El kiwi es una fruta subtropical, de origen chino, que llegó Nueva Zelanda en la década del 70 y ahí explotó su potencial comercial. Tiene diversas propiedades que hacen de su fruta buscada en los comercios, puesto que además de su sabor, tiene un alto contenido de vitamina C.
En Argentina su producción no está muy extendida, pero empieza a abrirse paso ganando hectáreas. El sureste de la provincia de Buenos Aires, resulta una región propicia para el cultivo, y ahí se encuentran algunos proyectos a gran escala, que incluso llegaron en 2023 a exportar kiwis a Europa con denominación de origen.
Sin embargo, en plena pandemia de Coronavirus, una pareja de profesionales poco ligados al campo, María y Oscar, decidieron empujar un proyecto al que se le podría llamar “El circuito de la Vitamina C”, en Saladillo, corazón geográfico de la provincia de Buenos Aires, en un campo de la familia. Esta idea estaba en marcha, había plantas sembradas, pero decidieron invertir tiempo, dinero y ganas.
La familia de Oscar De Luca es la que estaba relacionada al campo, con algunas hectáreas destinadas a la producción mixta de granos y ganadería. En una parcela de menos de una hectárea, donde había un corral de cerdos, María y Oscar plantaron sus primeras variedades de kiwis, que una vez que las plantaron, debieron esperar unos 5 años a que la planta comience a dar frutos.
Lo que allí plantaron es una variedad extraña para los mercados: El Summer, que es un poco más chico y de sabor distinto al habitual, el Hayward, variedad que también tienen en su chacra del centro bonaerense, como segunda parada en este recorrido vitamínico.
Es así que siguiendo el camino que une las diversas estaciones del espacio que armaron María y Oscar, entre lotes de maíces, se llegan a las diversas estaciones: La del kiwi Summer, las dos de Hayward, y luego un frondoso bosque de cítricos.
Al fondo, donde había ganado bovino, pusieron plantas de pomelos, limones, mandarinas y naranjas que trajeron desde Entre Ríos. Incluso, esa fue una actividad que los mantuvo durante la pandemia, vendiendo plantines de cítricos por los pueblos.
Cuenta María de los Ángeles Dellatorre, que además del núcleo productivo, hoy Kiwis Saladillo, como lo llamaron, ofrece experiencias de turismo rural, donde los visitantes cosechan sus propios kiwis, y los prueban en un lugar acorde. Incluso se capacitó en turismo rural, y a pesar de ser contadora y tener que lidiar con papeleríos y la AFIP, administra esta unidad productiva.
Cuando hay producción, los emprendedores cosechan los kiwis, con unas mochilas acordes, llenan los cajones que luego van a una camioneta con el logo, y salen de gira por la provincia ofreciendo los frutos a mitad de precio de lo que se consiguen en una verdulería: El circuito completo, desde los productores, al consumidor, que los contacta por las redes sociales.
Ver esta publicación en Instagram
“Estamos en el paraje Reynoso. Acá, hace algunos años, empezamos con un proyecto de plantación pequeña de kiwis. A través de los años, se fue agrandando. Hoy tenemos 400 ejemplares, de dos variedades, Summer y Hayward, y después, todo lo que es una segunda parte de cítricos”, cuenta orgullosa María a Bichos de Campo.
Pero el comienzo no fue fácil. Para una contadora y un kinesiólogo, empezar un proyecto agrícola no resulta del todo fácil, y menos tratando de convencer a los suegros: “El proyecto empieza como un hobby, en realidad, porque los papás de Oscar, mi esposo, tienen un campo acá en Saladillo, y la mamá tenía una planta de kiwis, que nunca le dio frutas. Entonces Oscar la llamaba y le decía que le tenían que dar. Y ahí empezó a averiguar en Mar del Plata, y toda la zona del cordón atlántico. Ahí hay muchas plantaciones de kiwis. Empezó a averiguar, fue a una plantación a visitarla, le fascinó, y dijo, quiero esto”, narra María.
