Luego de que Estados Unidos decidiera imponer aranceles provisorios elevados para el biodiésel argentino que llega a ese país, Luis Zubizarreta, presidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio), dijo a Bichos de Campo que “se trata de la peor noticia” para esa industria.
“Esperábamos un arancel provisorio de 0 o bien, que el mismo fuera bajo. Y aunque sabíamos que había una investigación en curso, tenemos el antecedente de la Unión Europea cuando en 2013 ocurrió algo similar, y la cosa terminó muy mal, aunque con un final pareciera que feliz, porque nos acusaron de cometer dúmping y la Organización Mundial del Comercio nos dio la razón”, recordó.
“La exportación de biodiésel tiene una retención variable que sube y baja. En este momento la misma está en 0% pero en el período en que Estados Unidos nos inició la investigación, la retención estaba entre 4% y 7%”, explicó Zubizarreta.
Escuchá el reportaje completo:
Los Bichos le preguntamos si una retención tan baja para el biodiésel, en comparación con la que se cobra al poroto y al aceite de soja, podría ser tomada como un subsidio o una reducción de costos para la industria. Pero Zubizarreta respondió: “No es un subsidio y la OMC lo definió claramente. Es una práctica habitual en muchos países, inclusos en aquellos del primer mundo que inventaron este juego de aranceles y lo hicieron al revés, porque en Europa siempre compraron la materia prima y luego la industrializaron localmente, cobrando un arancel de importación de 0 o a un valor muy bajo para la materia prima, y uno mucho más alto para los bienes industriales”.
“En este sentido, la Argentina adoptó una postura de tratar de industrializar su producción agrícola, y el camino era hacer una política espejo contra esa realidad, y además es algo aceptado”, añadió el presidente de Carbio.
¿Qué puede hacer ahora la Argentina? Zubizarreta replicó que “estamos tratando de definir una estrategia con el Gobierno ante la pulseada norteamericana, porque el riesgo de tener la industria parada es grande, y el efecto para toda la cadena es importante, porque si Argentina no puede vender su biodiésel, tendrá que reprimarizar sus exportaciones y salir a vender el aceite. Por otro lado, vamos a presionar el precio a la baja, o bien dejaremos de moler mercadería. Y todo eso tendrá un impacto en el productor”´, advirtió.
En contraste, una buena noticia, según destacó Zubizarreta, “es la apertura del mercado chino para el aceite de soja argentino. Ya en 2010 China había decidido dejar de comprarnos porque definieron una política para industrializar su soja, y por eso desarrollaron una industria enorme de procesamiento, lo que implicó prohibir la importación de aceite argentino que era el más competitivo del mundo. Esto repercutió en una tremenda baja de precios por sobrestock. Por eso muchas empresas decidieron invertir en transformar parte de ese aceite para convertirlo en un sucedáneo del gasoil y venderlo como energía. Claro está que el precio del barril en ese momento estaba muy bien, en alrededor de 100 dólares, y hoy afrontamos otra realidad. Por eso es una buena noticia poder exportar 1.400 millones de dólares en aceite a China”.