El tucumano Manuel Ponce es perito agrónomo, que es un título original de su provincia semejante al de ingeniero. Se dedica a un cultivo que es como sinónimo de Tucumán, la caña de azúcar. Es asesor del primer grupo CREA dedicado al cultivo, llamado “Cañaverales”, que integran 8 productores. Además asesora a la Finca Río Colorado, de la familia Fernández Palma.
Este primer grupo CREA cañero nació en 2011 con el fin de iniciar el camino de las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA). Por este motivo trabajan junto a la Mesa de Gestión Ambiental para ir adaptándose a las nuevas exigencias ambientales. Bichos de Campo lo entrevistó en la vieja casa del obispo Colombres, que ahora funciona como museo de la caña de azúcar, en San Miguel de Tucumán.
-¿De dónde viene esa carrera de perito agrónomo?
-Sarmiento fundó una escuela de agricultura cuando fue presidente. Después esa escuela se transformó en lo que hoy es una universidad y el título siguió funcionando como carrera terciaria. Creo que hasta 1990 salieron los últimos peritos agrónomos con una formación universitaria.
-Cuando Sarmiento tomaba esas decisiones ya el cultivo de la caña de azúcar venía haciendo historia desde hace rato. Esta casona también tiene que ver porque fue la vivienda del obispo Colombres y uno de los primeros ingenios.
-El cultivo se instaló en esta zona de la mano de los sacerdotes jesuitas, y fue abandonado en la zona del pedemonte tucumano, en San José de Lules, con la expulsión de los curas de esta orden, en 1767. Luego el obispo Colombres rescató el cultivo y lo trajo a este lugar que se llamó Finca El Bajo, en el siglo 19.
Mirá la entrevista:
La industria azucarera se concentra en el norte del país, pero hay diferencias entre Salta y Jujuy, donde los ingenios son dueños de gran cantidad de tierras propias, y Tucumán, donde hay mayor cantidad de industrias, pero a la vez está muy fragmentada la producción cañera, con explotaciones de todo tipo de tamaño, independiente del ingenio. “Hay productores de 40 a 50 hectáreas, hasta de 10.000 a 12.000 hectáreas. El padrón de cañeros es muy grande”, nos dice Ponce.
-Tan grande y tan confuso que unos te hablan de 4000 y otros de 7000 cañeros. Porque debe ser muy familiar y mucha gente debe entrar y salir del negocio.
-Sí, y las fincas se han ido repartiendo. Hoy el padrón oficial funciona con 6500 cañeros registrados, pero sospechamos que debe haber muchos más.
-¿Cómo es ser agrónomo especializado en caña? ¿Es muy diferente a uno de la pampa húmeda especializado en maíz y en soja?
-No, los orígenes de este cultivo hacen que todo Tucumán esté vinculado a la caña de azúcar. En mi caso, mi padre fue técnico del INTA y mi primera aproximación a este cultivo fue en Famaillá. Luego la vida me llevó al ingenio Tabacal, en el norte de Salta, donde arranqué, y aún no me he podido despegar de la caña de azúcar.
-Pero para empezar es un cultivo diferente, porque no lo tenés que sembrar todos los años como un grano en la pampa húmeda. No tenés que comprar semillas todos los años.
-Sí, es una semiperenne. Es un cultivo agámico y si tenés buenos cuidados puede durar hasta 5 o 6 cortes.
Es decir, 5 o 6 cosechas. Después tenés que reimplantar.
-Si habláramos de soja, el problema agronómico central sería hoy el de las malezas resistentes. ¿Para los CREA azucareros, cuál sería el principal dilema a resolver?
-Actualmente es cómo enfrentar el cambio climático. Tucumán se caracteriza por tener buenos regímenes de lluvia y hoy estamos sufriendo períodos prolongados de sequías, y lluvias fuera de término. La caña es un cultivo para zonas tropicales. Tucumán está muy por debajo del Trópico y tiene algunos límites ambientales para la producción, que hoy se están sintiendo.
-Entonces adaptarse al cambio climático es buscar variedades más resistentes, para no necesitar tanta lluvia, ni tanto riego complementario.
-Tal cual, encontrar prácticas agrícolas amigables con el ambiente que permitan soportar mejor esos estrés térmicos.
-Gastón Fernández Palma, ex presidente de Aapresid que produce en Necochea, pero también tiene un campo familiar en Tucumán, siempre nos manda fotos de él ante un cañaveral enorme. No es una limitante para producir, lo que él llama, biomasa…
-Gastón es un productor del grupo CREA. Y está en una zona donde, por el manejo conservacionista que realiza, logra mantener altos niveles productivos a pesar de la falta de lluvia. El cultivo genera un volumen de biomasa y eso lo potencia como un cultivo que pueda responder como materia prima sustentable y sostenible para la industrialización, y en este caso, el bioetanol.
-La zafra para un ingenio, arranca en abril y no para hasta noviembre. ¿Cómo es para un productor? ¿Va decidiendo el momento óptimo de cosecha?
-Para el productor, sí, porque la caña que vemos es el envase. El valor lo da el contenido, que es el azúcar que porta ese envase. Las condiciones ambientales determinan el contenido sacarino y el productor va chequeando el contenido sacarino para elegir el mejor momento. El sistema de la caña de azúcar tiene una comercialización que se llama Maquila o Fasón, como se usaba en la zona sur, por el que te pagan un porcentaje del azúcar que porta esa caña que vos llevás a industrializar al ingenio.
-¿Entonces no vendés la caña? La entregás a la industria y te pagan con producción.