De esa planta de la madre que no daba frutas, a un negocio exitoso, todo un desafío. En aquel momento, ni María ni el papá de Oscar querián saber nada con empezar a cultivar kiwis. “No me vas a hacer este circo, yo no quiero tener esas cosas colgadas que se vean desde la calle”, decía el dueño del campo, que quería seguir con lo tradicional, agricultura y ganadería. “No logró convencerlo, hasta que habló con la mamá, luego de intentarlo, les dijo que podían agarrar un pedazo donde estaba antiguamente el chiquero de chanchos, y empezar por ahí”.
Mirá la entrevista completa con María de los Ángeles Dellatorre:
-¿De dónde trajeron las plantas?
-Las plantas las compramos en un vivero especializado en Mar del Plata. Porque para hacer un poco de historia geográfica incluso del kiwi, es una fruta subtropical, pero no es de origen argentina, ni mucho menos. Es una fruta tropical no cítrica, y en realidad es originaria de China.
-Pero se hizo famosa en Nueva Zelanda, Oceanía…
-Nueva Zelanda lo que hace es mejorarlo. Ahí sale al mercado y empiezan a exportar. La conocimos acá en Latinoamérica hace muchos años, pero no tanto, porque el consumo mayoritariamente está ahí. Italia también lo tiene, es muy buen productor de kiwis, y la característica que tenemos en la zona centro, digamos de Argentina, es que estamos sobre la misma latitud que Nueva Zelanda. Tenemos el mismo clima. El kiwi es una planta que necesita mucho frío durante el invierno, de las heladas, es una planta que se duerme en el invierno. Porque toda la clorofila y todo lo que tiene, queda dentro de la planta. Cuando empieza primavera, todo eso explota, digamos.
-¿Cómo hacen el manejo y la producción?
-El proceso productivo comienza, digamos, después de lo que sería la cosecha en marzo-abril, comienza la época de poda. Una vez que está la poda, que es el atado, se ralea, se dejan las ramas más jóvenes para el año que viene. Para que esa rama disfrute, en el mes de octubre comienza la floración, se hace un primer raleo para tener calidad, y no cantidad de fruta. Nosotros lo que buscamos es el tamaño, no en cantidad. Después se empieza a polinizar naturalmente, porque hay plantas macho y hembra. El macho es el que poliniza, no da fruto. Y para garantizar la fruta, lo que se hace es un repaso con un polen. Hay productores que se dedican a extraer el polen de plantas macho y lo venden. Eso se paga en dólares, es bastante caro, pero vale la pena.
-Hay dos variedades, una más grande y otra más chica. Imagino que los más chicos maduran antes…
-No, en realidad no es que por ser más chico sale antes, es porque la variedad sale antes al mercado. En el mes de marzo se cosecha. Aquella variedad que es la Hayward, se cosecha en el mes de abril. Nosotros salimos primero al mercado, defendiendo siempre un poco más el precio. El sistema nuestro de venta es sin intermediarios, es la venta directa al consumidor. Nosotros vamos con nuestra camioneta a vender por las ciudades, vendemos en la zona, lo que es Las Flores, 25 de Mayo, Alvear, Tapalqué, Olavarría, Junín, Chivilcoy, Bolívar y Saladillo. Somos únicos productores en el centro de la provincia de Buenos Aires.
-¿Cómo hacen que esto sea turístico y que sea llamativo, que la gente quiera venir a conocerlo?
-Me apasiona el turismo rural, me apasiona. Entonces le puse un valor agregado más. Estudié dos diplomaturas en la facultad de la UBA, en agronomía, una de guías locales, una de guías de turismo, y lo que ofrecemos al visitante es la experiencia de ser cosechero por un día. Se hace la visita guiada y una vez que terminamos, se le dan los elementos de cosecha que se llaman cosecheros, y la gente en familia, con amigos, con hijos. Cosechan sus propios kiwis. Van a la planta, eligen el tamaño, eligen la cantidad, luego se pesa, y bueno, eligen ellos los kiwis que quieran comprar. La verdad que es muy divertido y estar en contacto con la naturaleza, o sea, el único escenario es la naturaleza, no hay otra cosa.