Desde hace rato que la Asociación Fertilizar, conformada por las empresas del ramo pero también por el INTA, insiste en que los productores argentinos de soja deben comenzar a utilizar más y mejor este tipo de insumos, como ya hacen con los cereales.
En una jornada de trabajo, esta semana, esa entidad insistió con la idea a días del inicio de una nueva siembra. Pero reconoció que chocan contra una especie de barrera cultural. Si son ocho los monos, son siete los mitos que impiden una más rápida difusión de estos manejos entre los productores.
Jorge Bassi, presidente de la entidad, se ocupó especialmente de hablar de cada uno de esos siete mitos. Son ellos los que impiden, según calcula la entidad, que en soja los rendimientos se limiten un 15% por falta adecuada de una estrategia de nutrición. No es poca cosa. En una cosecha de 50 millones de toneladas, estamos hablando de por lo menos 7,5 millones que podrían añadirse como potencial
¿De qué se trata esos mitos? “Son conocimientos antiguos y que no permiten avanzar en un mejor tratamiento del cultivo”, dijo el presidente de la entidad,
El primero, “La soja no responde a la fertilización nitrogenada”. Esta premisa es verdadera, ya que “la disponibilidad de nitrógeno (N) en el suelo inhibe la actividad de los nódulos y es por esa razón que se desestima la incorporación de N a través de fertilizantes”. Sin embargo, Bassi apuntó que se trata de “una verdad relativa”, porque la nutrición nitrogenada del cultivo depende de la FBN (inoculación). “La soja requiere de N y es a través de la inoculación que debemos garantizar ese nutriente indispensable”.
El segundo mito es “La soja no responde a la fertilización fosfatada”. Esto es falso, porque “si falta fósforo en el suelo se limita el rendimiento”, dijo Bassi. Por el contrario, afirmó que “hay respuestas, bastante generalizadas ya, a la fertilización fosfatada superiores en algunos casos, al 20% en rendimientos”.
El tercer mito es “el Azufre (S) y los micronutrientes no son necesarios”. Esto también es falso, ya que “al igual que las gramíneas, la soja requiere de un balance de nutrientes y las evidencias actuales indican importantes respuestas a la fertilización con S, y a los micronutrientes Zinc (Zn) y al boro (B)”.
El cuarto mito es “No vale la pena fertilizar la soja con antecesor maíz”. Esto tampoco sería así. “La soja necesita un nivel de nutrientes para optimizar rindes. Sin dudas la rotación con maíz es saludable ya que permite balancear un nutriente como el carbono (C), pero claramente esto no es suficiente para maximizar el rendimiento en soja. Es fundamental cubrir los requerimientos de los nutrientes mencionados y es difícil lograrlo sin fertilizar la soja”. El presidente de Fertilizar enfatizó que “no es el antecesor, es el diagnóstico de suelo el que indica el nivel de nutriente a aplicar”.
El quinto mito es que “fertilizar soja en campo alquilado no tiene repago”. Falso también. “Se puede lograr un repago más que interesante en el mismo año de la fertilización”. El consejo es el mismo del caso anterior, tener un diagnóstico del lote y concretar una fertilización balanceada y con la suficiente disponibilidad de nutrientes.
El uso de fertilizantes volvió a crecer en 2019, sobre todo en azufre y fósforo
El anteúltimo y sexto mito es que “fertilizar con dosis bajas es más eficiente”. Según Bassi, “es el mito más desafiante que nos toca derribar porque el productor de Argentina se ha quedado en la aplicación de dosis bajas”. Hay una mala interpretación de la eficiencia, ya que analizamos la mitad del concepto “producimos más kilos de soja por unidad de nutriente”, pero nos olvidamos de analizar la otra mitad del concepto que es que “producimos pocos kilos de soja porque faltó más nutriente”. “Se debe comprender muy bien el concepto cuando hablamos de eficiencias ya que, hasta la sustentabilidad del sistema debe estar considerada dentro de la eficiencia”, dijo el especialista.
El último mito es que “la nutrición de soja limita la producción de soja en Argentina”. En este caso, Bassi afirmó que este mito es verdadero. “La limitante nutricional es hoy la más importante”, enfatizó. En ese sentido, la red de ensayos de Fertlizar en campo de productores muestra evidencia de limitaciones al rendimiento de un 15% en promedio.
Bassi describió que esta Red donde se comparan diferentes sistemas, el manejo que hace el productor promedio logra resultados más cercanos al testigo sin fertilizantes que a los que lograríamos con manejos adecuados de la fertilización. Sin embargo, alentó que “hay un paulatino aumento del área fertilizada de soja, y es un progreso que queremos destacar, aunque en dosis de ‘arrancador’”.
De una encuesta realizada recientemente por Fertilizar AC, entre 700 productores que hacen soja de primera en la región pampeana, surgió que fertilizaría el 74% de la superficie sembrada. En ese mismo relevamiento, el 12% de los productores manifestaron realizar una fertilización anticipada con dosis altas de fósforo y azufre.
“Son aquellos productores que innovan y apuntan a dosis de reposición, ajustando el momento de la aplicación. Esta es una estrategia que venimos difundiendo hace muchos años desde Fertilizar”, agregó Bassi.