Es una gran noticia que los análisis de márgenes agrícolas de las principales actividades agrícolas del INTA Pergamino hayan sobrevivido a todos los gobiernos, porque aportan continuidad y objetividad sobre análisis que a veces sufren tironeos. Dicho esto, los técnicos de esa experimental publicaron sus cálculos sobre cómo serían los resultados económicos de los tres principales planteos de siembra en la rica zona agrícola del norte bonaerense y los resultados confirman lo que ya estaba avisando el sector privado: en la campaña 20224/25 habrá que obtener altísimos rindes en campo propio para no perder dinero.
Todos los años, para esta misma fecha, se publica el mismo trabajo desde INTA tomando como referencia el manejo de cultivos realizado en su Campo Experimental de la Pergamino. “El suelo pertenece a la Serie Pergamino en un 75% del área total y a una fase de erosión moderada en un 25%. La mayor parte de los lotes presentan una extensa historia agrícola continua. En la última década, al menos la mitad del área se rotó anualmente con trigo/soja segunda y maíz mientras que en el resto se realizó soja de primera”, se explica, antes de hace los números para esos tres planteos.
Como en cualquier otro análisis agrícola, los técnicos del INTA que intervinieron en este riguroso análisis (Francisco Fillat, Silvina María Cabrini, José Andrés Llovet y María Cecilia Paollini) toman tres escenarios de rendimientos (bajo, medio y alto) para calcular los márgenes, tanto en campos propios como alquilados. La conclusión, a grandes rasgos, es que esquivará las pérdidas solo aquel productor que tenga una productividad de media a alta en campos propios. Pero, por supuesto, hay matices en cada planteo.
En el caso de un planteo que incluya doble cultivo (trigo más soja de segunda), siempre hablando de Pergamino, solo el cereal promete cierta rentabilidad en cualquiera de los escenarios, pero la soja empieza a flaquear. En la combinación de ambos, los márgenes brutos son positivos en campo propio, aunque en campo arrendado habría que obtener altos rendimientos (de 5 toneladas de trigo y al menos 3 de soja) para obtener un margen bruto positivo de 304 dólaes por hectárea. Pero en escenario de rendimientos menores, el INTA estima que el productor sufrirá un quebranto.
Si la decisión del productor es sembrar una soja de primera, que usualmente ofrece rendimientos bastante mayores del poroto, los gastos serán cercanos a los 600 dólares por hectárea a sembrar, en tanto que el margen bruto obtenido será menor a la inversión. En tierra propia, con cualquier rendimiento (2,9 toneladas/hectárea en un escenario Bajo, 3,4 en el medio, o 4 toneladas en una hipótesis de rinde alta) se obtiene un resultado positivo, con márgenes que oscilan entre 250 y 526 dólares por hectárea.
El problema de rentabilidad negativa vuelve a aparecer en aquellos casos de productores que arriendan campos (se calcula que 70% de las siembras están en esa situación). En estos casos habrá que obtener al menos 4 toneladas de soja por hectárea para ganar magros 50 dólares. Eso, antes de impuestos y sin contar costos adicionales a los de siembra, cosecha y comercialización.
¿Y en el caso del maíz? En la zona de Pergamino no corre la amenaza de la chicharrita. Pero a los productores les caen los altos costos en dólares de muchos insumos y la vigencia de retenciones, que les arrebatan el 12% del valor bruto de su producción.
En este caso se repite el escenario: En campo propio se pueden llegar a obtener resultados positivos (pero no siempre mayores al dinero invertido para sembrar cada hectárea), pero pagando los 476 dólares estimados por hectárea (o su equivalente en quintales de soja) de arrendamiento los márgenes brutos caen al terreno negativo. Es decir, alquilando solo se zafa de las pérdidas obteniendo un rindo alto de al menos 10,6 toneladas por hectárea.