Los integrantes del gobierno nacional están haciendo grandes esfuerzos –a pesar del pedido realizado por los gobernadores de Jujuy, Tucumán, Córdoba y Santa Fe– para no prorrogar el régimen de promoción de biocombustibles que vence en mayo próximo.
Uno de los argumentos preferidos para justificar esa intención es que los biocombustibles son muy onerosos y terminan impulsando un aumento del valor del precio final de los combustibles en el surtidor.
Incluso el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, llegó a mencionar en un reciente encuentra virtual con dirigentes de la Unión Industrial Argentina (UIA) que los biocombustibles “te ponen valor dólar adicional en el surtidor de nafta”.
Pero la realidad es que el precio del bioetanol, que estuvo artificialmente “planchado” durante todo el 2020, este año logró un reajuste de valores que sigue estando lejos de los precios de venta correspondientes a la fórmula establecida en la legislación vigente.
“Cada vez que aumenta la nafta, la comunicación de las empresas petroleras apunta al costo de los biocombustibles, cuando la incidencia en la composición del precio final ronda apenas el 6% del total”, indicó a Bichos de Campo Patrick Adam, director ejecutivo de la Cámara de Bioetanol de Maíz.
La norma vigente establece –al menos hasta mayo próximo– un corte obligatorio de bioetanol del 12% con nafta. La mayor parte del costo del combustible está integrada por la nafta virgen y los impuestos (el Estado nacional y las provincias), además del margen de los transportistas y distribuidores.
“Aun cuando tuvimos el precio congelado durante casi todo el 2020, las naftas siguieron aumentando. Es un falso mito que en forma maliciosa los productores de energía contaminante han hecho correr”, añadió.
La administración de Alberto Fernández aumentó desde que asumió en diciembre de 2019 el valor de la nafta de YPF (compañía privada con control estatal) en quince oportunidades, la última de las cuales se registró esta semana.
El equipo económico del gobierno nacional está enfocado en “salvar” como sea a YPF (endeudada en dólares más allá de sus posibilidades) y no considera que los biocombustibles como un sector estratégico.