Este cronista estaba todavía trabajando en el diario Clarín cuando en 2016 un empresario azucarero de Tucumán que todavía no conocía lo invitó a viajar a la ciudad de Ribeirao Preto, en el estado de San Pablo, el municipio de Brasil con el PBI más elevado de todo su país. Se trataba de Jorge Rocchia Ferro, dueño del grupo azucarero Los Balcanes, que viajaría al vecino país junto a una comitiva para presentar el plan estratégico de su empresa.
¿Por qué allí y no en Tucumán, donde el grupo tiene tres ingenios operando? Porque justamente el empresario quería emular el modelo brasileño y quería que lo viéramos de primera mano: extensas plantaciones de caña de azúcar que alimentaban enormes ingenios que además de azúcar producían bioetanol para los coches brasileños y energía eléctrica que inyectaban a la red eléctrica de ese país.
Aquel sueño de Rocchia Ferro se cumplió este lunes, cuando en el ingenio La Florida, mientras los camiones ingresaban a descargar cantidades infinitas de caña y las chimeneas despedían el vapor blanco y edulcorado de la zafra, se realizó un acto para inaugurar una planta con generadores -de tecnología brasileña-, que comenzaron a inyectar unos 20 megavatios de electricidad a la red interconectada nacional. Para ello, además de los generadores el grupo Los Balcanes tendió una línea de alta tensión de 4,5 kilómetros, que ya estaba transportando la energía generada a partir de caña de azúcar. La inversión, no quisieron decir de cuánto, implicó unos cuantos millones de dólares, que fueron de capitales propios.
¿Cómo es este proceso? En un ingenio azucarero, en todos los seis meses que dura la cosecha, los camiones vuelcan la caña en un trapiche que la muele y extrae un jugo, que luego puede convertirse en azúcar crudo o en alcohol. Pero como bien explicó Catalina Rocchia Ferro, la hija de Jorge y la gerente general de esta agroindustia, la caña es 80% agua y 20% fibra. Ese residuo que queda de la presión se denomina bagazo y es una fuente de biomasa combustible. Los ingenios (salvo Ledesma que hace papel) lo suelen usar para alimentar sus calderas y así ser autosustentables energéticamente.
Rocchia Ferro, en aquel primer sueño, quería copiar a las enormes plantas brasileñas que queman ese bagazo residual de la molienda de la caña aún por arriba de sus necesidades de energía y colocan el excedente de energía producido en la red eléctrica, para que sea consumido por hogares e industrias. Cuando lo soñaba allá por 2016 era pionero entre los azucareros argentinos, pero la concreción de sus planes se complicó (por los cambios de gobiernos y de planes energéticos), por los altibajos de la economía argentina y los cortocircuitos propios de la actividad azucarera. También por los idas y vueltas en torno al régimen para el bioetanol que se usa para el corte de las naftas. Todo conspiró (la Argentina conspiró) para alejar los plazos e incluso reducir la dimensión inicial de este proyecto.
Ahora son cinco las empresas azucareras que se han subido a estos sueños de inyectar caña de azúcar en los enchufes de los argentinos. La pionera Los Balcanes es una de ellas y su generación alcanzará a partir de esta semana para atender la demanda equivalente de unas 17.000 familias. Como Rocchia Ferro, no sin dificultades, había cumplido su primer sueño, aquel que anticipó en Brasil ocho años atrás, al acto en La Florida concurrió hasta el gobernador de Tucumán, Osvaldo Jaldo. No era para menos: la actividad azucarera, un eje central de esta provincia, convertida en una economía circular.
En el concurrido acto la rompió un video institucional preparado por Los Balcanes que mostraba a los obreros y empleados de este enorme grupo azucarero, que son 1575 en total, en una carrera de postas, pasando un pedazo de caña como si fuera la llama olímpica: del campo al transporte y de ahí al ingenio y a las calderas y a la generadora de electricidad. La música era de la película Carrozas de Fuego. Un brazo terminaba en alto empuñando el trozo de caña como señal de victoria. “Energía dulce”, resumía una frase que acompañaba esa imagen.
