Ubicada en la localidad santafecina de Las Parejas, la fábrica de maquinaria Apache está por alcanzar sus 65 años de existencia anclada desde siempre en ese mismo pueblo, que cinco décadas atrás supo concentrar la mayor producción industrial. En todo ese tiempo han hecho equilibrio varias veces para resistir los vaivenes económicos del país, aunque con la fija convicción de que saldrían adelante por ser proveedores del campo.
El fabricante Carlos Castellani es parte de esa larga trayectoria. Aunque desde chicos lo apodan como “El Indio”, ciertamente no fue quien inspiró nombre de la empresa no obstante resulta una bonita casualidad. El nombre Apache surgió en cambio luego de que uno de sus dueños descubriera que el mote que identifica al santafecino ya estaba registrado. Y quizás terminó siendo para mejor.
“Es una marca que gracias a dios pudimos hacer bien conocida, tanto acá en Argentina como en otras partes del mundo. Siempre estuvo en Las Parejas, que durante la década de 1970 fue nombrado como el pueblo más industrial de Sudamérica en relación a la cantidad de habitantes que tenía, que eran 6000. Hubo muchos galpones y fábricas de todo tipo. Las Parejas es eso: contagio de la gente que se supo relacionar para ayudarse”, dijo a Bichos de Campo Castellani.
Y esa ubicación no parece ser casual si se tiene en cuenta que la provincia de Santa Fe lidera las estadísticas de la Cámara de Maquinaria Agrícola en cuanto a fábricas de maquinaria y agropartes, seguida de Córdoba y Buenos Aires.+
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-Los fabricantes de maquinaria agrícola sobreviven a pesar de que existen grandes marcas globales. ¿Por qué piensa que sucede eso?- le preguntamos.
-En estas fábricas pequeñas hay inventiva. Hemos pasado malas y buenas en todos estos años. Los empleados somos compañeros, amigos. Nosotros tenemos desde el primero momento nuestro departamento de prototipo y desarrollo. El hombre de campo en la Argentina fue cambiando, avanzando, y nos llevó a eso a nosotros. Teníamos gente que iba por los campos para ver qué se opinaba y de ahí salían las nuevas maquinas. Argentina hoy es el país que tiene el 90% de lo que siembra en siembra directa. No hay ningún otro país con esa cantidad.
-Les cabe bien la palabra resiliencia. Han aprendido a resistir
-Sí, tenemos ese mecanismo de defensa y ponemos el hombro y seguimos adelante. La sembradora con la siembra directa pasó a ser el principal implemento del productor exitoso. Hoy no se da vuelta la tierra, no se erosiona, no se pierde la fertilidad ni la humedad.
-¿Qué les hace falta para dejar de ser resilientes y pasar a la ofensiva, para consolidar esto y que dure?
-La estabilidad es fundamental para que uno pueda crecer sanamente. Una inflación del 50% a veces te ayuda a vender, pero también si se vende a un año tenemos que tratar de ver cómo protegemos que esa máquina, para que dentro de un año puedas recuperarla. La inflación te trae incertidumbre. Hoy los rendimientos son buenos. Podemos exportar y lo hacemos a Sudáfrica, Uruguay, Bolivia, entre otros. Pero no podemos ofrecer lo que no tenemos.
-Entonces ustedes están haciendo esta apuesta como empresa: tratar de anclarse mejor en el mercado externo para no sufrir los sobresaltos.
-Siempre nos gustó la exportación. Nos gusta que las maquinas estén afuera y tener esa seguridad de tener un mercado. Pero sabemos que el mercado argentino es muy importante para nosotros, lo fue y lo seguirá siendo, porque en Argentina si hay un sector exitoso es el campo. Nos gusta ser proveedores del campo porque ellos siempre van para adelante y les gusta cambiar para bien.
-Se siente industrial pero primo del agropecuario.
-Sí, exactamente. Industrial y proveedor de la agricultura. Argentina en agricultura va adelante, ya sea en exportaciones, para que las divisas tan difíciles de conseguir estén en el país, como en provisión de alimentos para el mundo. Se dice que hacemos alimento para 400 millones de personas y eso se hace con las maquinas que nosotros tenemos y con los productores del campo.