-Tal cual, esa producción es aproximadamente el 60% del total del volumen de azúcar que llevó el productor en caña. La maquila es parte de la dinámica y del folklore de la actividad.
-El bioetanol es, podría decirse, un nuevo producto elaborado a partir de la caña. Ha servido para equilibrar el mercado del azúcar, porque genera más demanda. Pero no todos los productores cobran por el Bioetanol. ¿Hay allí un motivo de pelea entre cañeros e industruiales?
-En realidad ningún productor cobra la parte de su Bioetanol. El argumento es que la industria hizo una inversión para instalar las destilerías y las deshidratadoras. Entonces por ahora, a esa parte comercial, el productor no la ve. Sólo se traduce en azúcar lo que recibe. En algún momento hubo una o dos fábricas que habían puesto en su fórmula una pequeña porción de alcohol, pero por lo general el productor no está participando y es una situación de tensión entre la industria y el productor.
-Me han hablado de que viene la caña transgénica. ¿Los productores la recibirían bien?
-El productor recibiría bien todo lo que fuera avances en tecnología. Como técnico tengo mis dudas, porque el control de malezas no ha resultado ser una problemática que impulsara el desarrollo de la transgénesis, en aplicar un producto. Sin embargo, tenemos una oportunidad, que pueda ser una transgénesis enfocada en la resistencia a la sequía y la salinidad. Y Tucumán tiene una zona desaprovechada por su salinidad, cercanas a Termas de Río Hondo.
-¿Es decir que podría haber una expansión con variedades más resistentes a la sequía? ¿No necesitan genes de resistencia a plagas o enfermedades?
-Tucumán no tiene grandes plagas. No necesita insecticidas. Eventualmente tenemos algunos problemas, pero dentro de todo es un cultivo muy sustentable.
-¿Y queda un margen para crecer en rendimiento?
-Sí, hay una brecha productiva, que nos da la sensación de que nos hemos estancado. Tucumán tiene como promedio, 53 o 54 toneladas de caña o tallos por hectárea, que los productores entregamos al ingenio. Y el rendimiento de eso es cerca del 9% o 10% en azúcar. El techo productivo está en 90 toneladas. El doble. Para ello necesitamos acompañamiento en las condiciones ambientales, o condiciones para invertir en riego, cosa que podamos compensar, el manejo de la genética, porque estamos un poco estancados respecto a estas nuevas situaciones ambientales.
-¿Se sigue utilizando la quema de cañaverales en Tucumán?
-Lo que necesitamos ahora es disminuir los incendios por la sequía. El fuego fue una herramienta tecnológica del productor en la década del ’60, que vino a remplazar la mano de obra infantil del changuito cañero, quemando las hojas que aquel antes pelaba a mano. En los ’90 empezó a pesar la sostenibilidad y el cuidado ambiental, dejando en infracción a los productores, porque no se podía empezar la cosecha sin antes quemar las ‘malhojas’. Entonces Tucumán fue pionera en las cosechas sin fuego, en verde, al punto que hoy es un gran aliado nuestro, el rastrojo y la cobertura.
-Es decir que queda un montón de materia orgánica, que va a ser carbono, muy bueno para el ambiente. O sea que fue un buen aprendizaje.
-Reponemos al suelo esa materia orgánica. Tenemos esperanza de que en el futuro sea materia prima para el papel, para calderas y poder generar energía a través de esa materia seca. Hay un proyecto parado, de generar energía a partir de ‘malhoja’, en la zona de El Bracho, en función de un Tucumán verde y limpio.
-¿Y por qué si la técnica del fuego ya no se usa sigue siendo un problema?
-Es por muchos factores: el poblador rural no tiene una buena recolección de residuos y quema su basura, los que pasan tiran las colillas de sus cigarrillos mal apagadas y el volumen del rastrojo es tan grande, que la provincia resulta ser un polvorín.
-¿Y qué hacen al respecto?
Tucumán comenzó a generar un proceso de certificación, del brazo de Global GAP, sin uso del fuego, en el que el grupo CREA ha sido pionero, en una mesa integrada por el INTA, Defensa Civil, Dirección de Ambiente y Fiscalización Ambiental. Arrancamos en 2014 con 5 productores en 500 hectáreas y hoy son 20, dentro del cual están los productores más importantes de Tucumán, con más de 40.000 hectáreas certificadas, que es casi un 20% de la superficie total. Hoy es el cultivo más certificado de la provincia.
cultivo politico, intervenido, de baja tecnologia, poco eficiente (el tenor sacarino de las canias argentinas es bajisimo), sucio. se aferran a su cultivo cuando en realidad deberian ir viendo como reinventarse.
Le ofrezco mayor informacion para enriquecer su sesgado concepto , limitado conocimiento. Si dispone de un mail , con gusto lo saco de la zona de ignorancia.
Excelente respuesta Manuel un abrazó
Totalmente equivocado… no hay ninguna subvención a la producción de caña de azúcar por parte del estado ni de nadie, es un cultivo con alta tecnología y como pocas o ninguna que pueda producir tanta materia verde por ha la cual se aprovecha para capturar carbono, producir azúcar, etanol para mezclar con las naftas, fibras para producir papel y otros derivados que se usan por ejemplo para mover las calderas de los ingenios y no usar gas, también se produce energía eléctrica que se vuelca a la red domiciliará. la industria azucarera es la madre de la industria pesada en argentina….
Excelente Nota, noble cultivo la Caña de azúcar!!! Con orgullo como parte de Familia de Don Alfredo Guzmán