Gonzalo Sánchez es uno de los tantos jóvenes que cada año asiste al encuentro de jóvenes cooperativistas agropecuarios de la vitivinicultura de Mendoza (Jucovi).
Si bien dicho cónclave está marcado por el entusiasmo juvenil, el mendocino de tan solo 19 años, asiste convencido de que le corresponde asumir un responsabilidad: administrar la finca familiar.
Es que este espacio de jóvenes viñateros supone un semillero de nuevas experiencias y formas de afrontar la producción agropecuaria, donde coexisten los conocimientos históricos de las familias, y nuevos conceptos técnicos e innovadores, o la utilización de nuevas herramientas tecnológicas para el manejo productivo. Ese gustito hace que los pibes hagan cientos de kilómetros para asistir a los encuentros de Jucovi.
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En el caso de Gonzalo, su historia se remonta al viñedo con el que arrancó su bisabuelo, como socio de la cooperativa Nueva California en la localidad de San Martín, al noroeste de la ciudad capital. Después lo siguió desarrollando su abuelo, y hoy está bajo la custodia de su padre, quien también lo ha incentivado a seguir con esta tradición. Para eso, Gonzalo se profesionaliza estudiando agronomía, inclusive pensando en una alternativa laboral ante la crisis que vive hace un tiempo la vitivinicultura en aquella zona.
“Ayudo a mi viejo y sigo las tradiciones. En realidad también me empezó a gustar con todo esto de Jucovi, los congresos. Me empezó a llamar la atención desde la parte de cooperativas. Y bueno, le dije que me llevara a la bodega y me llevó. Y ahí empecé”, dijo el joven a Bichos de Campo.
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Para Gonzalo juntarse con sus pares, también hijos o nietos de antiguos viñateros, le ofrece un panorama más amplio de la situación del este mendocino. Por eso se aventura en decir que la peor parte de la torta se la lleva el pequeño productor.
“La crisis se siente en el lado de los pequeños productores. Tal vez cae una helada o el granizo y se resiente mucho la vitivinicultura, porque tenés años malos y después el otro no sabés que hacer. El año anterior la helada afectó casi el 80% de los productores”, contó.
-¿Una helada te puede hacer perder una cosecha ¿has visto a tu alrededor alguna viña cerrar y la gente irse?
– Hay partes en el pueblo donde vivo que hay hectáreas que ya no están cultivadas y la gente se va y queda todo abandonado. En el caso nuestro mi bisabuelo, fue el que inició esto y tuvo siete hijos, así que repartió todo eso. Si han vendido, pero se lo han vendido entre ellos. Así que sigue siendo como todo muy familiar.
– ¿Estás preparando y estudiando otra cosa por si acaso. ¿Vos como te plantas frente a lo que en algún momento va a ser inevitable, van a quedar vos y la viña?
-Me gusta estar en el campo, asique elegí una carrera que es la ingeniería agronómica, para cuando me toque administrar la finca, hacerlo desde ese plano. Si o si necesitas un respaldo para poder dedicarte a la vitivinicultura, porque nunca sabés qué año te va a ir bien y qué año te va a ir mal. Siempre necesitas un respaldo por si pasa alguna contingencia, hacer otra cosa.
-¿Le ves futuro a la vitivinicultura?
-Tristemente con esto de la crisis hídrica no se sabe cómo va a ser en un futuro. Yo creo que los viñedos que tienen pozos son los que los que mejor parado están ahora. Los que se riegan por turno cada vez están peor, porque cada vez se va acortando más el lapso de que largan el agua. Entonces se resiente mucho el cultivo. Pero hay productores pequeños que no se pueden permitir incorporar tecnología porque la producción que tienen no compensaría el gasto para adquirir esas tecnologías.
-Decís que te llaman la atención las cooperativas ¿No la ves como una figura pasada de moda?
–Yo creo que se inició hace bastante, pero se sigue manteniendo. Es una institución que sigue en pie y no creo que hay tantas en Mendoza. Es como una familia, porque una vez que estás dentro todos tiran para que gane la bodega, la cooperativa y en sí te retribuye eso. La cooperativa en años malos te ayuda con la helada y todos esos seguros que hay. Es una retroalimentación.