Cuando Walter Bravo recibió la invitación del equipo de Salmon Trout para cruzar la cordillera y visitar su planteo acuícola ubicado en el embalse Alicurá, compartido por las provincias de Río Negro y Neuquén, aquel experto en producción de truchas de Chile no pensó que sería para quedarse.
“Me encontré con condiciones ideales y poco vistas. Algo tan limpio, tan puro, ya no se ve”, dijo Bravo en conversación con Bichos de Campo, a tres años de aquel viaje. Sucede que viniendo de una industria como la chilena, cuya escala la ubica como segunda productora mundial de salmónidos, con 1.200.000 toneladas al año, la de Argentina en comparación parece incipiente. Pero no tiene necesariamente que ser algo malo, ya que en los países que encabezan los rankings mundiales de producción (como Chile y Noruega), las equivocaciones en pos de crecer fueron muchas.
“Al igual que en muchas partes del mundo, en Chile cometimos muchos errores, en varios casos por desconocimiento. El producto argentino es diferente al ser libre de antibióticos. Allá, aunque se ha ido bajando su uso, aún están presentes”, señaló el actual gerente de producción de Salmon Trout, y ejemplificó con el tratamiento de parásitos externos que no existen en Argentina.
Para eso, los controles de las autoridades se vuelven más que importantes.
“Todos los años nos fiscalizan, no solamente desde el Estado o la provincia, sino que también desde entidades extranjeras que nos obligan a certificarnos como libre de antibióticos. Y no solo eso, también como una empresa que cumple normas BAP, que son las buenas prácticas acuícolas, sanitarias, ambientales, y donde mostramos que cuidamos al personal”, detalló Bravo.
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En materia de infraestructura, el especialista reconoció que Argentina se encuentra en niveles inferiores a sus competidores, aunque reconoció que se ha hecho mucho por mejorar.
“Chile tiene 40 años de industria y nosotros llevamos un poco más de 3. Pero hemos hecho importaciones de algunos equipos, de máquinas, de automatización. Y sobre todo para la primera parte, que es la incubación, tenemos equipos bastante modernos, con control de temperatura y contadoras. Creo que hemos logrado en 3 o 4 años lo que otros países lograron en 30”, sostuvo.
Pero el desafío más importante, sin dudas, es el que encararon como empresa en materia de mejoramiento genético. Desde hace tiempo trabajan en la selección de los mejores ejemplares para desarrollar una línea 100% argentina.
“Estamos haciendo el genotipado de nuestras especies. Es un proceso un poco más largo, pero apostamos a blindarnos del mundo, para que no ingresen las enfermedades por las ovas. Creo que eso es súper importante, no solamente en genética, sino que también en el alimento que usamos. Es formulado por nosotros mismos y se produce en Argentina. Apostamos a que el producto sea 100% argentino”, afirmó el chileno.
-¿Argentina debería apuntar a mantener un producto de calidad a baja escala o crecer para competir?- le preguntamos.
-Podemos aumentar los niveles de producción hasta el límite que el ambiente nos permita, es decir, siendo responsables. Tal vez no vamos a llegar a lo que produce Chile, pero la diferencia la va a hacer la calidad. Es un producto totalmente diferente, más natural.
-¿Qué te gustaría que suceda a futuro con Salmon Trout?
-La empresa va a crecer. Y creo que en Argentina se come mucha carne, porque es un país productor de carne, y está aprendiendo a comer trucha. Entonces creo que hay un potencial enorme, de la mano de un consumidor que sepa bien qué está comiendo. Podemos marcar una diferencia con un salmón o una trucha que venga desde afuera, producida por manos argentinas, con alimento argentino, con genética argentina y una industria argentina.