FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina) presentará esta semana una nueva edición de su “Monitor de Exportaciones Agroindustriales”. La lectura será recomendable para la Fernanda Vallejos, la economista y diputada del kirchnerismo, quien hace unos meses inmortalizó la frase “tenemos la maldición de exportar alimentos”.
Es que no por reiterativo el informe de FADA sirve para desmontar el nuevo mito urbano sobre que las exportaciones son las únicas responsables de los aumentos de los alimentos para los propios argentinos, que es lo que quiso resumir Vallejos. En algunos casos podrán meter presión. Pero son tantos más los beneficios que los perjuicios de exportar que la palabra “maldición” está definitivamente mal usada.
Para empezar, si no exportáramos no tendríamos dólares genuinos para nada. Y allí el papel del agro es fundamental. En ese sentido, el dato fresco del nuevo monitoreo es que “las exportaciones agroindustriales de los últimos meses fueron el 69% de las exportaciones totales del país. Es decir, 7 de cada 10 dólares entran al país por las ventas al mundo” de productos vinculados al sector. Fueron más de 38 mil millones de dólares los que ingresaron en 2020.
Como parte del documento, el gráfico anexo muestra el porcentaje en que participan las exportaciones en cada cadena de valor. Allí se desmiente aquello de que se envía al exterior la mayoría de lo que producimos. Esto sucede solo en algunas pocas cadenas, que abastecen muy tranquilamente con su rpoducción la demanda local: el té,el maní, el limón, la cebada, la soja, la pesca, el maíz, las peras, las legumbres, el trigo, el girasol y las manzanas.
A partir de allí, la participación de los embarques al exterior son siempre menores al 50% en el resto de los rubros, incluyendo a las carnes, que es el sector que más atrae la atención de los gobiernos.
De los más de 38 mil millones de dólares generados de esas ventas agroindustriales, FADA desagregó que el 68% provienen de las cadenas granarias, 16,5% de economías regionales, 9,5% carnes, 3% lácteos y 3% de otros productos.
“En todos esos complejos hay un repertorio inmenso que va desde granos, yerba, pesca, frutas, lana, lácteos y mucho más, que se produce en cada rincón de nuestro país, haciendo al agro una actividad federal que genera riqueza productiva en cada rincón del país”, explica Nicolle Pisani Claro, una de las autoras de este informe.
“Los complejos que elegimos para analizar siguieron dos criterios: por un lado, que sean significativos en cuanto a volumen de exportaciones, pero, por otro, lo que representa para una región en particular. Por poner un ejemplo, el té representa el 0,3% de las exportaciones del país, pero cuando uno ve lo que representa esta producción para el NEA, es indudable que hay que estudiarlo. De esto se trata la visión federal que mantiene este trabajo”, afirma la economista.
“Esto tira abajo uno de los mitos en torno a este tema, demostrando que exportar no empobrece ya que, por el contrario, es riqueza productiva generando más riqueza para la economía a lo ancho y largo del país”, reforzó David Miazzo, economista de la Fundación.
Los economistas de FADA también intentaron responder, desde su visión, la pregunta de ¿por qué todos necesitamos de las exportaciones a diario en nuestras casas? “Porque cuando vendemos afuera granos, carne, frutas, legumbres, etc., entra el dinero que necesitamos para poder comprar lo que no producimos acá. Muchas de las cosas que consumimos cotidianamente no las producimos nosotros, entonces necesitamos que lo demás países nos compren nuestros granos, aceites, vinos, lanas, carnes, para que entre ese dinero que luego utilizamos poder tener Netflix, autos, ropa o poder viajar”.
Además, con esas divisas que entran, se hace posible que operen otros rubros que necesitan de los dólares que genera el agro. De esta manera, se van generando miles y miles de puestos de trabajo en ámbitos industriales que de otra forma no podrían operar.
“Mientras más se exporte, junto a otros aspectos, ayuda a evitar crisis. ¿Cómo? El exportar más, colabora en evitar que nos quedemos sin dólares, lo que disminuye el riesgo de devaluaciones y ayuda a no endeudarnos”, señaló el trabajo.