Los ataques de perros a pequeños rumiantes son, lamentablemente, moneda corriente en muchas zonas rurales del país, sobre todo en aquellas que se encuentran cerca de algún pueblo o ciudad.
En la localidad santafecina de Sauce Viejo, el abogado y productor ganadero Ulrich Lehmann sufrió de primera mano el impacto de estos episodios, que en este año le causaron la pérdida de nada menos que 34 ovinos.
“Por la mañana ejerzo mi profesión y en paralelo mantengo un emprendimiento familiar, llamado Campo Vivo, donde realizamos producción regenerativa. Tenemos vacunos, ovinos, gallinas ponedoras, pollos pastoriles, y también un tambo. Empezamos hace unos cuatro años. En este, que iba a ser el año de las ovejas, porque logramos que el rodeo se adapte y tener un buen manejo, empezamos con problemas”, contó Lehmann a Bichos de Campo.
Las primeras pérdidas en su Estancia La María las registraron algún tiempo atrás, cuando dos perros de un vecino atacaron y mataron a 18 corderos. Luego de la denuncia correspondiente, el vecino de Ulrich resolvió mantener a los perros dentro de su predio, impidiéndoles salir.
Aquel pareció ser el fin de la historia, pero en las últimas semanas otros dos perros retomaron los ataques.
“Son de otro vecino que vive a unas dos cuadras. Ya me mataron a 15 ovejas y a un carnero reservado Gran Campeón que compré en la exposición de Palermo. De las 120 ovejas que tenía hoy quedan 95, además de los corderos que ya perdí. Yo tengo videos de todo, porque tengo cámaras de seguridad. Cinco veces hablé con el vecino y las cinco veces me dijo ‘hacé lo que tengas que hacer cuando lo veas’”, relató el productor.
“El animal no es que mata para comer, los mata por una cuestión de instinto, de impulso, del placer que le provoca hacerlo. La oveja, en cambio, se acuesta cuando la atacan y muere agonizando mientras el perro la va desgarrando”, remarcó a continuación.
Estos ataques no solo implican la pérdida de aquellas ovejas que mueren, sino también un impacto sobre las que quedan. Si los corderos pierden a su madre a corta edad deben recibir más atención y cuidado; si la oveja pierde a su cordero deja de producir leche. Por otro lado, aquellas que quedan lastimadas deben ser curadas a diario para evitar cualquier bichera, lo que supone gastos adicionales.
Pero lejos de ser la víctima en este relato, Lehmann quedó tildado por vecinos de Sauce Viejo como el victimario.
“Estaba en Santa Fe, me llama mi mujer para decirme que los perros estaban atacando de nuevo y salgo para el campo. En el camino llamo a la fiscal, que rechaza mi llamada, y al 911. Como era la sexta vez que esto pasaba dije ‘si lo veo al perro, lo agarro y me lo llevo a zoonosis, porque no puede estar más en la calle’. Pasando por la vivienda de esta gente encuentro al perro agitado y mojado. Bajo del auto, busco agarrarlo y me muere la mano, por lo cual yo lo revoleo dos veces. Ahí es donde yo quedó grabado en la cámara de un vecino y quedé como el degenerado que mata perros”, señaló Lehmann.
La circulación del video en cuestión, tanto en redes como en grupos de WhatsApp, le valió al abogado incluso amenazas de otros vecinos de la zona.
“Cuídate mucho y siempre mira para atrás porque no es de los perros de lo que te vas a tener que cuidar. Cuídate mucho”, le dijo el usuario Daniel Frasca por Facebook.
“Doy recompensa al que le haga lo mismo que le hizo al perro. Necesito video como prueba”, sumó el usuario “Martín Martín”.
Frente a esto, Lehmann dijo a Bichos de Campo: “Acá hay un tema de compromiso social de la comunidad. Yo puedo asumir esta pérdida, pero ese perro mañana vuelve y si no hay nadie en el campo me mata a 30 o 40 ovejas. Si yo le digo a su vecino que tengo este problema, que lo tengo identificado al perro y muestro evidencia, no es que tengo un problema y estoy acusando a perros porque sí. Mi oveja no fue y se metió en su casa. Y yo no puedo poner cámaras en todo el campo y monitorear las 24 horas. La verdad que es imposible”.
-¿Cuáles son los pasos a seguir ahora?- le preguntamos.
-El daño ya está hecho. Yo puedo demandar, yo puedo hacer juicio pero a mí no me interesa. Yo quiero producir, no quiero tener problemas con los vecinos porque somos una comunidad.
-¿Las autoridades que te dijeron?
-En la comisaría la sumariante actuó bien, me tomó la denuncia, quiso actuar pero en la fiscalía le dijeron ‘¿dónde ves el delito acá? Mandá todo así como está a la fiscalía’. Y quedo en la nada, yo tenía testigos, quería que los citen. Acá hay un delito que es omisión de custodia de parte del dueño del perro, nadie actúa y estas expuesto. Entonces uno dice ¿qué hago? Tengo que levantar el campamento, tengo que cerrar y ser un empleado público.






Nada justifica revolear un animal y estamparlo contra el piso con intención de matar, en ningun momento se noto que quiso agarrarlo para llevarlo a zoonosis, se entiende su problema pero absolutamente nada justifica su accionar, se manejó muy mal y ahora espero que pague las consecuencias asi como el perrito esta sufriendo las consecuencias de cruzarse con semejante simio.
O sea…este abogado, debería ser deborado por los perros, y luego…de ser enterrado, que sirva de pasto para las pobres ovejas que deja a su suerte, de la fauna local. O…sea dan cuenta el grado de enfermedad de esta sociedad argentina. en ves de hacerse cargo que el problema es él y su descaro de sentirse terrateniente y visitar el campo, cuando su esposa le dice que unos perros están atacando a su rodeos de ovejas, se victimiza y encima se la agarra con el partícipe más desprotegido: el perro. ¿¿¿Si realmente queremos cambiar como sociedad, no se lo debería meter preso a este abogado???Y yo creo que sí!!!, por abandono de animales, por no VIVIRRRRRRRRRRR EN SU PROPIEDAD, por tomar represalias con los animales…y no CON LOS DUEÑOS DE LOS PERROS, o sea el problema no es el otro…es el propio que lo creo y NO LO SABE RESOLVER…y eso???…¡¡¡que tiene un título académico…!!!!!(según él, no he visto ningún folio ni su número), pero de fondo me irrita su falta TOTAL de empatía con los animales.
Meta bala sin dudar.
Los perros son mucho peores que los pumas.
Fin.