Frente al histórico estadio Luna Park y al clásico edificio del ex Correo Central, en la esquina de Corrientes y Bouchard, hay otro edificio que tiene muchas cosas para contar. Fue construido en la década del 30 para albergar a la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, que en mayo pasado cumplió 170 años y es la entidad empresaria y comercial más antigua del país: nació en 1954, apenas unos meses después de la primera constitución nacional.
Adentro, ese edificio está sufriendo una grandísima remodelación que tiene mucho que ver también con la necesidad de aggiornar las actividades que se realizan dentro de esa Bolsa. Es que en 170 años, el modo de comercializar los granos que se producen en la Argentina ha cambiado muchísimo, y mucho más en los últimos veinte años, cuando la irrupción de las tecnologías digitales arrasó con las tradicionales ventas al voceo que se realizaban en el recinto de operaciones. Ya nadie cierra un trato con un guiño, un gesto, o un grito. El celular y la internet han arrasado con todo eso.
Prácticamente sin operadores de carne y hueso en sus pasillos, la Bolsa de Cereales porteña sufre actualmente de un profundo proceso de modernización que, en diálogo con Bichos de Campo, nos relató José Martins, el presidente de esa Institución.
“La Bolsa casi nació con la Constitución Nacional, y el desafío en el que hoy nos embarcamos tiene que mucho que ver con lo que ha cambiado. Este edificio hace 15 años albergaba a 300 o 400 personas que diariamente hacían negocios a viva voz. Era un hervidero de gente. La modernidad y la tecnología han hecho que todo sea de manera virtual. Ahora tenemos que ver cómo humildemente llegamos a los próximos 10 o 20 años, en un entorno tan cambiante a nivel argentino y mundial”, dijo el directivo, que también es coordinador del Consejo Agroindustrial.
Dentro de la lista de modernizaciones a atender, una de las principales es cómo volver a hacer de ese histórico edificio un punto de encuentro para todas la cadena productiva. En el edificio conviven varias instituciones que son además las que integran la conducción de la Bolsa: hay oficinas de molineros, semilleros, acopiadores, corredores, exportadores, entre otros sectores. Por eso, el trabajo conjunto con los socios de la entidad para formular un nuevo perfil resultó clave.
“Tratamos de no mirarnos el ombligo y pensar en recetas mágicas. Hace dos años hicimos un planeamiento estratégico y le preguntamos concretamente a nuestros socios, a nuestras instituciones, qué necesitaban de la Bolsa. Hoy tenemos prácticamente a toda la cadena comercial agroindustrial”, señaló Martins.
En ese marco, mantener en todo momento un marco de transparencia en los negocios agrícolas se volvió un eje clave a atender. Por eso se sigue poniendo mucho énfasis en la difusión de los precios de los granos (que marca el origen de cualquier bolsa en todo el mundo) y al generación de información sobre estimaciones de cultivos y sobre su mercadeo.
El viejo recinto de operaciones que antes se llenaba de gritos está vacío desde el final de la pandemia. Por eso se está remodelando por completo para presentar en agostó próximo una nueva sala auditorio, con capacidad para unas 500 personas, donde esperan albergar la mayor cantidad de actividades y seminarios realizados por entidades del sector agropecuario, que suelen tener que buscar costosos salones de ese tipo en otras locaciones de la ciudad de Buenos Aires.
Pese a las nuevas tecnologías, “toda la operatoria comercial se hace de palabra, continúa siendo cerrar un negocio que puede implicar millones de dólares de palabra, pase lo que pase. Si no se cumple, tenemos dentro nuestra Cámara Arbitral, que viene a funcionar como un tribunal componedor de cualquier desvío que haya. Y si algo no se cumple tiene una sanción ejemplar, que hace que esa persona se retire del comercio. Así nos vimos en la obligación de ver qué nuevos productos y servicios teníamos que poner para que esto se mantenga en el tiempo”, contó el presidente.
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Ampliar el portfolio de servicios también permitiría atender a otra cuestión clave que tiene que ver con el financiamiento de la entidad. Ante una baja en el porcentaje de contratos registrados, que era la manera tradicional que tenía la Bolsa para lograr su sostén económico, hubo que pensar en alternativas para mantener un flujo de ingresos adecuados.
“Dentro de los múltiples objetivos que nos pusimos para preservar la institución y que esto no sea un museo o un simple sello de goma, teníamos que ver cómo reemplazamos ese ingreso de dinero, y cómo ponemos la estructura edilicia acorde con el tiempo, porque lamentablemente por muchos años en este edificio no se ha invertido dinero, de manera que había que ordenarlo. Así es como aparecieron nuevos productos y servicios que hoy estamos lanzando”, anticipó Martins.
“Estamos haciendo cosas nuevas pero consolidando otras, y el caso de los Estudios Económicos es una de ellas, con mucha vocación en no solo brindar la información que veníamos brindando, sino también hoy poner foco en trajes a medida. Hay instituciones, hay cámaras, hasta empresas que necesitan algún tipo de información que la Bolsa está en condiciones de dársela, y eso será con un costo. Otra área a la que le dimos fuerte impulso son las relaciones internacionales, desde tratados y apoyos hasta investigar mercados y operatorias”, añadió a continuación.
Todo esto condujo a que la Bolsa avance en la sumatoria de herramientas digitales como los legajos electrónicos y la tecnología Blockchain, entre otros.
“Estamos en negociaciones con entidades bancarias para ver si logramos que la Bolsa, a través del legajo electrónico, evite que el productor o el tomador de crédito tenga que ir con su carpetita por tantos lugares, haciendo tantas fotocopias, etcétera. Son todas herramientas que creemos que van a facilitarle la vida de nuestros socios y le dará un poquito más de vuelo a la actividad institucional”, sostuvo el titular.
-¿De qué le sirve al agro tener Instituciones sólidas de este tipo, y que ofrezcan este tipo de servicios?- le preguntamos a Martins.
-Eso fue lo que nos rompía la cabeza: encontrar cuál era la razón de la existencia de esta Bolsa. Si no lográbamos eso podemos desaparecer en poco tiempo y perder 170 años de historia. Era una responsabilidad que no queremos cargar en nuestros hombros. Por eso la consulta a todos los miembros de la cadena: ¿Qué les quita el sueño? ¿Qué necesidades podemos cubrir nosotros? Y ahí tenemos desde servicios que podemos ofrecer, que faciliten el día a día del negocio, hasta relacionamiento con autoridades gubernamentales.