Mariano Lattari es biólogo y trabaja en el sector de bioinsumos del Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria). El organismo tiene regulaciones específicas para este tipo de insumos, que poco a poco van ganando porciones crecientes del mercado. Se venden y compran, y por lo tanto son “productos comerciales”, nos aclara Mariano, que trata así de diferencias los bioinsumos autorizados de los “menjunjes o chimichurris que hacen a veces los productores de tipo familiar dentro de su finca. Yo no digo que no estén bien. Pero ahí hay a veces cuestiones de calidad e inocuidad que hay que cuidar”.
Según el especialista, en cambio, los bioinsumos son productos testeados y sometidos a regulaciones. Como con los agroquímicos, los hay de todo tipo: unos son fitosanitarios, otros son fertilizantes, los hay estimulantes e incluso veterinarios. “Cuando hablamos de bioinsumos hablamos de todo un universo. Hay productos para la producción vegetal (como los biofitosanitarios), para la producción animal (como las enzimas y los probióticos) y hasta para la producción energética”, indicó.
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El mercado de bioinsumos es creciente, fundamentalmente de la mano del incremento de la producción orgánica certificada, que debe prescindir de insumos de síntesis química. Pero también los productores convencionales apelan a ellos. Nos recuerda el experto que “en fertilización, la paleta es interesante pues desde hace treinta años que se inocula con microorganismos cuando se siembra una leguminosa”.
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Lattari celebra la reciente institucionalización de este sector, primero con la conformación en 2013 del Comité Asesor en Bioinsumos de Uso Agropecuario (CABUA), y luego en 2017 con la creación de la CABIO, la Cámara Argentina de Bioinsumos. Allí se integraron hasta el momento unas 20 o 30 empresas dedicadas a la actividad, entre las que tallan algunas muy grandes como Rizobacter o Indigo.
Pero el biólogo del Senasa cree que queda un largo trabajo por delante para consolidar este sector, especialmente en materia de extensión y concientización de los productores. “Al tratarse de productos biológicos hay que tener mayor cuidado en el momento de aplicar y manipular los bioinsumos”, advierte Lattari.
“Estamos hablando de organismos vivos. El productor tiene que tener mayores recaudos. Por eso tenemos que plantear un cambio de paradigma. Antes uno cargaba la mochila y aplicaba un producto. Acá hay que prestar un poco más de atención”, añade el especialista.
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Lattari añade que incluso los resultados de las aplicaciones sobre los cultivos se dan de diferente modo. Cuando uno usa un microorganismo, por ejemplo, la plaga no muere de inmediato e incluso “actúa como una pequeña usina, porque va liberando los agentes que van a contaminar a otros individuos de la plaga. Esto no ocurre con los agroquímicos tradicionales”, indica.
-¿Cuáles son los objetivos del sector de bioinusmos? ¿Reemplazar por completo a los agroquímicos?- le preguntamos a Mariano.
-No me gusta hablar de reemplazo, Hablo de complemento. Las técnicas de síntesis química son muy necesarias y los países más evolucionados no han reemplazado esos productos con bioinsumos. Todo lo contrario, se han complementado. Obviamente el bioinsumo te da una performance mucho más sustentable, porque no colleva problemas para la salud del productor, del consumidor y del ambiente, Estamos hablando de productos que son biodegradables y que provienen del mismo ecosistema natural. Pero eso no implica que el productor no pueda utilizar herramientas de síntesis química.