¿Qué es el MBGI? Sin duda que bien aplicada es la fórmula perfecta para que los argentinos nos matemos de risa de las exigencias de los europeos en materia de deforestación.
Si queremos hablar de la ganadería del futuro en serio, integrando los vacunos a un esquema de conservación del bosque nativo, pues hay que comenzar a hablar más sobre lo que significa esa sigla: Manejo de Bosques con Ganadería Integrada. Es un programa oficial que “propone la conservación del bosque nativo y su biodiversidad basándose en la adopción de tecnologías de bajo impacto ambiental”.
Santiago del Estero es pionera en la adopción de este tipo de planteos. Y no es un dato menor si sabemos que integra el ranking de pocas provincias que tienen un stock de más de 1 millón de cabezas en pie. Pero ese potencial está amenazado por un cuarto año consecutivo de sequías, y también por legislaciones foráneas como al que pretende imponer la UE, que no aceptaría desde 2026 carne y soja que provengan de zonas deforestadas.
Es por eso que los santiagueños le están poniendo muchas fichas al MBGI, un “caballito de batalla” en el que son pioneros y experimentan de forma periódica.
En agosto pasado hubo una reunión en la que la Subsecretaría de Ambiente de la Nación se reunió con el Comité Técnico de MBGI de la provincia de Santiago del Estero, para avanzar en la preparación de los lineamientos estratégicos y en el llamado a una convocatoria para identificar y seleccionar otros 14 sitios que se financiarán con el proyecto Pago por Resultados (PPR).
Estos avances representan gran interés por tratarse de una provincia que posee un alto porcentaje de bosques nativos de la Argentina y también una de las provincias del norte con mayor stock ganadero. Al menos en eso confía José Guillermón, el coordinador de la política ganadera del Ministerio de Producción, Recursos Naturales, Forestación, Tierras y Medio Ambiente. Una larga denominación para un organismo que, en la práctica, también hace de todo, si se considera que la provincia no sólo es fuerte en cultivos como soja, trigo, alfalfa o algodón, sino que además acumula el 45% del stock ganadero del NOA.
Mirá la entrevista completa:
Como el fenómeno de la Niña ha puesto todo eso en jaque, al menos hasta estos meses algo más llovedores, las autoridades provinciales e concentran en buscar salidas viables. En su diagnóstico del mapa productivo provincial para Bichos de Campo, Guillermón aseguró que Santiago del Estero “aún puede mejorar índices y stocks gracias al MBGI” y detalló que está abierta la convocatoria para formar parte de las pruebas que se llevan a cabo en la provincia.
La fórmula es sencilla, y el ingeniero en Producción Agropecuaria lo resume con cifras claras: “10% de agricultura forrajera, 80% de manejo silvopastoril con pasturas implantadas y 10% de clausura”. La idea es disponer de las amplias extensiones de bosque nativo pero sin arrasarlo, porque se estima que son más de 6 millones las hectáreas que pueden utilizarse para este fin en la región chaqueña.
Claro que, como es un tema candente, continúa en discusión. Por un lado, está el objetivo provincial de potenciar la ganadería y estimular la producción; y, por el otro, la necesidad de respetar las zonas amarillas dispuestas por el Ordenamiento Territorial de los Bosques Nativos, que son alrededor del 75% del territorio provincial.
Bien implementado, este sistema de manejo silvopastoril podría calmar las aguas entre esos intereses encontrados. En 2015, Santiago del Estero se convirtió en la primera provincia en apostar por ese uso eficiente y consciente de los bosques, al firmar el convenio 30/2015 con los entonces ministerios de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, y de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.
El MBGI aún se ejecuta bajo la modalidad de “Plan Experimental” (Ley 6841 Art 12). Eso quiere decir, explicó Guillermón, que “se toman planes productivos piloto y se los evalúa en base a las distintas zonas o sistemas agroecológicos”. Actualmente, son 14 las pruebas que llevan a cabo, pero anunciaron una nueva convocatoria para avanzar con más ensayos.
Algunos podrían preguntarse “¿qué tanto necesitan evaluar?”. La respuesta es “mucho”, porque no se trata sólo de introducir ganado en un área del bosque, implantar pasturas y resguardar un sector, sino que hay que observar cuánto se aprovechan los recursos, si es viable la producción de forraje y su impacto ambiental y social.
