Se viene la final del Mundial de Fútbol 2022 entre Argentina y Francia y, más allá del resultado final del partido, el evento, al contar con una proyección global, representa en términos simbólicos dos maneras de entender el mundo.
Sudamérica, en este caso representada por la Argentina, más allá de los enormes problemas internos que padece, es una región que se desvive por producir bienes esenciales para la civilización humana y busca poder comercializarnos en todos los rincones del orbe.
La necesidad de comerciar con clientes de los más diversos perfiles, obliga a la región a comprender las múltiples características culturales presentes en las distintas naciones sin juzgarlas en términos axiológicos.
Gracias a esa predisposición natural, Sudamérica es un territorio libre de conflictos étnicos y religiosos, algo que, en el mundo actual, tiene un valor gigantesco. También está exenta de riesgos geopolíticos a pesar de los esfuerzos realizados por las potencias mundiales para torcerle el brazo, hacia uno u otro lado, a los distintos países que integran la región.
Francia, por su parte, es una de las dos naciones europeas que mantiene un enclave colonial en territorio sudamericano: la Guayana francesa, que tiene una superficie más grande que la de la provincia argentina de Entre Ríos
No contento con gestionar una porción del territorio sudamericano, el gobierno francés en reiteradas oportunidades se manifestó a favor de la creación de un organismo global encargado de controlar al Amazonas al considerar que se trata de un bien de la humanidad.
Francia, en tanto, es una de las principales impulsoras de legislaciones orientadas a mancillar la soberanía sudamericana, como, por ejemplo, la reciente política de importaciones de productos “libres de deforestación”, la cual no reconoce como válidas las normativas de los países sudamericanos en la materia.
Con el mismo criterio, las naciones de Sudamérica deberían adoptar una “política espejo” que aplique aranceles a todos los productos agroindustriales europeos elaborados con el aporte de subsidios estatales (las ayudas al agro representan el 34% del Presupuesto 2023 de la UE-27, el cual asciende a un total de 168.650 millones de euros).
El principal problema que tiene Sudamérica, precisamente, es que, en su afán constante de adaptarse a las exigencias de sus numerosos clientes, hace lo imposible por evitar el conflicto con cada uno de ellos, sin advertir (o haciendo que no advierte) que, en algunas ocasiones, los requerimientos son en realidad agresiones directas diseñadas para debilitar el desarrollo de la región.
Los conflictos internos en los países sudamericanos, junto con los problemas internos presentes en cada uno de los mismos, contribuyen a impedir diferenciar exigencias criteriosas respecto de injerencias indebidas para poder elaborar así una política coordinada con el propósito de contrarrestarlas.
Pero, mientras eso no sea factible, al menos podemos llevar esa contienda desigual a un ámbito deportivo que, al menos por unas horas, incline la cancha hacia el otro lado.