Marcelo Arriola es miembro de Aapresid, donde se desempeña como vicedirector del Sistema Chacras, una red que combina el conocimiento práctico del productor con el conocimiento científico de instituciones como INTA o diferentes universidades. En un contexto de constante presión social por el uso de agroquímicos, Arriola explicó a Bichos de Campo cómo se la ingenian los productores para reducir el uso de insumos y a la vez pueden mejorar el contenido de materia orgánica del suelo.
“La idea es entender que se puede evitar el monocultivo y construir más suelo con intensificación y diversificación. Tratamos de reconstruir suelos, revertir el proceso en el que se destruyeron en la época de labranza y de monocultivo”, indicó el especialista.
“Debe haber intensificación, es decir, tener el campo verde más días del año durante los inviernos. Es más -agregó-, si se puede tener el campo cubierto con cultivos todo el año sería mucho mejor”.
Para Arriola, “además tiene que haber diversificación o rotación de diferentes cultivos, para no caer en el monocultivo o en dos o tres cultivos que terminan dando los mismos defectos que un monocultivo”.
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Según el agrónomo, con más diversificación de cultivos en el campo se puede mejorar el control de las malezas y se consigue mayor calidad e incorporación de materia orgánica. Pero hay otro punto importante que resaltó: “Los ciclos agrícolas tienen como ciclos de cultivos. Es decir, los sembrás, crecen y se mueren. El punto sería evitar que no haya pulsos sino que cuando un cultivo esté muriendo, inmediatamente haya otro detrás naciendo, imitando el modelo de la naturaleza lo más parecido posible”.
El resultado está medido por un margen bruto anual que para Arriola no es del todo correcto. “Cuando uno mide así, mide también tecnología de insumos. Es decir, yo aplico un insumo que vale dos, cosecho cuatro y gasto dos. Pero cuando yo incorporo un cultivo de servicio y mejoro la salud del suelo, lo que estamos haciendo es entrar en tecnología de procesos. De modo que mi cosecha dependerá de lo que yo haya hecho en la historia del lote, es decir que esta tecnología me dará beneficios dos o tres años después en un margen bruto”, concluyó.
Escuchá el reportaje completo realizado a Marcelo Arriola:
“Bajo el sistema Chacras, tanto productores agropecuarios como la ciencia se sientan en la misma mesa para analizar problemáticas propias de la producción. En el caso del sistema Chacras de Pergamino, donde estoy yo, arrancó hace unos 10 años, y la problemática puntual a resolver en su momento era si hacíamos maíz, soja y trigo-soja como rotación ideal. Hasta que en un congreso de 2010, Dwayne Beck nos estresó fuerte cuando nos dijo que todavía seguíamos deteriorando los suelos con esa rotación”, agregó el técnico.
Beck es un conocido referente de la llamada “agricultura de conservación”, y en ese momento dio una charla sobre sistemas de producción sustentable, en el que presentó un modelo de producción con foco en 2020, en el que planteaba reducir gradualmente el uso de carbono de origen geológico, a través del uso de leguminosas y la integración con la ganadería.
Más allá de que aquella propuesta de Aapresid abarcaba tres cultivos, Arriola reconoció que “arrastrábamos casi los mismos vicios que con el monocultivo o con esos sistemas simplificados que producen daño en nuestro sistema productivo”.
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“Así fue que empezamos a investigar cómo podíamos mejorar la salud de nuestros suelos y los rendimientos de nuestros cultivos. Surgió Chacras en Pergamino, y las primeras investigaciones consistieron en saber cómo aumentar la materia orgánica del suelo. Luego salieron líneas de trabajo paralelas, como por ejemplo, el menor uso de agroquímicos y un cambio por mayor rotación y mayor intensificación de los suelos”.
“Muchos piensan que si no siembran cultivos de granos no cosechan. La verdad es que cuando se siembran cultivos de servicios ecosistémicos, se cosechan muchísimos servicios que no son granos. Por ejemplo, si pensamos en servicio para control de malezas. Pensemos que con cultivo de granos, el control de malezas queda total y absolutamente secundario. De hecho, en la rotación trigo-soja todavía no pudimos bajar la cantidad de agroquímicos utilizados”, reflexionó Arriola.
Para el técnico del INTA Pergamino, con este nuevo esquema productivo, lograron controlar las malezas, mejoraron la calidad del suelo con los cultivos de cobertura, y redujeron el uso de agroinsumos, con lo cual bajaron costos y tuvieron un sistema más amigable con el ambiente.