En un esquema tan complejo, y relativamente nuevo, trabajar a tientas no es sencillo. Por eso, una de las principales tareas del comité interdisciplinario, en el que participan la Dirección de Bosques y otras instituciones, es construir indicadores fiables. “Todos los actores contribuyen con sus ideas y conocimiento”, destacó el funcionario.
Que hay expectativas en el sector no quedan dudas. El manejo integrado con ganadería promete ser clave para capturar carbono, preservar flora y fauna, aportar materia orgánica a los suelos y disponer de agua para los animales. Para Guillermón, es un gran aporte para evitar que la provincia esté siempre “al rojo vivo” con las exigencias ambientales.
En ese sentido, queda demostrado que aumentar stocks no es el único propósito a perseguir, porque hay otras preocupaciones en las cabezas de los santiagueños. En ese ranking, el incremento de los incendios forestales, accidentales o provocados, ocupa uno de los primeros lugares.
Eso pone más fichas en el tarro del MBGI. Lo que se evalúa es que el ganado podría ser clave para alimentarse del material combustible acumulado en los bosques, precisamente donde no puede ingresar la maquinaria. Si el sistema es bien aplicado, el beneficio podría ser doble: el animal pastorea y disminuye el riesgo de incendios
Sin embargo, el aspecto ambiental no es el único que le da impulso al manejo silvopastoril, y Guillermón asegura que es sólo una de las 4 aristas en las que impacta positivamente, junto con la social, la productiva y la rentabilidad. “Este nuevo sistema va a potenciarnos a futuro”, confía el especialista.
Claro que, para él, hablar del estímulo a la producción ganadera es, prácticamente, moneda corriente. Como coordinador del Programa Ganadero Provincial Procarne, Guillermón ya se ha anotado otros triunfos clave, como lo fueron la exportación de cortes directamente a España y China.
“Habíamos mejorado mucho los índices de producción”, recuerda el funcionario. Lo dice porque cuando liberaron la venta de “vaca china” habían alcanzado un 75% de destete, que es un nivel muy alto para el sector. Pero aquellos tiempos dorados quedaron atrás, tras sequías y caída de los precios orientales, y hoy deben vérselas con una realidad diferente.
¿Por qué es necesario producir más carne en Santiago del Estero? Porque actualmente, el trabajo se concentra en impulsar el autoabastecimiento al interior de su territorio. “Abastecemos un 50 o 60% de la demanda de carne que tiene la población de Santiago del Estero”, estima el especialista en base al promedio de consumo nacional, que hoy pisa los 45 kilos por persona. Queda mucho por hacer, pero hay una buena base.
En ese proceso de crecimiento sostenido, Guillermón elogió la participación de los feedlots, que producen alrededor del 80% de la carne consumida y permiten concretar el ciclo completo de forma eficaz: “más kilos en menos tiempo, con calidad uniforme y venta todo el año”, resumió.
Pero no todo funciona como una pieza de relojería. Una vez más, la actividad está comprometida por el precio de la reposición de los terneros, que hoy oscilan los 2800 pesos por kilo. Contar con maíz barato no parece ser suficiente para tener espalda.
De hecho, por su lejanía con el puerto de Rosario, el esquema productivo de Santiago del Estero contempla agregar valor a los granos procesándolos para que sirvan de forraje para el ganado. Pero el reciente avance de la “chicharrita del maíz” le ha jugado una mala pasada a todo el NOA, y Guillermón estima que “sólo se cosechó un 50% de lo que se podría haber producido”.
Con ese diagnóstico, es aún más evidente el porqué de la insistencia de los santiagueños en el manejo de bosques con ganadería integrada. Pero se necesita paciencia y mucha cabeza puesta para que el proyecto se convierta en modelo.
-¿Lo imaginás como el modelo a futuro?
-Es un modelo que hay que aplicarlo con prudencia, con mucho conocimiento técnico y con mucha experimentación. Hay que ver cuál es realmente la forma en que se puede llevar adelante sin caer a la larga en un cambio de uso del suelo.
-¿Aún falta ensayar mucho?
-Muchísimo. Insisto en que acumulemos reservas, nos capacitemos, no carguemos los campos al máximo y tengamos los pronósticos como información imprescindible. Tenemos una excelente Brahman y hay que empezar a trabajar en ver qué biotipo se adapta mejor a las condiciones, que cada vez son más extremas.
Qué manía de meter vacas en todos lados.
La verdad que no está bueno.