En Bichos de Campo venimos contando como se está dando el recambio generacional en las viñas, donde los jóvenes, cargados de entusiasmo retoman la tradición y las labores de la familia, y le agregan nuevas formas de pensar y herramientas.
El manejo productivo de cada finca es particular, y los pibes de la viña reconocen que el cooperativismo es una de las formas que mejor se adapta para llevar adelante la producción vitivinícola. Muchas veces terceras o cuartas generaciones de productores, estos jóvenes despliegan el gusto de trabajar en el campo, pero también lo ven como modo de ganarse la vida.
Martín Cinta es uno de los productores mendocinos que forma parte de esta saga que narramos: Los jóvenes de la viña.
Oriundo de la localidad de San Rafael, situada a 238 kilómetros de la ciudad capital, Cinta dice seguir con la vitivinicultura, porque más allá del rédito económico, está defendiendo un legado. Por eso junto a su padre y las ventajas que ofrece el cooperativismo sostienen la finca de apenas 7 hectáreas, que su abuelo de origen español logró comprar con sus ingresos de peón rural, una vez que decidió instalarse en Argentina.
Martín es además el presidente de Jucovi, la rama juvenil de la cooperativa vitivinícola, que sirve de punto de encuentro de los jóvenes para intercambiar miradas, procesos y herramientas.
“Es la herencia familiar. Es muy difícil de expresar lo que representa para la familia. Si funciona o no funciona, económicamente va a quedar si o si con mis hermanas que que seríamos los nuevos herederos”, expresó el jóven dirigente cooperativista, del espacio que agrupa a exactamente 85 jóvenes, hijos y nietos de antiguos viñateros asociados a Fecovita, la gran cooperativa que comercializa reconocidas marcas de vino como Toro, Canciller y Estancia Mendoza, además de agrupar otras unidades productivas más pequeñas y alrededor de 5.000 productores.
Sin embargo, el pequeño productor, reconoce que su responsabilidad como líder de la juventud vitivinícola de Mendoza es tratar de fomentar el arraigo y la continuidad de esta producción, en un contexto de crisis de la vitivinicultura.
“El joven, como todos, obviamente busca mucho la rentabilidad de la finca o de cualquier cosa que haga. Por eso es muy importante que más allá de la rentabilidad, el joven le tenga un poco de amor. Sinceramente, si nos basamos en rentabilidad pura y exclusiva, el joven se va por otro lado”, dijo Cinta a Bichos de Campo.
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En este sentido, explicó cómo desde Jucovi, se incentiva a mantener en el centro de la vitivinicultura, la parte afectiva. “Nosotros desde la juventud tratamos -más allá de alguna enseñanza de que le damos a los jóvenes para que sean futuros dirigentes de su cooperativa- de darle algunos cursos de poda, algunos cursos de riego, de cómo manejar. Hay casos de jóvenes que están estudiando otra cosa, pero nosotros queremos enseñarle como puede trabajar la finca sin que esté encima de la finca, porque nos pasa y nos ha pasado un montón de que fallece o se pierde el productor, el padre y la finca se vende, se lotea”, comentó.
-Están hablando de fincas sustentables, de incorporar inteligencia artificial en la agricultura a través de drones ¿Esto es porque es irremediable que a la finca se incorpore tecnología para ser rentable?
–Totalmente. Hemos llegado a un punto que no conseguimos gente. Es muy complicado el trabajo en la finca y lo que es conseguir gente. Y la tecnología bien aplicada es muy necesaria y hace que la rentabilidad aumente. Obviamente, es difícil que un productor más chico pueda solo llegar a aplicar algo de tecnología como una cosechadora, un dron fumigador o algún tipo de esa tecnología, pero por eso al estar agrupado y asociado en cooperativa lo podemos hacer. Podemos llegar a esos elementos que de otra manera sería imposible para nosotros.
-Entonces la cooperativa no solo es un lugar donde entregar la cosecha, sino un lugar de donde sacar tecnología e insumos que se necesitan para producir…
-Claro. Para lo que es la producción de vino, que es lo que hacemos las cooperativas de base, como lo que es la federación, Fecovita, que es la comercializadora. Por ejemplo, tienen cosechadoras mecánicas que se distribuyen por los oasis. ahora incorporaron drones y fumigadores que también se distribuyen por los oasis. En el caso de los drones se están buscando pilotos dentro de la juventud. Entonces fomentamos que el joven también aprenda un oficio, porque Fecovita ya cuenta con tres drones fumigadores y tres cosechadoras mecánicas.
-¿Con esta tecnología buscan paliar la falta de mano de obra?
–Totalmente. Para que tengan una idea un dron fumigador, puede fumigar una hectárea de uva en diez minutos. Para eso se necesita mano de obra capacitada y obviamente que los los viejos, nuestros padres que son medio reacios a incorporar esas tecnologías o cambiar algo en la finca, por eso está bueno que el joven lo vea y que vaya a la casa y le muestre al papá esta opción y generamos el cambio de ese modo.
-Sería mejor si hubiera créditos más largos y el Estado acompañara a incorporar, nuevas tecnologías.
–Totalmente. El productor solo, a los valores de la rentabilidad que tiene una finca pequeña , como en mi cooperativa que somos todos pequeños productores, de cinco o siete hectáreas, es imposible adquirir un dron, es imposible adquirir una cosechadora. Entonces la única forma es asociarse de esta manera. También la compra de insumos. Los socios al hacerlo de forma cooperativa y masiva, los costos son mucho menor. Entonces lo podemos realizar.