Sigue cayendo el nivel de encierre de hacienda en los engordes a corral lo que reduciría la oferta de ganado para faena en los próximos meses. De acuerdo con el relevamiento hecho por la Cámara de Feedlot (CAF), el nivel de ocupación a inicio de octubre era de 61%, lo que implica una caída de 2 puntos porcentuales con relación al mes anterior.
El índice de reposición fue de 0,78, y si bien hubo una leve mejora respecto del registro de septiembre, hay un claro proceso de vaciamiento de los corrales. El 48% de los establecimientos repone menos de lo que vende, pero hay un 12% que directamente ya no ingresa hacienda. En definitiva, el 60% de las empresas que aportaron información a la CAF sobre sus operaciones, están en un proceso de descapitalización de hacienda.
Esta situación es consecuencia de las fuertes pérdidas económicas que viene arrastrando el sistema de engorde a corral, como consecuencia de la suba de sus costos (en especial los granos) pero a la vez por el achatamiento de sus ingresos debido a las restricciones a la exportación de carne y la caída de poder adquisitivo entre los argentinos.
Según el informe de la Cámara de Feedlot, el margen actual es negativo en 1.672 pesos por animal en el ciclo de encierre de la denominada hacienda liviana (novillitos y vaquillonas), pero el rojo es mucho mayor en la producción de novillos, que deben permanecer más tiempo en el sistema de engorde intensivo.
“El novillo que llamamos ‘binorma’, es decir el macho de 440 kilos que puede ir para exportación o para el consumo interno, valía en mayo y antes de que se decida el cierre de exportaciones 210 pesos (por kilo vivo). Actualmente se negocia a 195 pesos en el mejor de los casos. Esa pérdida de 15 pesos significa 6.500 pesos por animal, sin calcularle el efecto de la inflación acumulada en estos meses que no fue inferior al 15%”, explicó Juan Eiras, el presidente de la entidad que agrupa a los feedloteros.
Luego agregó que “el novillo está condenado, pues no se lo puede producir al valor actual y con los costos que tiene el engorde, porque la invernada siguió subiendo y también lo hizo el maíz, mientras otros costos acompañaron a la inflación de la economía”.
Los feedloteros -que son una pieza clave en el abastecimiento de carne para los grandes centros urbanos- creen que esto derivará en un faltante de hacienda en el verano, pero sobre todo lo que escaseará serán los “kilos carne”, debido al menor tamaño de los animales. Eso debería implicar una suba del precio del ganado.
En este eslabón productivo saben que hay un sector de la población que está fuera de carrera, que come mal y poca cantidad de carne, pero que hay otra porción de la población que no quiere resignar su ingesta y que sería la que podría apuntalar la recomposición de valores. En la actualidad, los promedios de consumo entre ambas puntas redondean en unos 50 kilos por argentino al año, un nivel de ingesta de carne vacuna históricamente bajo. Pero a la par han crecido los niveles de demanda para carne de pollo y de cerdo, compensando en el balance general de proteínas animales.
Temerosos de la reacción que una posible suba de los precios ganaderos pueda provocar en el gobierno, desde el sector del engorde aclararon que ese eventual aumento en realidad debería ser considerado como un reacomodamiento si se tiene en cuenta la pérdida de valor real que tuvo la hacienda en estos meses en los cuales se mantuvo estable en el mejor de los casos cuando la inflación acumulada fue de al menos 15%.