago real se extiende en algunos casos hasta 7 u 8 meses, con los consiguientes efectos financieros sobre el productor, atrasos en los pagos de obligaciones fiscales, patronales, entre tantos otros (todos ellos cobran punitorios)”, explicó CRA.
De acuerdo al Departamento Económico de esta entidad, el deterioro visible de la situación de los productores se debe también a que “los costos de producción subieron por el ascensor y los precios de venta por la escalera, aunque en este caso la escalera bajaba al subsuelo”.
Este escenario, a la vez, “redundó en una pérdida de reinversión en las fincas, suspensión de las tareas de mantenimiento o secundarias, por consecuencia golpeando la productividad en el corto plazo y en el mediano la sustentabilidad del sistema”.
¿Y cómo se sale de esta crisis casi terminal? Según esta visión, “la solución se encuentra en la mejora de la competitividad real del sector, basada en la mejora de su calidad y productividad, que tendrá que ser fuertemente respaldada por el Estado, la reconstitución de capital de trabajo; insumos; la reconversión tecnológica necesaria; créditos a tasas que guarden relación con la actividad que los demanda y la formalización de un sistema de comercialización transparente con precios ciertos y plazos de pagos razonables”.