El ingeniero agrónomo Marcelo Arriola, trabajó mucho durante los últimos años en la Chacra Pergamino de la Asociación de Productores en Siembra Directa (Aapresid), donde esa organización ensayó múltiples variantes al esquema agrícola convencional aplicado en el país. Consciente de la degradación que sufrieron muchos suelos, Marcelo acuñó una frase para referirse a los cambios que propicia esa entidad a partir de los resultados obtenidos: habló de que ahora hay que llevar a cabo una “agricultura reparadora”.
“Los años de Chacra nos dieron insumos para ver que teníamos que comprometernos fuertemente con el ambiente”, dijo Arriola a Bichos de Campo durante una jornada a campo en el establecimiento La Oración, en Salto, donde se mostró los nuevos sistemas de Agricultura Siempre Verde impulsados por Aapresid.
“Los sistemas simplificados y la soja continua con 10 litros de glifosato para matar malezas se terminaron”, remarcó el subdirector del sistema Chacras Aapresid. Y agregó que de ahora en adelante “el productor tiene que entender que está trabajando arriba de un organismo vivo que es el suelo”.
Mirá la entrevista completa a Marcelo Arriola:
El trabajo agronómico, a partir de incorporar algunos conceptos básicos de la biología, desafía constantemente a quienes se vuelcan a esta agricultura reparadora. “Cada vez que uno cree que tiene respuestas a una pregunta, surgen más dudas que nos desafían a ponerle ingenio a esta nueva agronomía”, dijo Arriola.
El sistema de chacras experimentales fue creado por Aapresid para llevar respuestas concretas a las demandas de sus productores. Actualmente hay 16 de estas chacras funcionando en distintas regiones, en campos de los productores asociados. Arriola recordó que cuando arrancaron con el sistema, hace 10 años atrás, solo pensaban en mejorar el sistema agrícola tradicional y puntualmente en investigar los sistema de rotación maíz- soja y trigo-soja, sin atender a otras variantes.
Cuando empezaron a mirar más allá de la física y química del suelo, poniendo el foco también en la biología, “los avances fueron grandísimos y comprobamos que podíamos bajar fuertemente la cantidad de agroquímicos y comenzamos a pensar en los Gases de Efecto Invernadero (GEI)”, dijo el agrónomo.
Fue así que Aapresid, junto a la Universidad de Quimes y a la Universidad de Río Cuarto, hizo un trabajo de investigación acerca de la biología de los suelos y su relación con los sistemas agrícolas utilizados. La conclusión principal fue que había que pasar del sistema convencional a sistemas mucho más intensivos, básicamente con la incorporación de una gran variedad de cultivos de servicio.
“Primero se pensó en una siembra directa, luego en rotación de cultivos y luego en fertilización balanceada. Se trata de entender que el suelo tiene que estar siempre verde con una diversidad de especies leguminosas, gramíneas y crucíferas dentro del mismo sistema”, expresó Arriola.
Para el agrónomo “la naturaleza ya no tiene esos pulsos de vida y muerte donde sembramos un cultivo, muere, y luego sembramos otro cultivo y muere. Creo que tenemos que pensar en esa diversidad de modo espacial más que temporal”.
El problema según Arriola es que “por lo general los productores medimos los sistemas de producción porque rinden dos quintales más. Hay que preguntarse si realmente es eso lo que debemos medir, porque si deterioramos el suelo para conseguir el resultado evidentemente nos perdimos gran parte de la película”.
Además pidió dejar de pensar en una agricultura industrial. “Si cada suelo y cada lote son distintos ¿Corresponde que les hagamos el mismo tratamiento? ¿Es lógico que exista un monocultivo que de respuestas a todo? Indudablemente no. Ese sistema que tanto se festejó, dejó muchas puertas abiertas y la destrucción de los suelos”, analizó.
“El INTA de Pergamino tiene muchos datos acerca de cuál fue el deterioro del suelo y hay cantidad de publicaciones que muestran cómo se fue bajando el contenido de materia orgánica, y no fue gratis. Miles de años nos llevó construir estos suelos. Entonces no podemos deteriorarlos. Los suelos no son nuestros, son patrimonio”, resaltó Arriola.
Acerca de las malezas resistentes, Arriola reflexionó: “Todos ven a las malezas como la luz mala, pero quizás la propia naturaleza nos las mandó para indicarnos que debemos dejar de tener esos sistemas simplificados. No puede ser que en septiembre u octubre no haya nada en el lote cuando se da el mayor corte de malezas y que no haya nada que compita contra ellas”.
“A lo mejor las malezas son la herramienta para cambiar el sistema de producción de la Argentina. Debemos cambiar el sistema de producción antes de que la naturaleza nos lo haga cambiar”, concluyó Arriola.