Herminio Rodríguez empezó a volar en 1978 con el avión de su amigo aplicador de General Belgrano, Osvaldo Ripa, quien tenía una empresa llamada Aeroposta. Hoy, con mucho camino recorrido, se enorgullece de llegar a completar su campaña agrícola número 42.
“Ripa era un tipo muy visionario y buena persona, porque daba trabajo a quienes apreciaba. Un día me ofreció un avión y lo traje para Daireaux, de donde soy nativo, y desde ahí empecé a aplicar”, dice Rodríguez a Bichos de Campo.
Su carrera autónoma en las aplicaciones aéreas comenzó primero con el nombre de Fumigaciones Rodríguez, y luego pasaron a llamarse Ayres del Sur, empresa en la cual trabaja junto a su hijo Alfonso.
Para hablar de una trazabilidad correcta del trabajo, Rodríguez considera que lo primero que se debe hacer es la solicitud de trabajo, la cual debe hacerse de modo personal, telefónica o vía mail. “Yo completo la solicitud, el acta de trabajo que depende del Ministerio de Desarrollo Agrario (de la provincia de Buenos Aires) y dejo sin escribir la parte de meteorología, ya que la misma se completa en el momento de hacer el trabajo”, describe.
“Previo a eso, el cliente debe traerme los agroquímicos, los mejoradores de aplicación, llámense coadyuvantes, antideriva y antievaporantes y la receta agronómica. Entonces, en base a lo que dice esa receta, hago la aplicación; lo mismo que un enfermero, en base a lo que le dice la receta de un médico, coloca, por ejemplo, una inyección”, completa Rodríguez.
Mirá la entrevista completa a Herminio Rodríguez:
Ahora bien, ¿Todos trabajan como él? ¿No hay flaquezas? “Yo creo que son muchos más los que trabajan así que los que no lo hacen. Lo que pasa que los que tienen más prensa son los que hacen mal las cosas. Yo pienso que en esto el ejemplo debe venir de arriba; si un pueblo es culto es porque los de arriba que nos gobiernan también lo son. Ahora, si los que nos gobiernan son cultos pero no practican la cultura, pasan las cosas que pasan”, resume Herminio.
Su hijo Alfonso recuerda que el negocio de su padre era más amplio antes. “Cuando empezó a crecer en estructura, hasta 1990, mi padre incorporó más aviones, más tecnología, más personal- llegamos a tener 80 empleados, 14 pulverizadoras, 2 fertilizadoras, 5 aviones y sucursales hasta en Entre Ríos- e incluso sumó maquinas terrestres que en ese momento eran una novedad, y además tampoco había muchos prestadores de servicio que hicieran ese trabajo”, relata.
Pero hoy llegan a la actualidad con un regreso sólo a lo que fue su primer amor: los aviones. “Hoy tenemos más estabilidad pero decidimos hacer una vuelta a las raíces y prestar solo el servicio de aplicaciones aéreas”.
Sin embargo, Alfonso manifiesta que hace poco incorporaron un negocio nuevo: comenzaron a fabricar Centros de Acopio Transitorio (CAT) de envases vacíos de fitosanitarios. “En nuestro predio tenemos el CAT regional del partido de Daireaux, el cual fue hecho por nosotros, con recursos propios y el mismo está habilitado por la OPDS (Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible)”, remarca.
Mirá la entrevista completa a Alfonso Rodríguez:
Alfonso destaca “la responsabilidad y capacitación que hay detrás de empresas como la nuestra. Yo vivo acá, mi familia trabaja conmigo, yo traigo a mis hijos acá y de hecho podrás ver que es un ambiente totalmente sano”.
Ayres del Sur, la empresa de aplicaciones aéreas de los Rodríguez, es una de las pocas que en el año 2001 decidieron certificar de modo voluntario sus prácticas aéreas. “Esta certificación, que es la 14.130, en la parte tercera de Buenas Prácticas Aéreas está enfocada en lo que hacemos nosotros, entonces es una forma de decir que hay un ente regulador atrás mío, que es el IRAM, y que sostiene que yo estoy certificado porque cumplo con un montón de puntos (exigencias)”, sostiene.
Entre los ítems comprendidos en la certificación se incluyen la seguridad laboral, uso de elementos de protección personal, uso de fitosanitarios, calibración y uso del avión, relación con la comunidad y tratamiento de residuos.
“Hay un largo recorrido por delante, ya que hay muchas empresas que quizás no quieran iniciar sus trámites de certificación porque piensan que si su estructura es más chica no podrán hacerlo, pero esto no tiene que ver con una cuestión de estructura, sino con todo un procedimiento que debe hacerse con el fin de demostrar, en definitiva, que el trabajo que estás haciendo es seguro”, concluye Alfonso.