Pero se nota que Rocchia Ferro, que ahora dirige la Unión Industrial de Tucumán, es un inconformista nato y que no puede quedarse tranquilo y disfrutar ni hasta el día en que pudo concretar su primer gran sueño. En el discurso que pronunció luego de las bendiciones correspondientes para la nueva planta de generación a partir de biomasa, ya arrancó una utopía nueva, para que la provincia se parezca cada vez más a aquel Ribeirao Preto plagado de cañaverales, trapiches y generadores, y sin tanta pobreza como la que se respira en las calles de san Miguel de Tucumán.
“Ahora tenemos que duplicar la producción de caña”, disparó desde el escenario, dejando a todos medio asombrados, porque siempre es común hablar de la crisis de sobreoferta y no de faltantes.
Tucumán tiene en la actualidad poco más de 300 mil hectáreas de caña de azúcar. La idea del empresario es llevar esa superficie hasta unas 600 mil hectáreas, ocupando la superficie donde los limoneros están erradicando árboles por la crisis de esa actividad (se dice que unas 20 mil hectáreas ya pasaron del cítrico a la caña), pero avanzando además sobre la soja y el maíz que se siembran más hacia el este provincial.
El Grupo Los Balcanes, que ya maneja 25 mil hectáreas propias pero muele mucha caña también de terceros hasta llegar a 4 millones de toneladas, está apostando fuerte para hacer factible esta osada apuesta. En una audacia agronómica ya tiene 4 mil hectáreas de cañaverales implantados en la vecina provincia de Santiago del Estero. Y ha desarrollado con investigadores locales una variedad de caña transgénica, resistente al glifosato y tolerante a la sequía, que ya ha presentado a las autoridades nacionales para su aprobación, que facilitaría el avance de la frontera cañera hacia otras regiones.
“Pensamos que podemos extender por los menos al doble de la caña que tenemos ahora. Tenemos que diversificar, los ingenios tenemos que hacer azúcar, levaduras, ácido cítrico. Hay que elevar el cupo de bioetanol, y tenemos que exportar mucho más”, dijo Rocchia Ferro, recordando que este año el país pudo colocar sin tanto problema al exterior un excedente de 500 mil toneladas de azúcar equivalente, que a principios de la zafra parecía ser un dolor de cabeza.
Una frase dejó flotando el empresario tucumano, casi filosófica, conceptual: “No tenemos que tener miedo a las producciones importantes sino saber qué hacer con ellas”. Se refería a que en Tucumán, donde todavía abundan los pequeños y medianos cañeros, suelen ser recurrentes las crisis por la sobreproducción de caña de azúcar que luego no se puede colocar en los mercados.
Frente a semejante dosis de optimismo, de cara nada menos que al segundo sueño de Rocchia Ferro, no le quedó mucho más remedio al gobernador Jaldo que recoger el guante: “Esto es pensar en grande. No solo en el presente sino también en el futuro de nuestros hijos y nuestros nietos”, elogió el mandatario.
El gobernador tucumano solo puso como condición que este proceso sea ordenado y coordinado por todo el sector y junto al sector público, justamente para evitar esas crisis recurrentes. Consideró que de todos modos eso no resulta imposible: “El año pasado teníamos miedo porque teníamos poca materia prima y este año teníamos miedo porque teníamos mucha materia prima. Pero cuando nos ordenamos entre todos los sectores no hay dudas que nos tenemos posibilidades de adecuarnos al contexto que nos toca enfrentar” en cada zafra, afirmó.
Con ese aval oficial, el segundo gran sueño de los Rocchia Ferro ya parece estar en marcha.
Vamos viejo roccha ferro no masssss más trabajo para la gente bien hay muy bien